Reino Unido en 2020, y aquello de "cuando se acaba el camino y el tonto sigue…"
¿Quiere Reino Unido estar en 2021 sin tratado comercial alguno con la UE y con sus ciudadanos sin poder viajar por Europa debido a sus altas tasas de infección de coronavirus?
Reino Unido hace las cosas al revés o a su manera, o algunas veces espera a ver qué hace todo el mundo para ser originales y no seguir el camino impuesto por nadie.
El problema es que llevan tres o cuatro años empeñados en llevarlo a extremos insospechados. Da igual que la cordura o la ciencia o la misma economía les muestre la manera lógica de seguir adelante… ellos cogen una dirección, y siguen esa dirección en línea recta, haya camino o no, aunque haya que pasar por lodazales, tierras movedizas o nadar y mucho para llegar a la lejana orilla. Si dicen que es por allí, brújula en mano no se desviarán ni un ápice, y lo han demostrado con el Brexit y el coronavirus.
La dirección ahora no cambia, pero los bandazos han existido y no son monopolio de un partido en concreto en Reino Unido. En los dos partidos mayoritarios el apoyo a salir de la Unión Europea ha ido variando en el tiempo. A principios de los 80 eran los laboralistas los que querían salir, y esto Margaret Thatcher lo utilizó para conseguir el “cheque británico”, que era una rebaja en la contribución de Reino Unido a las arcas de la entonces CEE. Tras conseguirlo, el apoyo para estar en la CEE en 1987 era ya un 47% frente a un 39% de “brexiteers de los ochenta”.
Su economía en los años 90, en pleno britpop, era la envidia de Europa y del mundo, y eran grandes adalides del proyecto europeo, con un 53% de los ciudadanos a favor de seguir y solo un 32% a favor de salir durante el mandato de Tony Blair, y que bajo a un 46% de apoyo tras la creación del euro. Incluso en los tiempos de Gordon Brown como primer ministro, esta mayoría en septiembre de 2007 seguía siendo amplia.
Pero entonces llegan las crisis financieras de 2008 y los movimientos populistas empiezan a volver a utilizar el odio al emigrante como herramienta para lograr sus objetivos.
Tras la unión de países del este de Europa que contribuyó a que Reino Unido pudiera llenar miles de puestos vacantes en zonas rurales, atrayendo mano de obra e impuestos, el dedo acusador de los xenófobos fue buscando a los trabajadores europeos, que tan pronto “venían a cobrar el paro y recibir ayudas” como “a robarnos el trabajo”… ¿os suena? El emigrante vago al que le ponen el piso con piscina y miles de euros caídos del cielo, pero que al mismo tiempo nos quita el trabajo… el inmigrante de Schrödinger.
El resto de la historia del Brexit nos la sabemos, y parece que siguen la dirección hacia un Brexit sin tratado alguno y a las bravas.
Y en 2020 tenemos una nueva crisis mundial creada por un virus minúsculo. ¿Dirección a tomar? Esperamos y vemos qué dice el sentido común... y cogemos directamente la dirección contraria, y que es paralela a la de la salida de la UE.
La lógica dice aislamiento e higiene, pero Boris está ahí, como un campeón dando la mano a todo el mundo en hospitales con pacientes de COVID-19. El asesor principal de Boris no es desconocido. Es Dominic Cummings, el ideólogo de la campaña del Brexit. El cerebro maquiavélico que planea para ganar, nunca para convencer ni mucho menos para hacer lo correcto.
Y pasan semanas, y tras decir que la estrategia es la “inmunidad de rebaño”, se retractan tras ver que hay reinfecciones. Se retractan verbalmente y sus actos confirman que no han variado el plan. Con más muertos que los que había a diario en España hace tres o cuatro semanas, siguen con una desescalada (irónico ya que no hubo escalada alguna) y nos dicen que la tasa de infección sigue superando el 1 en diversas áreas como el sur o el noroeste de Inglaterra.
Pero los planes para reabrir escuelas siguen a pesar de que muchos ayuntamientos decidan retrasarlo, siguiendo la señal de los padres de no arriesgarse a mandar a sus hijos al matadero… ya sabemos que no les afecta a corto plazo tanto, pero nadie sabe nada del largo plazo.
La ruptura con la UE también parece ir de la mano con una ruptura respecto a la estrategia de sentido común que ha hecho que haya días que entre todos los países de la UE juntos tengan menos muertos diarios que Reino Unido solo.
Pero con tal de no hacer caso a Alemania o a España, o a los burócratas de Bruselas, son capaces de seguir con la venda en los ojos dirigidos al aislamiento económico, y quién sabe si también total del resto de territorio europeo, que haría bien en blindarse y no aceptar el movimiento de ciudadanos de un territorio que a pesar de borrar la COVID-19 de los titulares de periódicos, siguen sufriendo el virus como si estuvieran en América y no Europa.
Imaginemos un mundo sin una vacuna por un tiempo y un Gobierno británico que siguiendo su dirección no revalúe nunca su defensa ante el virus y, como con el Brexit, no vea las señales de humo que el resto del mundo le está dando para rectificar el camino equivocado.
Esta semana ya se esta negociando con EEUU un tratado comercial que, sin escuchar el sentir popular de las islas, ponen encima de la mesa el pollo clorado y productos que en la UE están prohibido por su peligro para la salud pública.
Parece que el camino recto, sin desvíos y sin navegador de Boris Johnson converge con el camino del otro rubio “de moda”, el tal Trump.
¿Quiere Reino Unido estar en 2021 sin tratado comercial alguno con la UE y con sus ciudadanos sin poder viajar por Europa debido a sus altas tasas de infección de coronavirus? ¿Y si añadimos que este mismo diciembre puede quedarse sin su mayor aliado político y comercial si se vota con sentido común y Trump no sale reelegido?
El camino puede llevar a lugares inhóspitos y un panorama desolador… con plena soberanía y libras esterlinas y pasaportes de color azul diseñados en Francia y hechos en Polonia, pero de color azul… en esto se resume el Brexit.