Ribera: La adopción europea de las medidas españolas "ha acallado muchas tonterías"
La vicepresidenta sostiene que el Gobierno recibe "respeto” y "confianza" por sus planes energéticos, frente a quienes han tenido una "reacción más pasional que racional".
La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, celebra que Bruselas estudie generalizar medidas energéticas lideradas por España, algo que “ha acallado muchas tonterías” derivadas del “cortoplacismo” de la vida pública”, y ha defendido que a las energéticas no les ha de interesar “destruir su respetabilidad”.
“Ha habido mucha reacción más pasional que racional” entre las grandes empresas energéticas al saber que se iban a limitar sus beneficios extraordinarios obtenidos por el encarecimiento energético derivado de la invasión rusa de Ucrania, ha explicado la también ministra para la Transición Ecológica.
En una entrevista con Efe, Ribera ha defendido que, en cualquier caso, es “bastante incuestionable” que si uno preveía ganar 100 y resulta que al final va a ganar 1.000, se le pueda pedir que se quede en sólo 250. Y es que “a nadie le viene bien destruir la base de sus clientes, ni la base de respetabilidad que necesita para poder seguir siendo un actor social tan importante” como lo es una gran empresa de suministro energético, argumenta la ministra.
Ello explica que la Comisión Europea ya esté estudiando cómo limitar los llamados “beneficios caídos del cielo” logrados por las empresas gracias al precio disparado de la luz en el mercado mayorista, una medida que España anunció que haría antes de que Bruselas se pronunciara al respecto.
También se adelantó al pelear que se le permitiera crear una “excepción ibérica” junto a Portugal para limitar el precio del gas utilizado para generación eléctrica, algo que ahora muchos otros países piden que se generalice en Europa.
“Reequilibrio imprescindible”
Todo esto “acalla muchas tonterías que hemos oído en el espacio público”, guiadas “quizás por el cortoplacismo de la vida pública cotidiana” y que “contribuyen más a la desinformación y a la irritación, que a la búsqueda de soluciones”, afirma Ribera.
En su opinión, ha habido “alguna reacción muy airada por parte de algunos actores” que se ha venido “amainando” a medida que la OCDE, el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión “han ido haciendo suyas” estas propuestas, que luego hay que acabar de plasmar en un texto articulado, algo que no es sencillo.
“Se ha puesto de manifiesto -añade- que esto no son medidas del Gobierno español fuera de contexto” o fruto de un “intervencionismo terrorífico” o “ideológico, como se ha dicho”, sino que es una “cuestión de reequilibrio imprescindible” en un momento tan complicado en el que “hay que velar por el bienestar de los ciudadanos (...) y por la supervivencia del tejido empresarial”.
“Estamos sintiendo respeto” por las propuestas españolas y también confianza “en la continuidad de esas medidas”, asegura la ministra, que se alegra de que la Comisión esté planteando adoptarlas porque “una respuesta europea siempre es la más eficaz, con más capacidad de impacto, (...) más sentido y más potencial”.
En ese sentido, considera “extraordinariamente positivo” que en la reunión extraordinaria de mañana, viernes, del Consejo europeo de Energía se vaya a transmitir el mensaje de que “los Gobiernos debemos velar para que la regulación no provoque situaciones tan paradógicas” como que “un incremento disparatado de los beneficios de grandes compañías sea sufragado por un crecimiento exponencial del precio que pagan los consumidores”.
Un éxito de excepción
Hay muchos países europeos que están proponiendo una extensión de la llamada excepción ibérica al resto de Europa, algo que la ministra atribuye a que “es un éxito”, ya que es “el mecanismo más limpio, más sencillo y más automático”, y particularmente eficaz para los sistemas en los que las tecnologías sin combustibles fósiles tienen una mayor presencia.
De hecho, si estuviera funcionando en el resto de Europa el escenario sería “mucho más tranquilizador para todos”, particularmente en países como Francia o Suecia, y es mucho más sencillo que el modelo por ejemplo de Grecia, donde los límites se establecen en función del coste-beneficio de cada tecnología.
Por todo ello, la ministra dice estar “tranquila” con que, “en principio, desde la Comisión se van a respetar los sistemas que se están aplicando en cada Estado miembro”.
Y explica que el hecho de que Bruselas permita que el límite a los beneficios extraordinarios no se aplique ya a los generados en 2022 es un puro “ejercicio de pragmatismo” para dar margen a países que no van tan adelantados como España en el diseño de ese mecanismo.