Semana crucial para Macron y Le Pen con el debate final en el punto de mira
Convencer sin derrapar: ese es el objetivo de los dos finalistas ante un resultado que se prevé muy ajustado.
“Hay que tener cuidado con las sonrisas. Se puede decir mucho con una sonrisa”. Así resumió una ministra el consejo que le daría a Emmanuel Macron para el debate final que tendrá lugar entre Macron y Le Pen el miércoles 20 de abril: no parecer condescendiente.
En cuanto a Marine Le Pen, sus filas repiten un mensaje: mostrarse creíble. De ahí los dos volantazos que ha dado en una semana la candidata de Agrupación Nacional, uno sobre la pena de muerte, que ya no quiere someter a referéndum, y el otro sobre la prohibición del uso del velo, que ya no sería una prioridad, según su segundo, el diputado Sébastien Chenu. La propia Marine Le Pen ha dicho que no era una decisión inamovible.
Los dos rivales están haciendo una apuesta muy arriesgada al modificar su programa entre las dos votaciones. El sábado 16 de abril, en Marsella, el presidente saliente pronunció un discurso sobre la ecología, después de haberla dejado progresivamente de lado durante su mandato conforme se producían las dimisiones de los ministros adscritos a ella. En una segunda vuelta tan esperada como nueva, su objetivo es el mismo: convencer a los votantes de Jean-Luc Mélenchon.
Con un 22% de los votos, muy por delante de los demás competidores de la primera ronda, el insumiso es el tercer nombre de las elecciones. Estará en la cadena BFMTV el martes 19 de abril por la noche, en vísperas del debate, y sus palabras serán analizadas por todo el país.
Este fin de semana, una consulta a sus partidarios ha desvelado que sus votantes se dividen en tres tercios: uno para el voto blanco o nulo (38%), otro para Macron (33%) y el resto para la abstención (29%). Es más o menos la misma relación de fuerzas de hace cinco años. Sin embargo, hay dos grandes diferencias: la presencia de François Fillon con 20% no dejaba un panorama tan despejado y Macron no tenía todavía un historial que le pudiera lastrar.
En los sondeos, Emmanuel Macron todavía aparece en cabeza, pero no por mucho. Las últimas encuestas le dan la victoria con un 53% o 55,5% de los votos, un duelo mucho más reñido que en 2017, cuando recibió el 66%. La banalización de la extrema derecha ha funcionado y podría obtener una puntuación cercana a la que obtienen los candidatos clásicos en la segunda vuelta de una elección presidencial.
Veinte años después de la clasificación de su padre para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales por primera vez en la historia de la extrema derecha de la V República, Marine Le Pen cree que puede dar la sorpresa. El lunes 18 de abril estará en Caen (Normandía), para dirigirse a sus habitantes con el único objetivo que le ha dado su jefe de prensa: “convencer”.
Esta es también la consigna para Emmanuel Macron, que tiene que lidiar con un dique que ya no es tan robusto como en el pasado. Él mismo admitió durante un viaje a Denaín al día siguiente de la primera vuelta: “En 2017 no había un frente republicano, el frente republicano estaba en 2002. Hoy en día, no es el caso en absoluto”.
Sin embargo, esta es la idea que el presidente-candidato intentó resucitar en Marsella el sábado 16 de abril en el Pharo, tierra de Mélenchon. “El 24 de abril es un referéndum a favor o en contra de la Unión Europea, a favor o en contra de la ecología, a favor o en contra de la República, a favor o en contra de la juventud”, expuso Emmanuel Macron en tono serio para tratar de convencer a los que aún dudan en votarle.
Unos días antes del debate televisado del miércoles, los tenores de cada bando empezaban a probar sus argumentos. “Con Emmanuel Macron, tienes la voz de Europa en Ucrania; con Marine Le Pen, la voz de Putin en Europa”, declaró Gabriel Attal, portavoz del Gobierno, a su rival Jordan Bardella, presidente interino de la Agrupación Nacional.
Por su parte, Jordan Bardella atacó frontalmente a Emmanuel Macron, calificándolo de candidato “autoritario y extremista” que “ha hecho daño al país”. Es la respuesta a una semana de ataques selectivos contra Marine Le Pen y su proyecto por parte del equipo de Macron y de llamamientos a votar por Emmanuel Macron por parte de personalidades del mundo de la cultura o la política.
Marine Le Pen ha respondido a las críticas pidiendo al país que frene a Emmanuel Macron, retomando argumentos que suelen utilizar en su contra.
Marine Le Pen tiene previsto pasar el martes y el miércoles en una casa de campo preparando el debate televisado que, según ella misma admite, perdió en 2017. Será el punto culminante de la semana política. A los dos candidatos les quedarán solo dos días para hacer campaña.
Marine Le Pen celebrará un último mitin en el Paso de Calais el jueves 21 de abril, aniversario de la primera vuelta de las elecciones de 2002. Emmanuel Macron viajará a la Isla de Francia el martes, la víspera del debate.
El reto para ellos en esta recta final será ir también a por los abstencionistas, “el primer partido de Francia” en la primera vuelta con el 26% de los votos; es decir, 12 millones de potenciales votantes. Después, el sábado 23 de abril no podrán hacer campaña por ser la tradicional jornada de reflexión, y la segunda vuelta será el domingo 24 de abril. Convencer sin derrapar: ese es el objetivo de los dos finalistas ante un resultado que se prevé muy ajustado.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.