Recluidos, pero hiperconectados: ¿aguantará Internet?
Servicios de teletrabajo, contenidos audiovisuales de ocio y entretenimiento, aprendizaje en línea y la necesidad de comunicarnos con familiares y amigos...
Por José Antonio Morán Moreno, director del Grado en Ingeniería de Tecnologías y Servicios de Telecomunicación, UOC - Universitat Oberta de Catalunya; y Carlos Monzo Sánchez, director del Máster Universitario de Ingeniería de Telecomunicación, UOC - Universitat Oberta de Catalunya:
La crisis de COVID-19 ha generado una situación de alarma nunca antes vivida en España. Millones de personas se encuentran confinadas en sus hogares y lo estarán durante un periodo de tiempo que aún puede alargarse varias semanas o incluso meses.
Este nuevo escenario conlleva un notable incremento en la carga habitual de la Red. Servicios de teletrabajo, contenidos audiovisuales de ocio y entretenimiento, aprendizaje en línea y la necesidad de comunicarnos con familiares y amigos han provocado un cambio importante en el uso que hacemos de internet. Ante esta situación, es lógico plantearse si la infraestructura de red podrá soportar esta sobrecarga.
Durante las primeras semanas de confinamiento, esta infraestructura ha mostrado un buen comportamiento sin incidencias remarcables, de forma que no se prevé que en las próximas semanas varíe significativamente su rendimiento.
No obstante, en una situación de estado de alarma, conviene apelar a un uso responsable de este recurso. La Unión Europea y los propios operadores recomiendan racionalizar el uso de la red. Servicios audiovisuales como Netflix y YouTube han limitado la calidad de sus contenidos en streaming.
Estas medidas deben ayudar a evitar cualquier incidencia importante en la red de telecomunicaciones que pudiese colapsar una infraestructura clave en el manejo de esta crisis, permitiendo asegurar la gestión sanitaria así como el mantenimiento de las actividades económicas del país.
Las inversiones en infraestructuras de telecomunicaciones representan un factor estratégico en el desarrollo de un país. España ha pasado de una infraestructura con una tasa de penetración de fibra óptica menor al 15 % en el año 2015 a una tasa que ronda el 44 % en 2018, según datos del FTTH Council Europe.
Tal crecimiento se ha logrado gracias a las fuertes inversiones realizadas por los operadores. Nos hemos convertido así en el primer estado europeo y el tercero mundial en dotación de infraestructuras de fibra óptica.
Los mismos informes muestran que la tecnología de fibra utilizada en España es casi al 100 % del tipo FTTH (Fiber to the Home) mientras que la mayoría de países europeos combinan estas líneas con la tecnología FFTB (Fiber to the Building). Esto quiere decir que la totalidad de la fibra óptica desplegada en España llega hasta el hogar. Es la mejor solución tecnológica posible para el desarrollo de red.
La infraestructura se completa con una red de comunicaciones móviles que permite a los operadores dar un servicio complementario a la red fija para aquellas comunicaciones en itinerancia. Esta red utiliza tecnologías como 4G o 4G+ (LTE) para alcanzar grandes velocidades que permiten acceder tanto a servicios profesionales como de ocio.
El despliegue de esta red móvil es especialmente importante en grandes núcleos urbanos, pero más limitado fuera de ellos (ver figura 1). En cuanto a su velocidad, dependerá del grado de cobertura disponible. Este se acercará más o menos a su máximo teórico dependiendo de la carga de red, pero en la mayoría de situaciones suele ser inferior a la velocidad ofrecida por la red fija.
Los servicios de la economía digital que nos permiten enviar correos electrónicos, teletrabajar, estudiar online, disfrutar de contenido audiovisual en streaming o jugar necesitan la infraestructura de telecomunicaciones para el establecimiento de conexiones y el envío de los datos (ver figura 2).
Más que a un fallo de la propia infraestructura de red, la pérdida de calidad de un servicio corresponde típicamente a una sobrecarga de los servidores de los proveedores del servicio –es decir, de los ordenadores que albergan la información de las páginas web, aplicaciones, etc.–.
El teletrabajo ha obligado a los empleados a utilizar aplicaciones que no están dimensionadas para la sobrecarga actual. Las empresas se han encontrado que el número de licencias de las que disponían para el teletrabajo no permitían, en muchos casos, cubrir el servicio a la totalidad de la plantilla.
Los departamentos de TIC de muchas empresas han trabajado con urgencia para ajustar sus servicios a las necesidades actuales, adquiriendo nuevas licencias y redimensionando sus equipos proveedores de servicio.
No obstante, esta tarea no siempre se puede realizar de un día para otro y se debe valorar la inversión que supone solventar esta situación de emergencia. Por eso, podemos encontrarnos con limitaciones en el servicio.
Las situaciones de crisis nos obligan a vivir retos que se pueden convertir en oportunidades de aprendizaje de cara al futuro. El confinamiento en el hogar tiene muchos aspectos limitantes, pero ha obligado a cambiar el modelo de trabajo de muchas empresas.
Las infraestructuras de telecomunicación han permitido seguir trabajando, estudiando y disfrutando de videojuegos y contenidos audiovisuales desde casa. Utilizarlas convenientemente es un deber para facilitar que el país pueda seguir funcionando lo mejor posible en estas duras condiciones.
Es un buen momento para tomar conciencia de que no siempre utilizamos las infraestructuras de la forma más óptima. Cuando un recurso abunda, no nos preocupamos, pero cuando se hace necesario racionalizarlo es el momento de pensar cómo sacar el máximo provecho.
Tenemos una infraestructura de fibra óptica que se encuentra entre las mejores de Europa y, debido a nuestros hábitos de uso, normalmente la infrautilizamos. Es habitual que tengamos varios dispositivos conectados vía wifi en los hogares, compartiendo un espectro radioeléctrico limitado. Un gran número de dispositivos inalámbricos conectados simultáneamente llevará a una interferencia entre ellos que bajará el rendimiento del canal de comunicaciones, no permitiendo aprovechar la capacidad de servicio contratada por fibra en su totalidad.
Si conectamos por cable aquellos dispositivos que consumen más datos directamente al router, estaremos aprovechando al máximo la capacidad del servicio contratado a la vez que evitamos pérdidas de rendimiento e interferencias con los vecinos.
Las redes inalámbricas tienen numerosas ventajas, pero debemos liberarlas para aquellos usos que lo requieran y utilizar las infraestructuras por cable siempre que sea posible. Por ejemplo, los servicios de teletrabajo, videoconferencias y streaming de contenidos siempre funcionarán mejor con una conexión por cable.
Por último, en relación a la posibilidad de conexión inalámbrica con la red móvil, la recomendación es dejarla solamente para aquellas situaciones que así lo requieran por encontrarnos fuera del domicilio o por la imposibilidad de conectarnos a una red fija. Si todos contribuimos con un uso racional, podremos aprovechar mucho mejor las infraestructuras de las que disponemos.