Seis misterios por resolver de Pedro Sánchez en la encrucijada de la legislatura
Con el panorama que pintan las encuestas, el primero sería si las próximas elecciones se celebrarán antes del otoño de 2023.
¿De verdad acabará Pedro Sánchez la legislatura? Con el panorama que pintan las encuestas, el primer misterio que tiene que resolver sería si las próximas elecciones se celebrarán antes del otoño de 2023. Entre los suyos los hay que apuestan a que no esperará a mayo de ese año, tras municipales y autonómicas y dan razones.
El segundo —aunque el orden no altera el producto en este caso— es quién es el número dos de su Gobierno. Tras prescindir de Carmen Calvo, se necesita una figura más empática que el mismo Sánchez o la propia Nadia Calviño y la empatía del presidente es un tercer misterio de difícil resolución; su cuarta incógnita sería cómo va a enfrentarse a Yolanda Díaz, si es que ésta siquiera es capaz de montar una plataforma en su entorno. Hay quienes piensan que Pablo Iglesias sigue meciendo la cuna y solo quiere votos a costa del PSOE; el quinto, sería con quién va a recuperar el voto femenino, diluido en el guerracivilismo feminista entre PSOE y Podemos.
Y por último, y no menos importante, qué estrategia tiene frente a todos esos problemas. Dicen los suyos que “la recuperación económica y los fondos europeos”. Eso ¿basta?
1. ¿Acabará la legislatura?
Casi nadie en la familia socialista cree que este Gobierno apure la legislatura. “Hay que estar muy preocupado porque el tiempo pasa a velocidad de vértigo. Por mucho que Pedro Sánchez diga que va a agotar la legislatura y que aguantará hasta otoño de 2023, en el PSOE ya tenemos experiencia de que no conviene arriesgarse cuando hay elecciones autonómicas y municipales en mayo. Hemos aprendido que no hay que hacerlo porque te pueden dar un hostión del que no te vas a poder recuperar en otoño”, explica un experimentado socialista, que cree que aunque parezca que queda tiempo para remontar no se puede perder ni un minuto.
Este insigne caballero forma parte de esa parte del partido que observa con inquietud el avance de Vox en las encuestas. “Hay un malestar social en sectores de clase media por cómo van las cosas. Hay una sensación de que el Gobierno está cometiendo el error de no explicar bien las cosas y se transmite cierta desorganización. Contábamos con que el voto de Ciudadanos se iría al PP, pero no con el constante aumento del partido de ultraderecha”, dice un senador ante la incertidumbre.
“No descarto siquiera que haya elecciones este año. Imagina que Castilla y León sale menos mal de lo previsto y lo mismo en Andalucía. Que Vox y el PP se comen uno a otro y Casado sigue bajo la presión de Ayuso; que en la segunda parte o fin de primavera, la economía reafirma el despegue y que la operación Yolanda Díaz no termina de cuajar. Pedro es capaz de apretar el botón y convocar elecciones, consciente de que 120 escaños o un pelín más, son su techo. Cualquier escenario es posible, no digo que este esté encima de la mesa como el primero, pero...está ahí”, argumenta una fuente próxima a Moncloa.
Los que se toman los datos con más tranquilidad se apoyan en que quedan dos años y que el electorado socialista es más crítico y por lo tanto está más desmotivado, pero cuentan con activarles cuando se acerque la fecha. “Los ciudadanos no tienen en mente ir a votar ahora y además están deprimidos y hartos con la sexta ola. El gobierno ha hecho muchas cosas y habrá que explicarlas bien y lograr que lleguen a la gente”, apunta un diputado en la órbita del poder.
2. ¿Quién es el número 2 del presidente?
Seis meses después del cambio de Gobierno del pasado mes de julio, los resultados de ese relevo no se ven y pocos los sienten. Continúa sin resolverse la principal incógnita: quién es el número dos de Pedro Sánchez. Por rango, se supone que Nadia Calviño. Pero “aunque lo intentó, si el presidente no tiene empatía, la de Nadia es similar. Es fría, una tecnócrata con todo lo bueno y lo malo, e incapaz de transmitir el relato político”, analiza uno de los grandes expertos en La Moncloa, y ex asesor de Sánchez. Quizá ese relato del Ejecutivo “debería haberlo tomado Félix Bolaños, el ministro de la Presidencia. Pero el nuevo gabinete del presidente —Óscar López y Antonio Hernando— no le dan mucha bola a Bolaños. Este ha nombrado a Fran Martínez de segundo y ni López ni Hernando le tienen en gran consideración”, explica otra fuente que sigue los pasillos del Palacio de La Moncloa. E Isabel Rodríguez, la ministra portavoz —”quizá el cambio más justificado porque Montero estaba muy quemada”, añade— tampoco ha logrado hacerse con el papel del relato político, por lo menos hasta ahora.
Sin embargo, tanto en el PSOE como en el Grupo Parlamentario, consideran que está muy claro que “Nadia es la número dos. Y ejerce, porque cuando hay algún tema que planteas a un ministro, a menudo este nos deriva a Nadia -cuenta un diputado socialista con mucha experiencia en Ferraz y en el Gobierno-. Es verdad que ella intentó al principio quedarse con el papel político y esa faceta no le va, pero que es la número dos, seguro. En cuanto al relato, está claro que lo tiene Bolaños. Lo demuestra cada día, porque es el interlocutor de todos los otros partidos en los temas importantes, incluida la reforma laboral”, defiende el diputado de partido, dejando claro que todo depende del cristal con que se mire la situación.
3. ¿Será posible que Pedro Sánchez parezca un poco más empático?
“Pedro tiene un problema de imposible solución porque es un tema de carácter: No sabe generar complicidad. Antes de ser presidente ya era así. Iba a un mitin y según terminaba desaparecía, no se quedaba ni un minuto charlando con la gente más próxima”, explica un dirigente territorial que ha vivido de cerca la frialdad que deja a su paso. La falta de empatía es un rasgo de personalidad que desconcierta incluso a la gente más cercana, con la que trata todos los días. A un colaborador muy próximo le ha pasado que estaba hablando de un suceso importante con el presidente y se ha cortado la comunicación y no se ha atrevido a volver a llamar por si acaso.
La dificultad emocional para tejer sinergias con los demás es también lo que le ha ido permitiendo cargarse, sin inmutarse, a medio Gobierno o a algunos de los que le acompañaron en su travesía del desierto. Ni un guiño en las despedidas o un detalle cariñoso como consuelo. ‘Hasta aquí hemos llegado’, es lo más que han escuchado algunos.
“Pedro es así, ya no va a cambiar. Aunque a veces lo intenta. En la entrevista en la SER el otro día tuvo un momento, cuando dijo que para él también había sido duro y lo había pasado mal... un segundo... pero él no puede cambiar en eso. A cambio, su fortaleza es el aguantar y su punto de cinismo para resistir sin ponerse rojo cuando cambia de opinión o miente obligado por las circunstancias. Ese punto es imprescindible en cualquier líder político que se precie y él lo tiene”.
En la última encuesta de El País, Belén Barreiro, directora de 40dB, escribía que “el Gobierno, pese a ser relativamente resolutivo, no resulta suficientemente acogedor, caluroso o empático”. Quizá los datos animen a la cara más visible del Gobierno a hacer un esfuerzo para resultar la mitad de empático de lo que resulta la vicepresidenta Yolanda Díaz. Lo que ya sería un triunfo.
4. Cómo enfrentarse a Yolanda Díaz y Pablo Iglesias
Si finalmente Pedro Sánchez decidiera adelantar las elecciones a finales de este año o antes de las de mayo del 2023, el Gobierno y el PSOE tendrían que hacer frente a otro problema urgente: cómo enfrentarse a sus socios de Gobierno, Podemos, representado por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz y “en la sombra por Pablo Iglesias. Quién crea que en Podemos manda Ione Belarra, Irene o la misma Yolanda, se equivoca. Yolanda tiene la imagen, pero no el poder en Podemos. La mano que mece la cuna sigue siendo Pablo Iglesias y como buen comunista que es, no dudará en sangrar al electorado socialista e ir de frente a por nuestros votos, en dividir a la izquierda”, explica otra fuente del Grupo Socialista, convencida de que el intercambio de votantes entre los bloques de izquierda y derecha es insignificante. Pero dentro de la izquierda, Iglesias está dispuesto a rascar única y exclusivamente en los caladeros socialistas. “Es lo que le pasa al PP con Vox. Los de Abascal saben que solo van a robar votantes a los de Casado, minimizado o desaparecido Ciudadanos”.
Esta opinión no le chirría demasiado a otro de los asesores de una de las grandes empresas de lobby y comunicación, con sede en Madrid. “No me sorprende, porque Yolanda debería de dedicarse a aglutinar a la izquierda del PSOE —los de Errejón, Teresa Rodríguez, IU— y extender esa plataforma o como quiera llamarla. Ella iba a ser el pegamento, pero en las últimas semanas se le han complicado las cosas, hasta el punto de que lo que dice y hace es un poco “naif”, como lo de vender que la reforma laboral es un éxito histórico”.
La misma fuente añade que es impropio de la imagen que se ha venido labrando Díaz, de mujer sincera y clara, publicitar el acuerdo sobre la reforma laboral como un éxito. “A futuro, los suyos pueden echárselo en cara. Hubiera sido más acertado que confesara que ha tenido que apostar por el consenso, que no quedaba otra, pero que desde luego no es lo que ella quería ni lo que iba buscando”, defiende este analista, para quien la posibilidad de una guerra civil entre las izquierdas por el mismo voto está abierta en estos momentos. “Si la ministra de Trabajo solo se centrara en el votante socialista sería un error. Ahora, lo que no sé es si Iglesias manda en ella. Influirá, pero tanto como mandar…”.
La duda de este experto quedará despejada en semanas, a medida que se recupere la lupa sobre los movimientos y las palabras de Díaz, aunque él mantiene que los temores del PSOE a Iglesias también responden a las broncas históricas y las sospechas brutales entre socialistas y comunistas.
5. Con qué rostro femenino recuperará Sánchez el voto de la mujer
En las últimas encuestas, el voto femenino se ha desdibujado. El del feminismo ha sido tradicionalmente un banderín del PSOE, sobre todo desde Zapatero y Pedro Zerolo, pero ahora Unidas Podemos y especialmente el ministerio de Irene Montero, el de Igualdad, llevan intentando quedárselo desde el primer momento. “Lo hemos dicho por activa y por pasiva, ha sido un desatino entregar el movimiento feminista a Podemos. No hemos hecho más que retroceder, cediendo el papel a unas mujeres que practican el adanismo, creen que ellas son las primeras en reivindicar las banderas feministas y en conjunto, las LGTBI. La Ley Trans de Montero ha sido un error que pagaremos. Lo he dicho tantas veces, que ya no digo más. Será palpable”, explica una ex diputada socialista, que ha madurado su vida y su carrera política en la lucha por los derechos de las mujeres y está muy, pero que muy enfadada. No es la única, hay bastantes, tanto pertenecientes a la generación de la desaparecida Carmen Alborch y la cesada Carmen Calvo, como las ligeramente más jóvenes, de la etapa Zapatero.
Y los expertos y analistas las comprenden. “El hecho es que pese a tener tantas mujeres en el Gobierno, Sánchez ahora mismo no tiene una que enfrente el feminismo y la popularidad de Díaz e incluso de Irene Montero. Se ha quitado del medio a Carmen Calvo y a Adriana Lastra, y algunos han sospechado que era justamente para limar asperezas con las nuevas feministas” —explica otro consultor, experto en “sanchismo”—. La misma fuente sospecha que la bronca alrededor de la Ley Trans de la que Montero hizo bandera, va a acrecentar el “guerracivilismo” entre las mujeres de izquierdas “y eso es letal”.
Las generaciones que defienden a los queer “por poner un ejemplo, son jóvenes en su mayoría y es un movimiento que aún tiene que madurar políticamente, aún no entran en la agenda política, puede que en cuatro o cinco años más, sí. Quizá ni siquiera Unidas Podemos sea capaz de captar ese voto y sin embargo, el estropicio no somos aún capaces de evaluarlo, pero preveo que puede ser letal. Encima enfrente hay un personaje como Macarena Olona, empoderada, gritona, que nadie manda en ella y bueno, veremos como va ese voto”.
6.- La estrategia y las circunstancias
Entre las mentes pensantes socialistas, preocupadas por la situación, hay quienes consideran que el Gobierno debería tener ya un plan para recuperar al electorado desmotivado. “Y sobre todo, no tocarle mucho las narices. Si está en juego perder las próximas elecciones igual hay que dejar las reformas más polémicas para después. Ya está justificada la legislatura. Ha sacado adelante 47 leyes en 2 años. Los presupuestos fueron respaldados por mayoría absoluta, un hito dados los números en el Congreso. La ley de la Eutanasia, la del Cambio Climático, la de la Violencia de Género, la Reforma Laboral… ya no necesita más”, afirma una fuente económica socialista.
Hay leyes pendientes de abordar que van a provocar problemas, como por ejemplo la reforma fiscal o la ley audiovisual. Además van a tener que pagar el peaje de los socios de Gobierno y se les va a seguir acusando de estar vendidos al independentismo, que es un asunto que genera mucho rechazo en general, tal y como muestran las encuestas.
“Yo iría a sacar adelante leyes más neutras como la de creación de empresas o la ley concursal, donde se puede encontrar más consenso”, apunta un senador temeroso de la que se viene encima, ya que el Gobierno debe aprobar más de 30 leyes para con Bruselas y que sigan fluyendo los fondos europeos .
“Si yo fuese el Gobierno pondría ahora mismo todos los medios y los esfuerzos en agilizar los fondos europeos porque tienen que hacer todo lo posible e imposible para que la mitad de esos fondos lleguen cuanto antes a las empresas, pues se creará empleo y volverá la alegría y la euforia a este país. El diseño del ingreso mínimo vital debería servir de ejemplo de lo que no hay que hacer, pues ha cambiado varias veces desde su aprobación y no hay sensación de que esté llegando a quien lo necesita”, asegura un destacado socialista.
Quede un año o dieciséis meses para la próxima gran convocatoria electoral, lo único cierto es que el tiempo va a tal velocidad que el reto no escrito para Sánchez es calcular los tiempos a velocidad sideral.