Rajoy, fin de la cita
La marcha de Rajoy, las lágrimas del PP, los cuchillos afilados y el favorito Feijóo.
"Ahora pienso que ha llegado el momento de poner el punto final a esta etapa. El PP ha de seguir avanzando y construyendo su historia de servicio a los españoles bajo el liderazgo de otra persona". Mariano Rajoy, fin de la cita.
Lágrimas en los ojos, sus barones y miembros de la dirección en pie. "Que alguien pare, coño", por lo bajo para contener la emoción. El expresidente del Gobierno ha puesto fin a su liderazgo del Partido Popular este 5 de junio abatido personalmente por este desalojo exprés de La Moncloa. Un partido en plena convulsión, que hoy ha roto a llorar con motivo de la marcha del eterno gallego.
Se acabó la supervivencia, el salvarse de todo. Ya se ha dado cuenta de que los populares necesitan abrir una nueva etapa. Una sucesión a la que se había resistido, que cortaba cada vez que podía delante de los micrófonos diciendo que se encontraba fuerte para otro mandato. Pero la realidad y una sentencia sobre el caso Gürtel han acabado bajándole del caballo. Aunque incluso hoy se ha permitido decir que la interpretación que se ha hecho del fallo de la Audiencia Nacional es un ejemplo de las "posverdad".
España ha cambiado en apenas unos días, casi sin que nadie pueda asimilarlo. Y Rajoy ha dibujado la hoja de ruta para el PP, pero ya avanzando que no quiere influir en esta transición. Se quiere parecer lo menos posible a José María Aznar. Empezando por no hacer un 'dedazo' y diciendo al partido que debe elegir al sucesor.
Esta sucesión se organiza de la siguiente manera: el próximo lunes la Junta Directiva convocará un congreso extraordinario, que se prevé realizar dentro de poco más de un mes. En verano ya tendremos al nuevo líder de la derecha española. A partir del próximo lunes, los protocandidatos tendrán entre una semana y quince días para dar el paso adelante.
Todos miran a Feijóo; él llora
En el PP están todos preparados para la guerra, aunque en público hoy tocaban palabras de agradecimiento al líder saliente y dar la sensación de que debe ser lo menos traumático posible. En las quinielas aparece como gran favorito el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que ha llorado dentro de la sala a puerta cerrada por la marcha del actual líder. También suenan Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, dentro de un grupo en el que se incluyen nombres como Ana Pastor, Íñigo de la Serna, Alfonso Alonso o Pablo Casado.
Hoy los populares se han venido abajo emocionalmente con la marcha de Rajoy, ese político que lleva casi 40 años militando, que empezó pegando carteles y que ha pasado por todos los niveles de la Administración. Aunque los simpatizantes de otros partidos vean a Rajoy como una especie de demonio, en el PP es absolutamente querido y representa valores como haber estado desde muy joven al servicio de la derecha. Es querido entre sus cargos y bases. Un auténtico hombre de partido. Y nadie le rechistaba, todos confiaban en que siempre acabaría ganando y superando cualquier situación.
Se ha marchado entre lágrimas, en pleno shock por haberse visto desplazado por Pedro Sánchez (al que siempre consideró de paso y con menos nivel político y de Estado). Se va, como ha dicho, por el "bien del PP, de España" y suyo. Eso sí: "Yo no me imagino mi vida fuera del Partido Popular".
Pero no piensa dejar el carné y se pondrá a las "órdenes" de quien le suceda. Esto ha sido un mensaje muy directo a su antecesor, José María Aznar, que lo eligió -sin él pedirlo- y que le ha hecho la vida imposible cuando ha querido. Rajoy no ha querido dedazo, aunque es verdad que el PP de 2018 ya no es del 2003. Hasta el propio sistema de elección cambió desde el pasado congreso: a doble vuelta -la primera con voto de la militancia y la segunda a través de compromisarios-.
En estas vueltas todos ven a Feijóo, uno de los más emocionados hoy en la calle Génova. A puerta cerrada, el presidente de la Xunta ha puesto de relieve la "grandeza política y humana" de Mariano Rajoy. Y ha soltado la frase: "Para mí hay dos presidente, Suárez y Rajoy". Ni rastro de Aznar. Hoy había una tregua, pero su foto con el narco Marcial Dorado en un barco volverá al imaginario colectivo.
Lo que sí empieza hoy es una nueva etapa del conservadurismo español. Acaba la forma de hacer política de Rajoy -que se marcha principalmente por la 'herencia' de corrupción de Aznar-. Especialmente los nuevos vicesecretarios y barones de segunda hornada llevan meses en privado diciendo que había que adaptarse a la nueva forma de hacer política, que todo iba más rápido que los tiempos de Rajoy. Que pasaría factura ese mirar para otro lado (no hay mejor ejemplo que la tarde de la moción con un entonces presidente encerrado en el restaurante Arahy en un reservado entre botellas de whisky y bocadillos).
Aznar busca protagonismo a última hora
Aznar precisamente ha reaparecido en la presentación de un libro al final de la tarde. Y dando caña: "No me considero militante de nada, ni me siento representado por nadie". Además, ha dicho que "cada uno tiene que responder de sus actos y yo respondo de los míos del primero al último". "El centro derecha está desarticulado y enfrentado", ha recalcado, ofreciéndose a ayudar en este proceso de reconstrucción. Unas palabras que no han gustado nada en el entorno de Rajoy.
En el PP están de luto hoy pero también son conscientes de que llega la oportunidad de renovarse, de hacer frente tú a tú a la amenaza de Cs -que ahora se ha quedado también descolocado-. Y es que el PP también es un partido con olfato para sobrevivir y que ya apunta a una oposición brutal frente al nuevo Gobierno de Sánchez.
El propio Rajoy ha marcado el camino a los suyos con unas demoledoras frases contra Sánchez: un "grave precedente en la democracia". Ha dejado ideas para el argumentario de los próximos meses: un Ejecutivo "acompañado por los grupos más extremistas de la izquierda populista y del independentismo sectario", "ese estigma acompañará a este Gobierno desde el primer minuto de su existencia y hasta el final", "el Gobierno que ha surgido de esta moción de censura nace con una debilidad extrema", "resulta inquietante la fragilidad política del nuevo Gobierno cuando la situación de Cataluña y, sobre todo, en las calles de Cataluña, dista mucho de estar calmada", "Sánchez nunca renunció a su idea del Gobierno Frankenstein desde que empezó a negociarlo en el año 2016"... Droga dura.
Pero hoy era día de lágrimas en Génova. El adiós al político de los hilillos de plastilina, del alcalde y sus vecinos, de la "segunda ya tal", del "todo es mentira salvo alguna cosa", de "Luis, sé fuerte", de la gestión del 1-O... Él se va diciendo que sacó a España de la crisis y que deja un país "mejor". El primer presidente del Gobierno que tuvo que declarar como testigo en un juicio por corrupción, el primer presidente que sale por una moción de censura.
Pañuleos para secar las lágrimas. Los sollozos del PP en breve serán cuchillos (entre ellos y con la oposición). Fin de la cita.
Pd: Y mientras, Pedro Sánchez despedía a la selección española antes del Mundial de Rusia. Rajoy echará eso de menos.