Sánchez, la leyenda continúa
Hace ya diez meses, el 1 de octubre de 2016, que salió por la puerta de Ferraz porque lo devoró su propio partido. Ya saben que no hay nadie como el PSOE para ejercer de Saturno y engullir a sus propios hijos. Antes otros habían fenecido por los males de la endogamia, por un mal entendido sentido patrimonialista de las siglas o por las encarnizadas luchas intestinas...
Pero aquél Comité Federal, el de la caída de Pedro Sánchez, pasará a los anales de la historia y permanecerá durante años en la memoria colectiva. Y no sólo en la de los socialistas. A juzgar por los datos del último CIS, los españoles en general también simpatizan con el "renacido", con su viraje a la izquierda y con su disposición a entenderse con Podemos. Más que penalizarlo, como pronosticaron sus críticos, lo recompensan. Ya deberían saber a estar alturas que el deseo y los pronósticos de los cuadros y las élites no siempre coincide con el de los ciudadanos.
Porque si algo demuestra el CIS, más allá de valoraciones de líderes y tendencias, es que la leyenda de Pedro Sánchez sigue viva. Ahora, apostillan los suyos, se trata de mantenerla.
Ojo, que las encuestas son sólo encuestas. Cierto, pero marcan tendencia. Y, pese a que la economía ya está en crecimiento y el paro en descenso continuo, el barómetro de CIS revela, no sólo que Mariano Rajoy está achicharrado, sino que baja el voto de la derecha (tanto del PP como de Ciudadanos) y sube el de la izquierda (PSOE y Podemos).
El análisis de Sánchez, que en tres meses ha logrado reducir la distancia entre PP y PSOE a menos de cuatro puntos, no estaría tan desenfocado cuando defendió el "no es no", clamó por que la socialdemocracia recuperara el espacio de izquierdas que nunca debió abandonar y por no confrontar con la formación de Pablo Iglesias.
Si la tendencia del CIS se convierte en realidad, el mapa político venidero será radicalmente distinto: una izquierda que remonta el vuelo y que, por primera vez, supera a la suma de las fuerzas de la derecha justo en un momento en que PSOE y Podemos exploran ámbitos de entendimiento en el Gobierno de Castilla-La Mancha y estrategias conjuntas en el Congreso de los Diputados.
Los profetas del Apocalipsis tras el resultado de las primarias socialistas ya aventuran que esto es sólo un espejismo, que nada es como parece, que no se puede abandonar el centro político y que no es más que el efecto arrastre de la movilización que provocó el último congreso. Pero lo cierto es que, lejos de capitalizar los buenos datos económicos, el PP no consolida en absoluto sus expectativas electorales y cae 3 puntos frente a un PSOE que se sitúa en cabeza en intención directa de voto.
Es más: si se compara el último barómetro del CIS con el que el mismo organismo realizó en julio de 2014, las cifras no son tan halagüeñas porque, a diferencia de las de 2017, ni aquellas primarias ni el estreno de medidas como un militante un voto libraron al al PSOE de caer derrotado ante el imparable fenómeno de Podemos, que en aquella ocasión superó al partido de Sánchez en intención de voto directo.
Los socialistas, con Sánchez también recién elegido secretario general, bajaron entonces 5 puntos respecto a los datos de abril del mismo año -justo los que recuperan ahora-, en los que el PP apenas perdió, pese a que ya había dado muestras de su tibieza contra la corrupción, el dinero negro, los sobres en B y los mensajes de apoyo a Luis Bárcenas.
¿Recuerdan? El debate en la izquierda antaño era qué relación debía tener el PSOE con los "podemitas". Hoy, lo que domina es cuál será la forma de entendimiento que Podemos elija para relacionarse con la socialdemocracia. El temor, pues, al sorpasso está superado por completo, aunque ni el más entusiasta de los actuales inquilinos de Ferraz pronosticó jamás un CIS como el de este julio que ahora tanto celebran.
La apuesta del propio Sánchez hace tan sólo dos semanas era que el Centro de Investigaciones Sociológicas no daría a los socialistas más del 23 por ciento de porcentaje de voto (dos por debajo del 25 que ha pronosticado) y que al PP no le bajaría del 30-31 por ciento.
Pues igual es verdad aquello de que las leyendas crean a veces la realidad, y resultan más útiles que los hechos. Habrá que verlo...