Shanghái 2140
Un viaje veraniego para paladear el futuro imperial chino.
Nueva York 2140
He estado en China diez días (me hago viejo y ha sido un viaje organizado por Pekín, Xián, Guilin y Shanghái). Para entretenerme durante el vuelo, he llevado la novela de ciencia-ficción Nueva York 2140. La obra de Kim Stanley Robinson imagina una ciudad anegada por el agua debido a la subida de las mareas, una especie de Nueva Venecia, aunque más decadente si cabe. Con esta fantasía distópica en mente he saboreado China, un país tan elefantiásico como abrumador. Shanghái es una de las cumbres de esa colosal locura, un simulacro de otras megalópolis del mundo (la urbe copia elementos de Manhattan y de muchos otros lugares).
No sé cómo será Shanghái en 2140. Lo que sí puedo asegurar es que en 2018, esta y otras ciudades superarán con creces los treinta grados a la sombra. Además, el tráfico es infernal. El capitalismo (sí, el capitalismo en ese régimen supuestamente comunista), desaforado. El misterio de la cultura japonesa se queda corto al lado del furor de la cultura china. ¿Pelotazo inmobiliario en España? Vayan ustedes más allá de la muralla (que está atestada de turistas, evidentemente).
Chinopunk
Se dice que el subgénero literario del cyberpunk sirve para entender el "capitalismo sucio" de las grandes corporaciones. Tengo la sensación de haber aprendido más sobre cyberpunk en China que leyendo Neuromante. El aroma del país me ha parecido una mezcla imposible: las pagodas budistas de una civilización que se declara atea, el tren de levitación magnética de Shanghái, las sandías amarillas (de estas hay muchas por Europa, aunque yo no sé dónde comprarlas), la esperpéntica superpoblación, la irrespirable contaminación, la megalomanía de la nueva ruta de la seda, los pinchitos de escorpiones, la política del hijo único (la cual no se aplicaba a las minorías étnicas, y en la actualidad a ningún ciudadano), el tren bala y un largo etcétera.
2018
Si el futuro es inquietante, el presente no se queda atrás. ¿Qué me dicen del descubrimiento de agua líquida en Marte? O del terrible fenómeno de los incendios como bombas atómicas. Por no hablar de Donald Trump o de la terrorífica victoria de Pablo Casado (esto, más que ciencia-ficción, es horror gótico). Son ejemplos arbitrarios entre cientos posibles.
La verdad es que no necesitamos escenarios post-apocalípticos porque el presente, con China y la ciudad de Shanghái a la cabeza del nuevo mundo, ya acojona y sorprende. Más nos vale aprender algo del idioma para poder hacer el paripé con expresiones como xie xie (que seguramente ni se transcribe así).
Ah, Google Translate no les funcionará allí, por si se acuerdan de buscar el significado de alguna palabra cuando estén dentro del país.