Ser sumisa en la cama no te convierte en una "mala feminista"
Soy una feminista franca, fuerte, inteligente, segura, directa y extravertida que no tiene miedo a los enfrentamientos. Eso significa que sé qué es lo que me gusta en el sexo, y es que me dominen.
Tardé años en darme cuenta de que era un factor clave para que mis relaciones amorosas funcionaran mejor. Lo que necesitaba era solucionar los desequilibrios de poder, tanto los reales como los que creía percibir, en el plano sexual y también en mi vida. Pero claro, encontrar candidatos que encajaran con mis requisitos ha supuesto un gran problema, teniendo en cuenta que, por mucho que estemos en 2018, muchas personas son incapaces de ver el perjuicio que supone imponerle condiciones al feminismo diciéndoles a las mujeres cómo deben ser.
Algunas personas piensan que ser sumisa en el sexo es "someterse a los roles de género" sin discusión posible.
Al mismo tiempo, también hay por ahí una barbaridad de dominantes y sumisos que son incapaces de entender que una mujer se considere igual que los hombres y aun así acepte el rol de sumisa en la cama.
Lo que tienen en común estos feministas, dominantes y sumisos (no digo que no puedan solaparse) es que creen que hay fórmulas para esto y que tenemos que escoger identidades sin alimentar el rico mundo interior que hay más allá de estas etiquetas. A ver, gente, somos más inteligentes y complejos que esto. Hay al menos 2400 formas de ser sumisos, de modo que abrid la mente y el resto vendrá solo.
A continuación expongo nueve razones por las que ser sumisa en el sexo no solo no te convierte en una "mala feminista", sino que puede ser fundamental para reafirmar tu fortaleza.
1. El feminismo reivindica tu derecho a decidir.
Por lo tanto, asumir el papel de la sumisa no es menos feminista que asumir el papel de dominante. Ni tampoco depilarse, hacer la comida o querer tener hijos. Lo que de verdad importa en el feminismo es que nadie puede decirte cuál es la forma correcta o incorrecta de ser una mujer (o cualquier otro género, ya que el feminismo es para todo el mundo).
Nadie puede imponerte qué ropa debes ponerte, como tampoco puede imponerte qué es lo que de verdad deseas. Si ser sumisa es lo que te pone y haces que suceda, eso es empoderamiento, feminismo en estado puro. En cambio, forzarte a encajar en el molde de una feminista o una sumisa "adecuada" es algo antifeminista y anticonsensual.
2. La sumisión está consensuada.
Una idea errónea muy común es que todas las clases de sexo BDSM (Bondage y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo) son violentas. Aunque la violencia real y el uso de la fuerza no tienen cabida en el dormitorio, ser sumisa tiene más que ver con el hecho de explorar los límites del placer y el dolor, además de que la decisión siempre debería estar consensuada. Para eso existen las palabras de seguridad, y siempre hay que establecer límites. La sumisión no consiste en transigir. Si sientes que es tu caso, entonces no lo estás haciendo por el motivo correcto: por ti.
3. Ser dominada es una fantasía muy común.
Los investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá) realizaron una encuesta a 1517 adultos acerca de sus fantasías sexuales y hubo un contundente 65% de mujeres que dijeron que les gustaba que las dominaran sexualmente. Y seguro que entre ellas había alguna que otra feminista de armas tomar.
4. Necesitamos formas creativas de evadirnos.
A lo largo de la historia (y todavía en la actualidad), muchas sociedades han despreciado determinados comportamientos de mujeres, especialmente los relativos a la expresión de su sexualidad (un saludo, religión organizada). Al no luchar por los deseos sexuales por culpa de la presión social, las mujeres se convierten en ciudadanas de segunda cuyo placer no tiene el mismo valor que el placer de los hombres.
No dejes que la ignorancia del orden establecido te haga renunciar por vergüenza al maravilloso mundo de los orgasmos o te haga negar su existencia. Descubrir lo que quieres y luchar por ello, sea cual sea la situación, es un privilegio que las mujeres no siempre han tenido. Aprovecha el momento.
5. El poder es bi-, tri- o cuatridireccional.
Aunque ser sumisa signifique que alguien tiene control sobre ti, es un juego que consiste en dar y tomar. Nadie "tiene" control sobre ti a no ser que se lo concedas de forma voluntaria, por lo que tu consentimiento te pone al mando de la situación. Tú eliges qué es lo que quieres hacer, con quién lo haces y hasta dónde quieres llegar. Desempeñar ambos roles, sumisa y dominante, te confiere un poder especial.
6. La imagen que muestran los medios del sexo BDSM es errónea.
Las películas y los libros enseñan a la gente que las relaciones de dominación y sumisión rayan en el abuso, algo que no es cierto. Un buen juego de poder es imposible sin respeto mutuo, como sucede con cualquier relación que merezca la pena conservar.
7. Nuestros deseos no responden a los estereotipos.
Las preferencias sexuales son personales. Experimentar o no es una decisión que depende solo de ti. Si eres feminista y sumisa, lo que estás diciendo es que los estereotipos tradicionales que pesan sobre el feminismo no van a moldear tus preferencias sexuales. Del mismo modo que no vas a ser sumisa por el simple hecho de ser mujer, no vas a obligarte a ser dominante en la cama por ser feminista. Vas a hacer lo que te dé la gana.
8. "Renunciar" al control puede resultarte fantástico.
Quizás seas una mujer infatigable a lo largo del día, pero soltar las riendas y poner a otra persona al mando puede ser muy liberador y hasta reparador. Muchas mujeres fuertes disfrutan siendo sumisas en la cama porque es una forma de cambiar el chip habitual, igual que a muchas personas les gusta ser dominantes porque son más pasivas en "la vida real". De una forma o de otra, nunca viene mal tomarse un respiro.
9. Pasárselo bien de verdad es algo revolucionario.
El sexo tiene que ser divertido. A nuestra mente, sobrecargada de estímulos, le encanta darle un montón de significados complejos al sexo, pero a veces puede ir contra el simple deseo de pasarlo bien (siempre entre adultos que estén de acuerdo). Por lo tanto, mejor no darle demasiadas vueltas. Haz lo que te apetezca y asúmelo siempre. No hay nada más feminista que eso.
Recuerda: solo porque hoy seas sumisa no significa que no puedas cambiar y ser una dominatrix mañana. Tu compromiso con algo será siempre tan sólido como tú misma decidas que sea. Eso es amor propio.
Este post fue publicado originalmente en Bellesa.co, apareció posteriormente en el 'HuffPost' Canadá y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.