Sé un buscavidas
—Oye, Anxo, estamos buscando a un acordeonista para un pasacalles que se va a celebrar en esta ciudad por carnaval. ¿Tú sabes tocar el acordeón?
— No.
— Pagamos 2.000 euros. ¿Sabes tocar el acordeón?
— Por supuesto que sí. ¿Cuánto tiempo tengo? :-)
Esta historia, contada con un poco de gracia, es algo que me sucedió con veintipocos años en Galicia. Me ofrecieron la posibilidad de tocar el acordeón, nunca lo había hecho y pensé que, dado que ya llevaba tocando el piano desde los cinco y lo había aprendido de forma autodidacta, no podría ser tan difícil. Me equivoqué. Fue tremendamente difícil. Los bajos, esos botones negros que la mano izquierda aprieta, ordenados por hileras horizontales y columnas oblicuas, me resultaron algo terriblemente complejo de dominar. Si en la mano derecha las notas van de una en una, como en el piano (do-re-mi-fa-sol...), en la mano izquierda van de cuatro en cuatro (do-fa-si-mi-lare...) —lo que en matemáticas sería de tres en tres—. El día del pasacalles yo parecía estar más en un velatorio que en carnaval, con dolores de espalda por el peso del instrumento y con mi ceño fruncido contando las notas de cuatro en cuatro.
El tiempo que me concedieron para conseguir defenderme realmente no fue mucho, y durante mis horas de ensayo, las prácticas me resultaron francamente duras, pero el hecho de que tuviera tan poco tiempo no fue un infortunio, sino una bendición.
¿Tener poco tiempo fue una bendición?
Existe una correlación inversamente proporcional entre tiempo disponible y velocidad de avance. Cuando el tiempo es menor, avanzas más porque la presión es mayor. Para muchos fui un temerario al comprometerme a tocar profesionalmente un instrumento que desconocía, pero en eso consiste ser un buscavidas. Es una forma de arrastre, donde primero lanzas la piedra el día que te comprometes, y luego la sigue el cuerpo en el momento en que te buscas la vida para cumplir lo prometido. Quizás sea de locos, pero de no ser así, hoy tal vez estaría escuchando la preciosa música de acordeón sólo cuando otros desean producirla.
Esta historia encierra un mensaje interesante y muy positivo.
Las personas de éxito triunfaron no porque hicieron cosas cuando el momento era el más adecuado, sino porque las hicieron a pesar de no serlo.
¡Qué chico tan listo que ya conocía ese principio con esa corta edad!
En absoluto.
Cuando yo di mi temerario Sí como respuesta a la propuesta, no tenía ni idea de la lección que yacía detrás y que la historia, solo tras recordarla, me enseñaría años después.
#88peldaños
Ser un buscavidas es no dar un No por respuesta.
@ANXO