El secreto para mejorar la salud está en la nariz
Cómo la respiración puede mejorar tu calidad de vida.
La forma en que la que te sientas cada día delante del ordenador perjudica seriamente tu salud. Probablemente no seas consciente, pero la postura que adoptas para mandar emails o para mantener reuniones por Zoom, con los hombros encorvados hacia delante y la cabeza ligeramente adelantada, dificulta que el aire entre por la nariz y acabas respirando por la boca.
¿Y qué más da si lo importante es que al final el aire entre y salga de los pulmones? Pues importa, y mucho más de lo que imaginas.
Ser respirador bucal acarrea problemas de salud, y esta realidad afecta a casi la mitad de la población, como reflejan dos estudios independientes realizados en Brasil en 2005 y 2010. Las causas son muchas: desde esa mala postura adoptada al escribir emails a la obstrucción nasal pasando por el estrés, las alergias, el aire seco, la contaminación o incluso la forma de nuestro paladar, que crece hacia arriba (en V) porque la evolución y sobre todo la alimentación basada en dietas blandas han cambiado nuestra fisonomía. Las mandíbulas se desarrollan menos, las bocas no son lo suficientemente anchas y el paladar termina ascendiendo, lo que impide el desarrollo de la cavidad nasal, explica el periodista científico James Nestor en el libro Respirar (Planeta).
Sea por una u otra causa, respirar por la boca acarrea problemas de salud, que el propio Nestor vivió cuando se apuntó a un experimento médico que le obligó a pasar un mes con la nariz taponada respirando única y exclusivamente por la boca. En la primera semana ya notó los efectos.
“Mi presión arterial se ha disparado una media de trece puntos, lo cual me deja en una fase 1 de hipertensión. De no controlarlo, este estado de presión arterial crónicamente elevada puede provocar ataques al corazón, derrames cerebrales y otros problemas graves. La variabilidad de mi frecuencia cardiaca, un indicador del equilibro del sistema nervioso, se ha desplomado, lo cual hace pensar que mi cuerpo está en estado de estrés. Luego está mi pulso, que se ha incrementado, la temperatura corporal que ha disminuido y la claridad mental, que ha tocado fondo”, enumera el autor, que convertido en respirador bucal empezó a roncar, a fatigarse al hacer ejercicio, a tener más sed y a sufrir dolores de estómago.
Al experimento, guiado por el doctor Jayakar V. Nayak, jefe de investigación rinológica de Stanford, llegó tiempo después de que su médico le dijese: “Te vendrían bien unas clases de respiración”. “En ese momento mi vida era un poco como la de cualquier persona que vive en una ciudad. Mucho trabajo, mucho estrés, pero también estaba haciendo ejercicio, me estaba alimentando de manera correcta y durmiendo ocho horas al día. Aún así enfermaba todos los años con bronquitis y neumonía moderada. La cuestión es que me decían que era normal sufrir estas enfermedades respiratorias”, explica.
Diez años después de recibir aquella recomendación, su vida ha cambiado totalmente como muestra en el libro que subtitula La nueva ciencia de un arte olvidado, y que asegura no pretende centrarlo en su viaje: “Como periodista científico quería que se basara en los datos y estudios, y en los expertos”.
Su vida después de aquellas clases, y de lo aprendido en los cinco años de estudio que invirtió para escribir Respirar, ha cambiado. “¿Esto va a hacer que todo el mundo vaya a experimentar los mismos beneficios? No necesariamente. Tampoco se puede decir que llevar una alimentación saludable o hacer mucho ejercicio nos haga tener una salud perfecta, ni va a arreglar nuestros problemas. Yo diría que la respiración es un pilar más, junto con la alimentación y el ejercicio físico, para tener una mejor calidad de vida”, añade.
Un mundo de malos respiradores
Para ello, lo primero es tomar conciencia de cómo inhalamos y de cómo exhalamos. “Es lo más importante”, explica Nestor, quien sugiere que al tomar conciencia “nos vamos a dar cuenta de que somos muy malos respiradores”.
Esto no es sólo porque muchos respiremos por la boca. Nuestra capacidad ha ido cambiando y la manera de hacerlo ha empeorado desde la Revolución Industrial. “El 90% de nosotros —muy probablemente yo, vosotros y casi todas las personas que conocéis— lo hacemos de forma incorrecta y este defecto está o bien causando o bien agravando una lista de interminables enfermedades crónicas”, añade en el libro.
“Está claro que muchos de nosotros podríamos hacerlo mejor, de manera más eficiente”, explica el periodista. “Por lo visto estamos haciendo un sobreesfuerzo, estamos sobrerrespirando. Esto hace que aumente nuestra tensión, nuestro ritmo cardiaco y que estamos gastando más energía para al final hacer las cosas peor. El objetivo debería ser respirar de manera más eficiente. En ese sentido, considero que el que seamos malos tiene que considerarse como una oportunidad para mejorar y lo que intento es aportar la información necesaria para que así sea”, añade.
La buena noticia es que esos problemas que acarrea la mala respiración son, en su mayoría, enfermedades modernas que “podrían reducirse o revertirse cambiando la manera en que inspiramos y aspiramos”. Cita como ejemplos el asma, la ansiedad, el trastorno de déficit de atención por hiperactividad (DDAH) o la psoriasis. Pero no son los únicos problemas de salud que pueden mejorar si se adopta una buena técnica. También se tratan escoliosis, dolores de cabeza o algunas enfermedades pulmonares, pero respirar mejor no siempre es la cura, también es la prevención, como el ejercicio físico y la alimentación saludable
Respirar bien para vivir mejor
Precisamente “respirar mejor” es el consejo que el doctor Andrew Weil asegura daría a sus hijos si sólo pudiese darles una clave para tener una vida más sana.
Y por respirar mejor se entiende hacerlo de manera más eficiente. “No es ni respirar de más ni respirar de menos, es hacerlo acorde a las necesidades de nuestro organismo”, explica Nestor, que recuerda que lo primero que hay que hacer es cerrar la boca. “Es inhalar por la nariz, que al final es la manera más sencilla de hacerlo. Si lo piensas hiperventilar por la nariz es complicado, sin embargo hiperventilar por la boca es una cosa muy habitual”.
“La nariz es crucial porque limpia el aire, lo calienta y lo humedece para que sea más fácil de absorber”, escribe Nestor. “La mayoría lo sabemos, pero lo que mucha gente no sabe es el papel inesperado de la nariz en problemas como la disfunción eréctil. O cómo puede desencadenar una cascada de hormonas y sustancias químicas que reducen la presión arterial y facilitan la distinción. Cómo responde a las fases del ciclo menstrual de las mujeres. Cómo regula la frecuencia cardíaca, abre los vasos sanguíneos de nuestros dedos de los pies y almacena recuerdos. O cómo la densidad de los pelillos que tenemos en la nariz determina si sufriremos asma”, añade en el libro.
El problema ha sido que nadie nos ha enseñado a respirar ni los beneficios de hacerlo correctamente. Diría que respirar es algo tan sencillo y tan simple que no le damos importancia. Las cosas más obvias y más sencillas, que están ante nuestros ojos, por alguna extraña razón consideramos que no son significativas o no son importantes. Nos cuesta pensar que algo tan sencillo puede ser tan poderoso”, explica.
“Podríamos hacer un paralelismo con lo que pasó con la alimentación durante décadas. Muchos médicos consideraban que no importaba qué comíamos si luego tomábamos un suplemento con las vitaminas necesarias. Ahora sabemos que es falso y estamos volviendo a la forma de comer de nuestros antepasados, los alimentos sencillos, más naturales”, apunta Nestor, que está convencido de que “con la respiración podría pasar algo similar”.