¿Se puede negociar con Putin? Las posibilidades y líneas rojas del diálogo sobre Ucrania
EEUU está animando a Zelenski a que sea más flexible y abierto en unos hipotéticos contactos con Moscú. No es nada inminente, sólo estrategia preparar el terreno.
La invasión rusa de Ucrania cumplirá en menos de dos semanas su noveno mes. Lejos quedan aquellos planes de guerra rauda, de paseo militar del Kremlin. Los analistas coinciden en que la contienda será larga y en que no hay ni vencedores ni vencidos -las víctimas sí, siempre-. No es un conflicto estancado, eso sí: Kiev avanza, con reconquistas amplias como la de septiembre en la zona de Jarkov y la toma, esta semana, de Jersón, la primera gran ciudad que se adueñaron los rusos. Los mapas se mueven a diario, entre las batallas y la anexiones ilegales.
En mitad de este escenario, en las últimas jornadas ha saltado un nuevo debate: el de si de debe o no negociar con Vladimir Putin, el presidente ruso. ¿Se puede acaso hablar con quien ha atacado un país soberano y, lejos de aflojar, moviliza más tropas y se anexa territorio? ¿Acaso está débil su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski, y es tiempo de ceder? ¿De dónde viene la idea?
Hay que remontarse al pasado domingo para poner contexto. El diario norteamericano The Washington Post desvelaba que la Casa Blanca le había pedido en secreto a Kiev que se “abriera” a negociar con Moscú, que hiciera una señal flexible con Rusia y abandonase su negativa pública a participar en conversaciones de paz a menos que el presidente ruso dejara el poder. Los comentarios de Zelenski de que negociar era impensable se han ido repitiendo desde que la mesa de negociaciones -primero en Bielorrusia y luego en Turquía- quedó en nada, ante la fiereza de los ataques. Luego, se conocieron masacres como la de Bucha o Mariupol o llegaron los refrendos en Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. “Imposible, imposible”, repetía. Decía el presidente ucraniano que le habían ofrecido “repetidas veces” a Rusia la oportunidad de hablar, pero que ya no más, porque lo que encontraban eran “respuestas locas con nuevos ataques terroristas, bombardeos o chantajes”.
Francia abonaba también el terreno, con su presidente, Emmanuel Macron, diciendo que Kiev, “en algún momento”, tendría que reanudar las negociaciones con Rusia, aunque matizaba que habría de hacerlo “en el marco de los términos y condiciones que elija Ucrania”.
¿Qué ha pasado desde que se publicó esta información? Que Zelenski se mueve y que dibuja líneas rojas para esas negociaciones, sí, complicadas, claro, propias del presidente de un estado invadido pero, también, recula en un punto esencial, hasta ahora irrenunciable: ahora ya no pide la cabeza de Putin para negociar la paz. El pasado día 10, el diario Kyiv Post -ucraniano pero escrito en inglés- citó fuentes de “dos funcionarios familiarizados con el asunto” que aseguraban que la postura del mandatario se estaba suavizando y que se debía a estas presiones del presidente de EEUU, Joe Biden.
Ahora hay cinco condiciones que impone Zelelenski para que las delegaciones de los dos adversarios se sienten. Son sabidas, de estos meses: restaurar la integridad territorial de Ucrania (total, no con las fronteras previas a la invasión del 24 de febrero, sino previas a la anexión de Crimea de 2014 y al control de prorrusos en el Donbás), apegarse al estatuto de Naciones Unidas, que Rusia compense por todas las pérdidas de la guerra, que se castigue a los criminales de guerra y se den garantías de que Kiev nunca más estará en peligro. Falta, a diferencia de posicionamientos anteriores, mencionar la condición de que Putin debe ser destituido de su cargo antes de empezar a hablar.
La información del diario ucraniano era muy jugosa, porque daba detalles que indicaban que sí, hay causa-efecto entre el toque de EEUU y la reacción de Zelenski. El cambio se produjo después de “días de negociaciones entre Kiev y Washington” que incluyeron una reunión la pasada semana del asesor de seguridad nacional de EEUU, Jake Sullivan, con Zelenski, en la capital ucraniana. Aún así, los funcionarios citados sostienen que EEUU no pidió esa renuncia explícitamente, pero sí dijeron al Gobierno de Ucrania que debe demostrar “más entusiasmo por poner fin al conflicto de manera amistosa y sensata”. “La idea es mostrar al escenario internacional, una vez más, que Ucrania, y no Rusia, es la parte que busca la paz”, añadió la fuente.
Para ya, no
Eso no implica que se estén moviendo los hilos para una reunión Zelenski-Putin en breve tiempo. El escenario de fondo no cambia, la guerra está encabritada en Dnipro, Mykolaiv o Donetsk, pero entre líneas se deja ver una estrategia por parte de Estados Unidos para ir preparando el terreno a lo por venir. Y lo por venir es mucho, desde la aprobación de nuevas ayudas militares a Ucrania a nuevas derrotas de Rusia, pasando por un invierno muy crudo en el que el mundo entero soporta las consecuencias económicas y energéticas de la contienda.
EEUU busca mostrar a la opinión pública un escenario de anticipación en el que Kiev no se cierra en banda a lo que tenga que venir, algo que ha enfatizado Zelenski repetidamente. Tampoco puede decir otra cosa, en mitad de una guerra que deja ya 100.000 víctimas entre muertos y heridos de las dos partes. Con estos datos, el jueves, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el general Mark Milley, volvió a lanzar el mensaje de “hablen”. “Debe haber un entendimiento mutuo de que una victoria militar, en el verdadero sentido de la palabra, puede no lograrse y debemos pasar a otros métodos”, incidía.
Ucrania no puede poner la alfombra roja a una negociación cuando es la invadida, cuando se le han quitado territorios y, además, está logrando más avances que su adversario. Lo contrario sería debilidad, cuando justo signos de eso es lo que llega desde Moscú. Pero Washington, según estas informaciones, busca que ponga menos barreras de cara a la galería. Que ahora hable de apertura ante “conversaciones genuinas” y no cite la marcha de Putin es un paso.
Las llamadas se entienden en un contexto de intentar calmar a un electorado que teme una guerra más larga y sus consecuencias -la inflación, el frío-. No hay que olvidar que la publicación del Post se produjo dos días antes de las elecciones de mitad de mandado en EEUU. El apoyo estadounidense no está cuestionado, es más, la semana pasada se anunció un paquete de ayuda militar de 625 millones de euros.
Con la nueva Cámara de Representantes por venir, puede ser que Biden no apruebe con tanta facilidad las ayudas a Ucrania o que tenga que rebajarlas, si ha de negociar con los republicanos, los virtuales vencedores en ese hemiciclo. No obstante, tiene ya planes para desbloquear las ayudas por decreto si hace falta. También, aunque luego ha habido marcha atrás, un grupo de demócratas le pedía a Biden “más diplomacia” en este entuerto. Así que menos reparos de Zelenski, expresados en público, no van mal para abordar la fatiga por llegar en estos meses.
Washington tiene especial interés en que todo acabe, más allá de por las razones obvias, porque mientras haya guerra en Europa los ojos del mundo se tornarán hacia Ucrania y Rusia, cuando la verdadera pelea y los mayores esfuerzos EEUU los quiere hacer en China. Quedó claro en la Cumbre de la OTAN de Madrid, el pasado junio.
“Misión imposible”
El Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas en alemán) publicó el pasado 8 de noviembre un informe en el que, directamente, califica de “misión imposible” las negociaciones Rusia-Ucrania en este momento. Recuerda para empezar que, hasta ahora, las condiciones rusas poner fin a la guerra “equivalían a la capitulación total y la disolución del Estado ucraniano”.
A saber: Ucrania debe deponer las armas, renunciar a cualquier intención de unirse a la OTAN, aceptar un estatus de neutralidad permanente, otorgar estatus oficial a la lengua rusa, reconocer a Crimea como Rusia y las llamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk como independientes -luego se las ha quedado, junto a Zaporiyia y Jersón-, y “desnazificar” y “desmilitarizar” el país. En otras palabras, “iba a sufrir un cambio de régimen a gusto de Moscú”. Y eso, si no ha cambiado, que no lo parece, es una burla a Kiev.
Por eso entiende que “se necesitaría un curso de acción sustancialmente diferente para cambiar” las cosas. Sin embargo, actualmente “no hay señales” de cambio. “Occidente ha afirmado el principio de nada sobre Ucrania sin Ucrania en las conversaciones con Rusia, así como lo ha subrayado repetidamente Joe Biden. En el futuro previsible, sus posibilidades seguirán estando limitadas a apoyar las negociaciones desde el margen”, dice.
Las negociaciones de paz siempre están determinadas por la situación militar, el equilibrio de fuerzas entre las partes en conflicto, así que la guerra acabará cuando las dos partes se sienten a negociar porque no puedan vencer en nada más. Cuando puedan hacerlo en las condiciones más ventajosas, añade. “Con sus últimas anexiones, Putin ha excluido cualquier posibilidad de nuevas negociaciones. Hasta que Rusia haya perdido toda esperanza de ganar la guerra en el campo de batalla, no hay perspectiva de una solución diplomática que preserve la condición de Estado, la independencia y la integridad territorial de Ucrania”, insiste.
Mientras tanto, Ucrania se debe centrar en mejorar el suministro de armas que le llega del exterior, determinante para su resistencia, porque eso puede cambiar el equilibrio de fuerzas y reanudar las negociaciones con fuerza, con buenas cartas. También, en que se mantengan los precarios acuerdos sobre el grano, clave para el mundo con hambre y para sus arcas. Todavía hay también opción de que haya más sanciones internacionales que también debiliten a Putin un poco más, al igual que hay margen para una labor diplomática que haga que los amigos de Rusia le presionen más para abandonar la contienda.
!La paz para Ucrania está muy lejos. Como demuestran las conversaciones hasta la fecha, la beligerancia de Moscú y su actitud desdeñosa hacia las conversaciones representan los mayores obstáculos para una solución diplomática. Pero Alemania y sus socios, en estrecha coordinación con Kiev, ya pueden prepararse para el momento en que las conversaciones vuelvan a ser posibles”. concluye.
Preparar el terreno. De eso iba todo esto.