Sí, comer sano es más caro, pero es nuestra culpa

Sí, comer sano es más caro, pero es nuestra culpa

Planificar, alimentos de proximidad y de temporada, y seguir la dieta mediterránea son las claves para comer bien sin salirnos del presupuesto.

mikroman6 via Getty Images

La subida sin tregua del precio de la luz o el de la gasolina ha tenido las previsibles consecuencias en la cesta de la compra. El aumento del gasto en la producción y traslado de los alimentos ha repercutido al alza en su coste, especialmente en aceites y grasas, frutas, refrescos y zumos, huevos y carne de ave.

Si la escalada de precios continúa —de momento, parece no tener fin— el temor a que la dieta general de los españoles sufra importantes cambios —obviamente, para mal— se hace más que evidente.

Detrás de ello está la idea asentada en el ideario popular de que comer sano es más caro. Los expertos hablan de mito, pero para muchos consumidores es una realidad. ¿El por qué de esta contradicción? Porque detrás de nuestras decisiones a la hora de llenar el carro de la compra hay razones, motivaciones, desconocimiento, argumentos o modas que no ayudan a llenarlo con productos saludables sin salirnos del presupuesto.

Planificación, proximidad y temporada. Son las reglas de oro a la hora de ir al mercado o al supermercado y llenar nuestro carro de alimentos nutritivos, sanos y moderadamente más baratos.

“Llevar una dieta sana y que no salga cara requiere mayor planificación. Se juntan varios factores: disponemos de poco tiempo para planificar la compra y preparar en la cocina, y acabamos yendo al súper a lo fácil. No improvisar a la hora de comprar ayuda a tener un control sobre el gasto de la cesta  y la dieta”, asegura Blanca Raidó, dietista-nutricionista de la Fundación Dieta Mediterránea. Insiste la especialista en que la organización de los menús semanales es una de las primeras premisas para empezar a abaratar ese gasto prioritario en los hogares y, al tiempo, evitar el desperdicio de alimentos.

En lo que a alimentos de proximidad y temporada se refiere, resulta obvio que serán más baratos que si compramos unas manzanas traídas desde Francia o pretendemos comprar una naranja en el mes de junio. “Si nos fijamos en la temporalidad y la proximidad, también podemos controlarlo. Además de ayudarnos a bajar el precio, seguramente son alimentos mejores y nutritivos”, asegura Raidó.

El conocido nutricionista Carlos Ríos ha abordado esta cuestión en numerosas ocasiones y su consejo siempre es el mismo: “Comprar más legumbres, patatas, aprovechar las ofertas de temporadas y reducir un poco más la proteína animal”.

En la misma línea se mueve otro influyente nutricionista, Aitor Sánchez. “Los productos que más elevan el precio de la cesta de la compra son la carne y el pescado. ¿Qué nos puede decir esto? Que hay que utilizar como fuente proteica en nuestras comidas con más frecuencia el huevo o las legumbres”, ha aclarado en alguna charla.

Efectivamente, dos de los grupos de alimentación más baratos son el cereal y la legumbre. Y, tomando la dieta mediterránea como paradigma de dieta sana, como así está reconocida, las frecuencias de consumo que se recomiendan de ellos es alta: una o dos veces al día el cereal y dos veces a la semana la legumbre.

  Pirámide de alimentos Dieta MediterráneaFUNDACIÓN DIETA MEDITERRÁNEA

“Si basas tu alimentación en productos vegetales, especialmente legumbres y cereales, y frutas y verduras, la parte proteica, que suele ser más cara, la reduces y no sale tan caro. Es que si realmente nos basamos en los patrones de la Dieta Mediterránea, no es tan caro”, coincide la dietista de la Fundación Dieta Mediterránea.

Como ejemplo, Raidó lanza una pregunta: “¿Cuánto cuesta un kilo de bollicaos y cuánto cuesta un kilo de manzanas?”. 

Bollycao (1 kg): 9,70 euros

Manzanas Golden (1 kg): 1,12 euros

La respuesta a la siguiente pregunta puede echar por tierra la conclusión: ¿cuánto cuesta una bolsa de patatas fritas y cuánto 100 gramos de pistachos?

Patatas fritas (150 g): 1 euro

Pistachos (150 g): 3,82 euros

“Es verdad. Pero hay más opciones y la elegida tiene que ser la saludable: un bocadillo de pan integral de atún —controlando la cantidad— con lechuga y tomate con atún o con hummus… Estas meriendas son saludables y no hay que recurrir a lo fácil”, añade.

En este sentido, la especialista da una clara orden: “Hay que basarse en alimentos y no productos. Todo lo que sea precocinado y tenga más de cinco ingredientes, deséchalo, no hace falta. En realidad, casi el 80% de lo que encontramos en el supermercado no es necesario en nuestra dieta”. 

Alimentos ecológicos, cereales integrales, dieta sin gluten, superalimentos, plato de Harvard... Cada día nos bombardean cientos de mensajes que ahondan en este tipo de conceptos como fundamentales para llevar una dieta sana y que, casi siempre, terminan repercutiendo en el presupuesto de la cesta de la compra.

Pero esto, ¿son mitos o realidades? ¿Debemos hacer el esfuerzo de incluir todo esto en nuestros regímenes alimenticios?

¿Alimentos eco o bio?

  Kiwis bioMiguel Villagran via Getty Images

Nadie puede negarlo, los alimentos de producción ecológica son más caros. ¿Y qué extra nos ofrecen entonces?

“No se puede afirmar desde un punto de vista científico que los alimentos ecológicos sean más saludables, ni que los fitosanitarios o los medicamentos autorizados por la Comisión Europea y revisados por la EFSA (Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos) tengan repercusión en nuestra salud empleados en las dosis permitidas, pero sí que es cierto que desde el punto de vista del bienestar animal los alimentos eco tienen que cumplir requisitos más estrictos”, afirma Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y divulgadora científica, autora del libro Come seguro comiendo de todo.

Algo con lo que Raidó está de acuerdo: “Actualmente nuestra legislación ya está muy limitada sanitariamente. Las políticas agrícolas de España y de Europa tienen en cuenta estas cuestiones... Además, creo que los precios de estos productos deberían ser más razonables”.

1 kg de tomates de ensalada: 1,49 euros

1 kg de tomates de ensalada ecológicos: 2,29 euros

¿Menos carne?

El pasado mes de julio, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, abrió el debate sobre el elevado consumo de carne en España. En nuestro país al año cada persona supera los 50 kilos, el doble de lo que recomienda la Agencia Española Seguridad Alimentaria y Nutrición.

Aquí, Blanca Raidó vuelve a insistir en que la dieta mediterránea se apoya en el consumo de alimentos de origen vegetal y reduce la ingesta de carnes como fuente de proteínas, lo que supone un ahorro. “La comida debe estar compuesta por: una ración de arroz, pastas, patatas o legumbres, una ración o guarnición de ensalada o verduras, una ración de carne o pescado o huevo alternativamente, una pieza de pan, una pieza de fruta y agua”, afirma.

¿Superalimentos?

  Superalimentoskerdkanno via Getty Images/iStockphoto

Quinoa, espirulina, semillas de chía, aloe vera, graviola... son considerados superalimentos por sus altos valores nutricionales y sus beneficios sobre la salud. ¿Son necesarios en nuestra despensa?

“Yo no creo en ellos. Es sencillamente una etiqueta que no es necesaria. Un superalimento no hace una alimentación, la alimentación es un conjunto. La dieta mediterránea no es buena sólo por el aceite de oliva, que es un superalimento, es por el conjunto de alimentos y por la proporción por lo se convierte en buena. Tendríamos que hablar de superalimentación, no de superalimentos”, asegura la dietista-nutricionista Blanca Raidó.

¿Cereales integrales?

El cereal integral es el que no ha sido sometido a ningún proceso de refinado y conserva el germen, el endospermo y el salvado, con lo que aporta más vitaminas y fibras y nuestro organismo se ve favorecido desde el punto de vista nutritivo.

“Siempre es mejor tomarlos integrales porque nos aportan más vitaminas y fibras, que es una de las carencias de nuestra dieta”, explica Raidó. ”Ahora podemos encontrar una gran oferta de alimentos integrales y ya no hay tanta diferencia de precio y es fácil de encontrar. Quizás un buen pan integral es más caro, pero hay una diferencia significativa entre el pan blanco y el integral. El beneficio para la salud es tremendo”, insiste.

Espaguetis (1 kg): 2,68 euros

Espaguetis integrales (1 kg): 3,25 euros 

“Si por motivos económicos se decide hacer un mix, arroz integral-pan blanco, pues también. Pero tenemos que llegar al punto de que los productos integrales tengan el mismo precio que los que no lo son”, concluye la experta.

¿Sin lácteos y sin gluten?

  pizza sin glutenIoannis Tsotras via Getty Images

Desde hace un tiempo hay nutricionistas y expertos en alimentación que  abogan por la eliminación en la dieta de lácteos y gluten.

“No me refiero a celiacos ni alérgicos a la proteína de la leche, pero hay ciertas condiciones donde a algunas personas les viene bien restringir lácteos y gluten. Hay quien ha tildado estas dietas como peligrosas. Quitarte el gluten y los lácteos no van a hacer que tengas una alimentación incompleta”, afirmaba Aitor Sánchez en una conferencia.

“Una bebida vegetal es perfecta para quien no la puede tomar por una patología… Para la población general, hay que consumirlos en las proporciones recomendables. Ahora bien, sólo consideramos productos lácteos la leche, los quesos y los yogures naturales”, sentencia Blanca Raidó.

Bebida de soja (1 l): 1,39 euros

Leche (1 l.): 0,79 euros

En cuanto a la eliminación del gluten, la dietista de la Fundación Dieta Mediterránea insiste en los mismo: “Si alguien decide tomar cereales sin gluten, aunque no tiene sentido, es una decisión personal.  Ahora bien, siempre es más caro consumir alimentos sin gluten”.

Cerveza sin gluten (1/3): 0,93 euros

Cerveza (1/3): 0,67 euros 

* Los precios de los alimentos han sido obtenidos de la web de un conocido supermercado con tiendas en todo el país.

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content. Antes, fue redactora de estilo de vida y gente en revistas femeninas —AR, LOVE y SMODA—, dirigió la revista Turismo Rural y trabajó delante del micro en Radio España. Puedes contactar con ella en mila.fernandez@huffpost.es