Messi y su Argentina se citan con la historia tras golear a Croacia en la semifinal
Un partido maravilloso de Messi y del delantero Julián Álvarez sentencian a la Croacia de Modric, que acabó goleada 3-0.
Es su torneo, es su momento y es el Messi más encendido en mucho tiempo, quizás en toda su carrera. Sabe que es en Qatar o ya no será. Y con esas premisas, Lionel se ha agigantado para llevar a su selección, su Argentina que ahora sí le adora, a la final del Mundial.
Ya no necesita, posiblemente porque la edad cuenta, hacer exhibiciones de 90 minutos como en sus mejores tiempos con el Barça. Pero Argentina sabe que si ‘su’ Messi aparece, tiene mucho ganado.
Este martes, sobre el césped que acogerá la final, su figura emergió en dos momentos claves de la semifinal. El penalti (discutido) que lo abrió todo y la jugada magistral que lo remató todo en el definitivo 3-0. Leo hizo collera con otro nombre que se corona, el de Julián Álvarez, que con un doblete se mete también en la pelea por la Bota de Oro, junto a Messi y Mbappé.
Croacia, enfrente, falló en lo que no venía fallando. Débil atrás, demasiado, se encomendó a Luka Modric. Da gusto verle, pero él solo no puede con todo. Honores, no obstante al bloque croata, que luchará por no caer del simbólico podio por segunda Copa del Mundo consecutiva.
Menos crispación, más fútbol
Vistos los antecedentes con Países Bajos y la versión más corajuda —hasta maleducada— de Messi, el choque amenazaba con ‘tormenta’. Si el ’10′ no olvidaba las palabras de Van Gaal, tampoco le serían ajenas las explosivas declaraciones del seleccionador croata tras la paliza del anterior Mundial. Pero por fortuna en el césped se habló solo de fútbol. El idioma que tan bien conjugan los dos ’10’ y líderes: Messi y Modric.
El segundo apareció con fuerza en un comienzo poderoso de Croacia, mientras Argentina no aparecía y Messi daba el susto en forma de estiramientos inesperados. Pero el dominio fue inerte y la que dio primero fue Argentina del modo menos pensado. Ante una zaga que se presentaba fuerte y compacta bastó un balón en largo para Julián Álvarez lo desmoronó todo. El delantero del City se topó con Livakovic en un penalti que deja tantas dudas como cabreos en Zagreb. Superada la polémica con un carrusel de amarillas, el espigado meta casi renueva su milagro bajo palos, pero el trallazo de Messi fue imparable.
La reacción europea duró apenas cuatro minutos, porque cuando Croacia parecía animarse les cayó el segundo. Un córner nefasto acabó con un contraataque de Álvarez, otra vez él, que a la carrera y a trompicones, se la fue llevando hasta la portería rival. Los defensas croatas, a cual más errático, le pusieron el gol en bandeja, especialmente Sosa, que intentó despejar y acabó cayéndose. Ese gol ‘tonto’ que sería carne de meme aquí valió medio billete a la final del Mundial.
Corría el minuto 38′ y Argentina se iba 2-0, que pudo ser más. Livakovic salvó el tercero con una mano salvadora. Vida extra para los suyos, que coquetearon con el gol hasta el descanso, siempre con Modric como guía, pero sin suerte.
Lecciones aprendidas
De la enseñanza del pasado viernes con Países Bajos (que remontó otro 2-0), Croacia aprendió que bombardear el área argentina con balones por alto podía funcionar. Si a Van Gaal le fue bien, por qué no a un equipo con torres como Petkovic. Y la sombra neerlandesa sobrevoló unos minutos, pero Argentina aprendió bien la lección del otro día y se aplicó en defensa. Apenas fueron unos minutos de ‘tormenta’.
Porque no hay mejor defensa que un buen ataque.
Cuando peor parecía pasarlo atrás la albiceletes, apareció otra vez Messi, en su modo más maradoniano. Enorme, gigante, el rosarino se inventó en el 68′ una carrera imparable desde el medio campo y pegado a la banda derecha, hasta ‘regalarle’ el gol en un pase de la muerte a Álvarez. Nadie pudo con su menudo 1,69 en una imagen que rememoró sus tiempos de coleccionista de Balones de Oro y aspirante ya al de 2023.
Ahí acabó todo. Croacia estaba fundida y al partido le sobraron 20 minutos que apenas sirvieron para homenajear a Modric y regalar el honor de saltar al campo a los menos habituales.
No hay, seguro, un argentino que entre cántico y cántico hoy no piense en Diego Armando Maradona. Ahora a Messi solo le quedan 90 minutos para rematar su historia y su leyenda y lograr ‘eso’ que aún no tiene. Lo único que le falta.