Repatriando turistas en tiempos del COVID-19
Los españoles tenemos una capacidad especial de crear problemas por malas decisiones que luego pasamos como si nada a otros.
Los españoles demandamos en general bastante. Demandamos del Gobierno, del cole de nuestros niños, del ayuntamiento, de nuestros amigos y familia, y la culpa de cualquier fallo es de los otros sin duda alguna.
Tenemos una capacidad especial de crear problemas por malas decisiones que luego pasamos como si nada a otros y así nuestro problema, aparte de ser el suyo, nos permite desahogarnos vociferando y poniendo a caer del burro al pobre estamento desgraciado al que asignemos la chinita de la culpabilidad.
La crisis del coronavirus ha servido para esta causa con creces. Hemos visto en nuestros Facebook, Twitter, WhatsApp, las quejas desesperadas (y justificadas en la mayoría de los casos) de gente que se ha quedado involuntariamente y sin culpa alguna aislada o sin posibilidad de volver a su país desde lugares a veces remotos y peligrosos en plena pandemia. También hay una minoría de casos de grupos de gente que deliberadamente decidieron viajar justo antes de la pandemia para no perder sus vacaciones y que ante la oferta de vuelos de repatriación organizados, prefirieron esperar a que “Papa Estado” pusiera más vuelos en una fechas que convengan mejor.
El esfuerzo por parte del Ministerio de Exteriores ha sido a contrarreloj, y en ocasiones probablemente han hecho vista gorda a algunos casos debido al riesgo mínimo de nuestros ciudadanos en algunos países. No es lo mismo quedarse desprotegido en Perú o Filipinas que en Suecia o Alemania.
Igual que las cámaras van al barrio de Salamanca para proveernos de escenas míticas de la España profunda, como la del Pijo Manteca (personaje golpeando con palo de golf al mobiliario urbano), acuden también rápido a sacar tajada de noticias con critica a Gobierno, embajadas, y demás.
En 2020 es posible fletar aviones a base de usar tu teléfono móvil. Incluso el precio del viaje no va a ser exorbitante si hay gente suficiente para volar y se puede hacer sin tener que menospreciar o apuntar con dedos acusadores a nadie.
Hace unas semanas leía un caso de una familia con niños pequeños que decidieron viajar a una isla paradisíaca donde no hay nada, y eso buscaban, paz y tranquilidad a golpe de talonario. Con muchas escalas, con muchas compañías diferentes, y esto semanas después de conocer que en la lejana China parecía que comenzaba una enfermedad rara con pinta de pandemia, y que ya estaba extendiéndose en la cercana Italia. Tras semanas de demasiada paz y tranquilidad demandaban el retorno.
Al mismo tiempo, amigos míos rompían en cachitos sus billetes a destinos en los que invirtieron ahorros y tiempo planeando, evitando cualquier riesgo perdiendo dinero y tirando por la borda unos días en un país al que le tenían muchas ganas… por esa aburrida capacidad de ser gente responsable y no arriesgar tu salud y la de los demás como algunos hacen.
Yo mi simpatía la tengo claramente por la gente responsable y no por la señora que en Perú decía a cámaras del país andino que ella había ido de vacaciones y no se iba a encerrar a hacer cuarentena, y que si era obligada pondría el grito en el cielo en contra de Perú.
No me costaría creer que la señora turista en Perú, y la familia de exóticos viajeros. hayan estado en Núñez de Balboa con sus cacerolas pidiendo libertad.
En los medios elegimos lo que decimos, y escondemos lo que destrozaría nuestra historia. Elegimos las razones loables para organizar estos viajes, pero dejaremos en el tintero que quizás no deberíamos en ningún momento haber volado a este destino en plena crisis, pero la autocrítica aquí no existe...
Los consejos de residentes en el exterior (CRE) hemos estado comunicando las necesidades en diferentes países, y a través de nuestras redes de comunicación nos estamos ayudando con dudas acerca de cómo fletar aviones, o aprendiendo del caso del Consejo de Residentes de Países Bajos, que sin la lupa de los medios encima montaron un autocar para ayudar a muchos españoles a volver a España.
En el CRE del norte de Reino Unido, al haber vuelos diarios desde Londres, no ha hecho falta trabajar en la repatriación de ningún ciudadano ya que el servicio, aun cuando se ha reducido, sigue existiendo… pero esto no quita que hayamos recibido mensajes de gente que quiere volar desde su aeropuerto local y quiere que ese vuelo sea pagado por los contribuyentes.
Los CRE han ayudado en muchos casos fuera de su ámbito de actuación y se ha ayudado a turistas y no solo a los residentes que nos votan cada 4 años; y sí, muchas veces nuestra ayuda ha llegado a gente que escuchaba de nuestra existencia por primera vez.
La atención ofrecida para repatriar a turistas o residentes temporales ha sido grande, y los españoles residentes en el exterior lamentamos que a nosotros no se nos haga un caso parecido ante las muchas necesidades en cambios legislativos que requerimos, como por ejemplo en la ley de nacionalidad o voto rogado. Nuestros vuelos para reunirnos en el Consejo General de la Ciudadanía Española en el exterior pararon en junio de 2018.
Evidentemente, esperaremos que en próximas pandemias o crisis mundiales la gente sea más prudente a la hora de hacer viajes innecesarios y poner en riesgo a sus familias y al resto de la gente con caprichos fuera de tiempo. No esperaremos que no se critique cuando hay que criticar a instituciones, pero si se hace, que se haga con datos y se expliquen los esfuerzos que estas instituciones han hecho por los ciudadanos en el exterior, y más importante aún, sepamos contextualizar y entender el momento de presión a nivel mundial que vivimos, sabiendo que nuestros ombligos no son ni más bonitos ni más necesarios en este mundo que los del resto de la población.