Lo que la reina Letizia quiere transmitir (y lo que transmite) con su estudiada imagen en la crisis del coronavirus
Sus 'looks' y su lenguaje no verbal la han alejado de los ciudadanos, cuando lo pretendido era lo contrario.
Fue el 26 de marzo cuando la vimos trabajar por primera vez desde el despacho del rey. A Letizia, como al resto del mundo, la crisis del coronavirus y el confinamiento le pusieron patas arriba su agenda de trabajo y se vio obligada a suspender audiencias, encuentros y viajes. Desde entonces, ha ocupado sus jornadas laborales con videoconferencias casi diarias con personalidades, organizaciones e instituciones implicadas en la lucha contra la pandemia y sus consecuencias sociales, limitando extraordinariamente sus salida. Quizá la situación empiece a cambiar y sean más frecuentes las salidas ahora que Madrid estrena la fase 1 y las restricciones de movilidad empiezan a relajarse
Sentada en la mesa de su moderno y aséptico despacho, habilitado en su propia residencia del Pabellón del Príncipe, o junto a su marido, Felipe VI, en el lugar de trabajo del rey en Zarzuela, Letizia ha revelado una nueva faceta de su papel como reina, con una imagen menos sofisticada, alejada de exclusivos vestidos, tacones imposibles, peinados elegantes y deslumbrantes joyas.
Estilismos discretos y sencillos en época de crisis
Durante estas últimas semanas hemos visto a Letizia lucir una imagen sencilla pero formal, con correctos looks de trabajo que han seguido siempre el mismo patrón: colores, sin ninguna concesión al color, salvo un jersey de cuello alto rojo que vistió el 31 de marzo, o a estampados alegres.
Pantalones rectos, zapatos planos, chaquetas americanas y camisetas han sido su uniforme estos días. Además, durante estos dos meses siempre la lucido manga larga —aunque las temperaturas advirtiesen que era el momento de despojarse de ellas—, escotes discretos —o ausentes— y prendas que no dejaban marcar su cuidada silueta. Con todo esto, parece que la reina ha querido mandar un claro mensaje. Ni es luto pero sí solidaridad con los enfermos y familiares de los fallecidos por la Covid-19, y preocupación y dedicación máxima con todo lo vivido.
Letizia tampoco ha sido generosa con las joyas y complementos, y siempre ha llevado su inseparable anillo de Karen Hallam, regalo de sus hijas, o discretos pendientes, como el par de oro blanco y diamantes que tiene desde hace años excepción y los pequeños aros que comparte con su hija mayor.
También se ha mostrado constante y sencilla con su peinado y su maquillaje. El pelo suelto, peinado con raya, dejando ver sus ya famosas canas y un maquillaje muy natural han sido la norma con la que ha parecido querer mostrar que los cuidados y el aspecto físico ahora están en segundo plano.
Llama la atención la sobriedad de la monarca española respecto al resto de casas europeas. Kate Middleton no ha cambiado su estilo y ha mostrado su predilección por los vestidos floreados y primaverales en cada una de sus apariciones públicas durante el confinamiento. Tampoco lo ha hecho Máxima de Holanda, que no ha renunciado a sus coloridos vestidos y complementos llamativos.
No hay lugar para la espontaneidad
De la misma manera que la forma de vestir de las monarquías británica y holandesa ha quedado lejos de la adoptada por Letizia, las imágenes distribuidas durante el confinamiento también las han distanciado. Kate y Máxima siempre han lucido la mejor de las sonrisas y se han mostrado espontáneas en gestos y palabras, queriendo contagiar de optimismo y ánimo a sus interlocutores.
Seria y prudente con sus expresiones y actitud se ha mostrado Letizia en cada una de las videoconferencias en las que la hemos visto participar. Y, según las fotos distribuidas por Casa Real, poco ha cambiado la reina el gesto, independientemente del día o de los acompañantes. Cierta mirada de interés y preocupación, manos apoyadas en la mesa o sujetando un lápiz, y postura corporal impecable sin dar lugar a la espontaneidad se han repetido día tras día.
Para César Toledo, consultor de comunicación política y experto en lenguaje no verbal, ese lenguaje gestual ha conseguido precisamente todo lo contrario de lo que perseguía: demostrar su solidaridad y cercanía con los ciudadanos. “En todas las imágenes se muestra con su habitual inexpresividad facial y rigidez postural, y no se consigue entender a qué se debe ni qué pretende. Con esos dos recursos tan forzados, sólo puede transmitir distanciamiento emocional y desconexión cognitiva”, afirma tajante.
Cree el experto que la reina tendría que haber ofrecido una imagen más cercana y auténtica, y que para eso tendría que haber conectado “desde su despacho personal en su residencia privada, con equipos portátiles y un vestuario más informal, como han hecho los reyes de Holanda, los duques de Cambridge o el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Y también habría ayudado distribuir las imágenes con audio, con fragmentos de las conversaciones informales mantenidas estos días con líderes de nuestra sociedad”.
Entre chuletas, cables y lápiceros sin usar
“No ayudan tampoco a ofrecer una imagen de modernidad los enormes equipos de videoconferencia y el lío de cables improvisado de por medio en el despacho del rey. Evidencian que no son sus herramientas habituales de trabajo”, explica el experto. Él también considera un error “dejar sobre la mesa las chuletas que sus asesores les preparan con las fotos y los nombres de las personas con las que hablan, para que no se equivoquen”.
Con él coincide plenamente otra experta en comunicación política no verbal, Patrycia Centeno, que en su cuenta de Twitter ha ido haciendo seguimiento de algunas de estas imágenes.
Para Centeno hay ciertos detalles de escenografía y gestualidad que enturbian la imagen de los reyes durante esta crisis.
“Una imagen más doméstica de unos reyes confinados en su casa, sin tanto formalismo, como el resto de los españoles, habría sido mucho más empática y habría conectado mucho mejor con las emociones de los ciudadanos”, advierte César Toledo. Además, pare él, esa coraza expresiva que se ha ido construyendo Letizia le hacen parecer fría y distante “y digo parecer porque tengo muy claro que no puede serlo en ese grado tan excesivo y forzado”, concluye.