10 de 60
Han sido diez años de vértigo para El HuffPost, para Raphael y para cada uno de nosotros
Pablo Aborán, Rozalén, Vanesa Martín, Rosalía, Rigoberta Bandini… la década que cumple este periódico ha sido especialmente fecunda para la música española. También para Raphael, el artista que ha sabido ponermúsica a la vida cotidiana de tres (o cuatro) generaciones.
Casi en las mismas fechas en las que El HuffPost saludaba por primera vez a sus lectores, Raphael (Linares, 1943) volvía a colaborar, después de más de veinte años, con su compositor fetiche, Manuel Alejandro. No dieron muchas vueltas para encontrar un título para el disco, le llamaron simplemente El reencuentro y tuvo una presentación por todo lo alto en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Mientras que media Europa coreaba eufórica el triunfo de Loreen en Eurovisión, que en esa edición se había celebrado en Azerbaiyán, y la indignación se hacía fuerte en la Puerta del Sol, el cantante andaluz conmemoraba el medio siglo transcurrido desde su triunfo en el Festival de Benidorm de 1962 con una gira de conciertos que inició en México antes incluso de la aparición del álbum.
En 2013, poco después de que Francisco relevara a Benedicto XVI en el Vaticano, de que Alepo ocupara un lugar en el mapa universal de la infamia y varios eclipses nos hicieran mirar al cielo, Raphael recuperaba el atuendo con el que había aparecido en la portada de uno de sus viejos elepés para rescatar parte del repertorio de aquella época dorada. Incluso, había recurrido a Twitter, esa red que empezaba a influir en el día a día de la gente, para pedir a sus seguidores que le ayudaran a seleccionar temas. Uno de los elegidos, Los amantes, también compuesto por Manuel Alejandro, recuperaba el trasfondo gay que había tachado la censura en 1971.
La crisis seguía golpeando con dureza y el horizonte de la recuperación parecía inalcanzable en aquél 2014. Felipe VI sucedía a Juan Carlos, el PSOE tenía otra vez un joven líder y García Márquez partía para el Macondo más eterno. Raphael regrababa algunas de las canciones de amor y desamor que sus incondicionales corean en Buenos Aires, Miami o Moscú. Para no decepcionarles, en la gira del año siguiente, la del 2015, el año en que Manuela Carmena llegó al consistorio madrileño, Susana Díaz ganó las elecciones andaluzas y el soberanismo catalán elevó el tono, Raphael se hacía acompañar de una gran orquesta sinfónica, como en sus comienzos.
Acostumbrado a reinventarse, al año siguiente lo vimos rodeado de músicos jóvenes de la talla de Pablo López, Dani Martín o Vega en un cedé que fue disco de oro antes de salir a la venta. El caso Noos quedaba visto para sentencia, a Mendoza le dieron el Cervantes y a Concha Velasco el Nacional de Teatro, Sánchez dejaba la secretaría general socialista tras una resistencia numantina. La vida española, en definitiva, tomaba un ritmo parecido al que impone a muchos de sus arreglos el talentoso Lucas Vidal, con el que El monstruo de la canción, como llaman a Raphael en América, trabaja en sus discos de 2018 y 2019.
De pronto, el covid lo paró todo. España entera salió a los balcones a cantar Resistiré, compuesta por el Dúo Dinámico. Entre ola y ola, el veterano artista reapareció con un nuevo álbum bajo el brazo porque él es de los que pueden presumir de ser como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie. Además de la p y la h que tomó prestadas de un luminoso de la Phillips antes de alcanzar la mayoría de edad, añadió a su nombre dos dígitos, 6.0 para volver a los auditorios, los teatros y las plazas de toros. Seguía, y sigue, siendo aquél pero, al coronar una década llena de éxitos y reconocimientos, Raphael se para y agradece, con una letra de Natalia Lafourcade, la marcha de cada día.
Sí, han sido diez años de vértigo para El HuffPost, para Raphael y para cada uno de nosotros. Afortunadamente, estamos aquí para cantarlo y contarlo. Ojalá sea por mucho tiempo. ¡Felicidades!