Naranja oscuro casi negro: Ciudadanos desaparece de la Asamblea y pone en peligro su futuro
La formación 'naranja' pierde 26 escaños y cerca de medio millón de votos. Bal defiende su estrategia y emplaza a volver a votar en año y medio.
El color de Ciudadanos ha cambiado desde esta noche. El naranja que sirve como seña de identidad ha tornado en un tono mucho más oscuro, casi negro, después de consumarse el más absoluto de sus fracasos. Cs desaparece de la Asamblea de Madrid incapaz de llegar al 5% de votos que fija la ley electoral como mínimo para tener representación.
La aparición de Edmundo Bal como relevo a la desesperada de Ignacio Aguado no ha evitado el batacazo, que podría tener consecuencias más graves a partir de ahora, con un partido en serio riesgo de descomposición tras encadenar los fiascos de las últimas generales, Galicia, País Vasco y, aún más doloroso, Cataluña.
Consciente del riesgo, uno de los primeros mensajes ‘en caliente’ del propio candidato madrileño ha sido de tranquilidad: ha emplazado a sus electores a volver a votar “en año y medio”, cuando “Ciudadanos estará otra vez donde siempre, donde nos quiere la gente”.
Visiblemente emocionado, Bal ha defendido su estrategia frente a los radicalismos y aunque “hemos hecho una magnífica campaña electoral”, ha admitido que “no hemos sabido transmitir la utilidad que tiene el centro político. La gente no se ha dado cuenta que el futuro de España y Madrid está en esa falta de radicalidad”. Sin caer en grandes titulares, se ha limitado a definir como “noche dura para el centro político” el enorme revés salido de las urnas.
Ciertamente, la gente no se ha enganchado al ‘efecto Bal’. Ciudadanos ha perdido sus 26 escaños y medio millón papeletas en apenas dos años en los que ha sido socio de gobierno de Díaz Ayuso. Ni siquiera se ha quedado cerca del corte exigido, ya que apenas ha sumado un 3,5%, al tiempo que su excompañera de gabinete se disparaba hasta rozar la mayoría absoluta con 65 diputados.
No por previsto, el desastre es menos doloroso en las filas naranjas. Todo comenzó en Murcia, con una moción de censura auspiciada por Cs en marzo que, cosas del ‘efecto mariposa’ de la política, dio lugar a un adelanto electoral en Madrid. Desde entonces, ninguna encuesta auguraba otra cosa que ruina, pero aún quedaban optimistas agarrados a la ilusión de, al menos, mantener representación. O eso trataba de vender Bal para no perder el apoyo de los ‘últimos’ fieles.
El diputado nacional y antiguo abogado del Estado se dispuso desde el comienzo de la campaña en medio de todo y su estrategia no ha convencido a nadie. Pocas malas palabras ha recibido Bal en estas últimas semanas, tan pocas, podría decirse, como papeletas. Jugó el rol de moderado y moderador frente a la crispación más absoluta sin resultado, porque nada ha funcionado para un partido a la deriva. Ni siquiera su último recurso de ofrecerse como necesaria alternativa a Vox para que Ayuso pactase con ellos y no con la ultraderecha.
“Hice el salto sabiendo que hacía lo correcto y hoy sigo pensándolo, a pesar del mal resultado. Voy a seguir trabajando, porque sabemos que esto es lo correcto, la concordia, la sensatez, ser antídoto de los extremos. Sabemos que este es el futuro de España. Aunque el resultado esta noche sea malo, mañana nos vamos a levantar para seguir trabajando por lo mismo”, ha añadido en su intervención sin preguntas.
Cómo ha evolucionado el voto de Ciudadanos
Datos al 99,85% de escrutinio
Desde aquel mayo de 2019 han pasado dos años, pero parecen mil. Aquellos fueron tiempos felices para Ciudadanos. Aupados por el subidón electoral logrado en las generales del 28-A, donde fueron tercera fuerza, la lista de Ignacio Aguado se convirtió también en la tercera fuerza en Madrid con 629.940 votos y el peso necesario para ser llave de gobierno. Su importancia se evidenció en los pactos postelectorales: vicepresidencia y otros cinco consejeros.
Para Aguado y compañía aquello fue un triunfo rotundo, multiplicando los resultados de cuatro años antes. En 2015, los primeros pasos formales de Ciudadanos en las autonómicas, habían logrado unos ilusionantes 17 diputados y 385.836 sufragios.
La fotografía del 4 de mayo de 2021 tampoco puede compararse con otra noche negra, como fue la de las generales de noviembre de 2019, que certificaron el hundimiento político de Albert Rivera. De abril a noviembre pasó de 57 a 10 escaños. Ahora, aquellos datos que se calificaron de ‘desastrosos’ se hubieran celebrado en la sede que el partido tiene al lado de Las Ventas. El derrotado líder naranja compareció, ya con su dimisión en la cabeza, con el respaldo de 319.310 votantes en la región, más del doble de los ni siquiera 130.000 en estas autonómicas.