Radiografía de la derecha española
Cómo son los votantes del PP, Cs y Vox: la lucha por los electores tras el fracaso de España Suma.
¿Qué fue de España Suma? El sueño de Pablo Casado de una lista conjunta de las derechas y la ultraderecha en España se ha desvanecido. Más bien lo ha enterrado el propio PP esta semana tras más de un año de infructuosos intentos. “Otra etapa”, dicen en Génova 13 con un nuevo objetivo: fagocitar directamente los votos que van a sus rivales en el espectro político.
Frases, lemas, palabras, apelaciones a los votantes… Pero, ¿cómo son esos electores? Son muchas las preguntas a resolver con una radiografía: cuánto se parece una persona que mete la papeleta del PP en la urna a una que elige a Santiago Abascal, o cuánto se parece el perfil del voto naranja de Cs al del PSOE centrista, o qué posibilidades tienen unos y otros de captar el voto de los demás.
Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), si hoy hubiera elecciones en España las tres derechas sumarían en total un 41,3% de los votos, quedando por debajo de PSOE y Unidas Podemos (41,8%), sin contar con sus socios de investidura. En la lucha cainita el triunfador sería el PP (18,6%), seguido de Vox (13,2%) y Ciudadanos (9,5%).
Este retrato nos deja la siguiente tendencia respecto a las últimas elecciones de noviembre de 2019: el PP bajaría en apoyos -obtuvo un 20,99%- al igual que Vox -15,21%- mientras que Cs, liderado ahora por Inés Arrimadas, subiría respecto a aquel batacazo (6,86%) protagonizado por Albert Rivera. Es la instantánea actual, pero los tres partidos son conscientes de que la futura aprobación en las Cortes de los presupuestos de la coalición supone que Pedro Sánchez se garantice casi de facto aguantar hasta el final de la legislatura en 2023, lo que hace que se empiecen a desplegar nuevas estrategias dentro de la derecha para reconfigurarse durante este periodo de dominio de la izquierda.
En los partidos se desgranan todas las variables sociodemográficas sobre los posibles votantes. Ese dicho de que nadie se fija en las encuestas es falso, hay decenas de asesores trabajando día a día en los cuarteles generales para conocer hasta el último detalle del público potencial. Y las radiografías que se hacen, a tenor por ejemplo de los datos desmenuzados del CIS, dan muchas pistas valiosas.
Cruzando estas variables, agárrense para conocer el prototipo de cada votante. Se pueden sorprender. El perfil de elector de los populares: una mujer de más de 65 años que vive en una gran ciudad de más de un millón de habitantes y que no tiene estudios. Vox: un hombre de entre 35 y 44 años con residencia en un municipio de entre 400.000 y un millón de habitantes y con estudios de secundaria. Ciudadanos: un hombre de entre 35 y 44 años vecino de un urbe de más de un millón de habitantes y con estudios superiores.
Estas proyecciones se sacan atendiendo a la respuesta espontánea directa de los encuestados cuando se les pregunta a qué partido votarían si hubiese elecciones mañana (sin cocinar los datos). El 9,6% contesta que al Partido Popular, un porcentaje que es mayor entre las mujeres (10,5%) frente al de los hombres (8,5%). En el caso de los rivales, el porcentaje masculino es más abultado. La mayor diferencia se muestra en Vox, que supera en número de votantes hombres al PP, con un porcentaje del 9,7% -en cambio sólo el 5,4% de encuestadas opta por los de Abascal-. Los ‘naranjas’, a pesar de tener una lideresa, atraen ligeramente a más hombres que a féminas (6,7% frente a 5,6%). Una constante que se repite también en la izquierda: las mujeres se inclinan más por los viejos partidos que por los nuevos.
Por edades, los populares tienen más tirón principalmente entre los mayores de 65 años -el 14,4% de todos los encuestados en España votaría por Pablo Casado-. Y el otro target que apuesta por Génova dentro de la derecha: el grupo de entre 45 y 54 años. El PP flojea especialmente, para triunfo de Vox, en dos grupos: los comprendidos entre los 25 y 34 años y los 35 y 44 años. En ambos, los de Santiago Abascal ganan con hasta tres puntos más -algo más del 10% de los españoles de esa edad se decantaría hoy por la ultraderecha-. Ciudadanos está a la par del PP entre los veinteañeros y lo supera entre los que tienen treinta y tantos largos o acaban de superar a la cuarentena. Aunque en Génova pueden respirar algo con otro dato: los que acaban de cumplir los 18, las novísimas generaciones, apuestan por Pablo Casado (8,1%), por encima de Cs (6%) y Vox (4,9%).
Los estrategas de los partidos tienen también muy en cuenta el tema territorial y demográfico, especialmente al ser un sistema electoral basado en la provincia y por las características especiales de la Ley D’Hont. El CIS refleja que el porcentaje de votantes del Partido Popular crece a partir de municipios de 50.000 habitantes -estando la cota más alta en las ciudades de más de un millón de personas-. Abascal se hace fuerte en dos tipos de núcleos: los que tienen entre 50.000 y 100.000 habitantes y los que tienen entre 400.000 y un millón. En cambio, Cs tiene mayor índice de intención de voto en las grandes ciudades de más de un millón y peor en los municipios más pequeños (menos de dos mil habitantes).
En los análisis hay que detenerse en el nivel de estudios especialmente a la hora de elaborar los mensajes. En Génova 13 saben, si se fijan bien en el CIS, que sus caladeros principales son extremos: las personas sin estudios, con primaria o con educación superior. En Vox la radiografía es al revés: los porcentajes más altos de encuestados que meterían su papeleta son los que aprobaron secundaria, goza de mucho menos tirón entre los que no tienen estudios o solo primaria. Ciudadanos tiene una evolución totalmente distinta: sus votantes esencialmente tienen estudios superiores (contrasta mucho con que sólo el 0,6% de españoles sin estudios optaría por Arrimadas hoy).
“Los tres partidos muerden por sectores distintos. Esta es la foto en movimiento. Si algo tiene de novedoso este entorno, es tener tres derechas al mismo tiempo fragmentadas en un contexto de competencia electoral”, señala el politólogo Pablo Simón, que añade: “También hay una cierta especialización de nicho”.
“¿Qué votantes sabemos que son más conservadores o reacios a cambiar el sentido de su voto? Normalmente la gente mayor, que es la que sigue siendo importante para el PP, lo que le permite tener una base bastante sólida porque en términos porcentuales sobre el total del censo los mayores de 50 son el doble que los menores de 40. Por lo tanto, es una base bastante rocosa y está bien situada territorialmente porque la gente mayor vota más en las provincias de interior. Eso siempre te viene bien para tener primas electorales”, ilustra este profesor de la Universidad Carlos III de Madrid.
Al hilo, completa: “Por otro lado, las mujeres. Es un colectivo más reacio a cambiar el voto. Normalmente suelen estar en los partidos tradicionales, pasa en la izquierda y en la derecha. Eso puede llevar a entender por qué Casado renuncia también al tema de guerras culturales, como contra el feminismo. No le interesa algo que pueda tener problemas con su base principal de votantes. Lo que quiere intentar ahora es hacer una OPA al votante de Cs. ¿Cómo lo puede hacer? Con un perfil gestor”.
“A lo que aspira Casado es a recuperar a esas clases medias que se han ido con Cs porque era una versión del liberalismo más cool y joven y que se pueden renganchar en términos generacionales con una agenda más de gestión. Frente a Vox ahora el PP sólo puede jugar a defender. Atacar contra Cs es más fácil porque además Arrimadas cambia también estratégicamente su posición respecto al Gobierno. Eso le abre un flanco al PP en el que puede recuperar parte de ese voto, pero también una parte del elector de Cs que se fue a la abstención. Entiendo que es la estrategia para negar el España Suma”, reflexiona Simón.
El politólogo subraya a continuación que “al PP le ha mordido” durante estos años “Ciudadanos entre las clases medias formadas”, mientras que “la gente joven anti establishment con menos estudios y renta” ha ido a Vox.
Con la aprobación de los próximos presupuestos, comenta Simón, se puede entrar en otra fase. Esto llevará a plantear “estrategias más a medio plazo, va a haber más juego sabiendo que no hay elecciones generales inmediatamente”, resume, señalando que ahora se verá cómo se va posicionando cada partido en los distintos temas. “Esto puede servir para bajar un poco más el voltaje, el elemento de la competencia se traduce en hipérbole, pero es muy desgastante”, apostilla este profesor. Por ejemplo, indica, ahora los populares tendrán más fácil acercarse a un pacto sobre el Poder Judicial: “Con un ojo mirando a Vox, pero entiendes que tienes dos o tres años por delante, puedes ir cuadrando equipos e ir posicionándote”. “Ahí el PP y Cs tienen más margen”, disecciona.
En esa búsqueda del voto también se fijan los partidos en las escalas ideológicas de los españoles. Del 1 (extrema izquierda) al 10 (extrema derecha), en los datos del último barómetro los votantes se sitúan mayoritariamente en el centro con un cinco (28,8%). De los tres grupos de derechas, Cs es el partido que más se acerca a este espectro. ¿Y por qué sería hoy el que menos votos tiene de los tres entonces? Simón responde: “Cs tiene un complejo que suelen tener los partidos en esa posición, generan menos rechazo pero también menos adhesión aunque esté más cerca del votante medio. El problema no es dónde te percibe el conjunto de votantes, sino tus propios electores. Es la paradoja: los líderes templados son los que reciben mejores valoraciones políticas, pero esto no supone una traducción en papeletas”.
Para entender el discurso de los partidos y el que buscan a partir de ahora entre electores de la derecha es clave fijarse en la lista de preocupaciones del CIS. Atendiendo a la variable por recuerdo de voto, entre los votantes del Partido Popular y de Vox la cuestión más citada es la crisis económica, mientras que entre los de Cs es el peligro para la salud del Covid (la opción más destaca en general por los españoles). Y llama la atención que entre los electores populares el paro preocupa más que los problemas políticos, mientras que entre los de Vox y Cs es al revés. Las mayores diferencias, por ejemplo entre los que apoyaron a Casado y los de Abascal, se dan por ejemplo en que preocupa más a los de Vox la inmigración y la corrupción.
Lo que entronca también con el análisis de los datos por percepción por clase. Los tres partidos de la derecha se llevarían más tarta entre las clases altas y media-alta, teniendo sus tirones más bajos entre la clase obrera y la clase baja/pobre. Pero ahí se encuentran algunas diferencias, y es que los de Santiago Abascal tienen algo más de porcentaje en estas escalas que los populares y los ‘naranjas’. Si se fija uno en la clase media-media, Casado goza de más porcentaje (un 11,5% le votaría) seguido de los de Arrimadas (7,9%) y los de Abascal (7,4%).
Hablar de un voto es hablar también de la capacidad de atracción de los líderes precisamente. De los tres, Inés Arrimadas consigue la valoración más alta, aunque suspende, en el CIS con un 3,7, por delante de Pablo Casado (3,4) y Santiago Abascal (2,3). Pero este orden no se traduce cuando se pregunta a los entrevistados sobre a quién preferirían como presidente del Gobierno. Ahí saca mejor resultado Casado dentro de la derecha. Un 8,4% de los españoles lo cita a él, mientras que Arrimadas aglutina al 6,9% y Abascal sólo logra el 5,7%. Y a tener en cuenta en los partidos: a Casado lo estiman más las mujeres que los hombres al hablar de su presidente favorito mientras que Arrimadas y Abascal tienen un mayor porcentaje de fans masculinos.
La imagen de ‘presidenciable’ de Casado cala más en los dos extremos de edades: los jóvenes de entre 18 y 24 años y los mayores de 65 años. En cambio, Abascal atrae más a los que tienen entre 25 y 44 años, en tanto que Arrimadas gana más adeptos en la horquilla de los electores entre 45 y 54 años. Cada uno tiene un grado de público muy definido cuando se imaginan al próximo jefe del Ejecutivo.
Ante este panorama, la politóloga Verónica Fumanal recuerda que desde el año 2015 en España se produjo una “fragmentación mucho mayor del sistema de partidos español, ya de por sí fragmentado”. Indica que en ese momento se instaló el eje “nuevo/viejo”, pero esa “narrativa” ha sido abandonada por los nuevos partidos para centrase en la época de “bibloquismo”.
“Dentro de la izquierda y de la derecha, hay multitud de opciones políticas” y cree que no se puede pensar “a corto plazo” que esto se puede eliminar. “Si se ha abierto la oferta, la demanda también se polariza. Eso pasa también en los medios de comunicación, son más de nicho. Esto pasa con todo”, indica, para concretar: “Por eso, un votante ahora de Vox se siente poco satisfecho con la oferta electoral del PP. Lo mismo con un votante de Cs, que tiene unas especificidades diferentes respecto a los de Abascal, por temas como las libertades personales, o con los de Casado en el tema de la corrupción”.
“Por lo tanto, ¿es posible que haya una agrupación de voto en las próximas elecciones? Sí, si se dan varias circunstancias. La primera es que tiene que haber una percepción de que se le puede ganar al PSOE. Está estudiado que cuando hay una sensación de alternancia en el poder toda la oposición suele primar el voto útil para desalojar al otro”, precisa Fumanal.
En cambio, prosigue esta experta en comunicación política, si no parece real esa alternativa, el voto útil no se activa y la gente sigue apoyando al partido que mejor representa su ideología para que esté en el Parlamento. “Otra de las cuestiones que se tiene que dar -añade Fumanal- es la fortaleza/debilidad con la que los partidos llegan a las elecciones”. En este sentido, manifiesta: “No es lo mismo un partido político que viene de varios éxitos, que tiene un liderazgo sobresaliente o que controla la agenda mediática a uno que arrastre debilidad. Por lo tanto, si llegas con fortaleza siendo el PP, es más probable que arrastres el voto útil”, reflexiona, para añadir: “Lo mismo digo con Cs o con Vox”.
“Y, luego, está el clima político o temas que estén encima de la mesa. No es lo mismo que lleguemos a unos comicios con una agenda centra en la recuperación económica y en la crisis producida por el Covid, donde el PP es fuerte, a que lleguemos con un caso de corrupción tremendo de los populares, entonces Cs tendría un relato más fuerte, o con una crisis territorial, de valores tradicionales e inmigración, donde Vox sería más fuerte”, ilustra Fumanal.
A lo que añade: “Esto es impredecible. No sabemos cuándo van a ser las elecciones ni de lo que hablaremos”. Fumanal pide además analizar el liderazgo de la derecha con otra de las preguntas del CIS: quién prefieres que sea el presidente del Gobierno, atendiendo al recuerdo de voto. Una cuestión que suele pasar desapercibida para la prensa, pero que dice que se fijan mucho en los partidos.
En esa matriz se ve que Abascal es el líder mejor valorado de la derecha entre sus propios electores, por lo que el voto entre los suyos es fuerte y menos volátil. En cambio, Arrimadas es la que tiene la posición más débil entre sus votantes (sólo el 36% de los que dicen haber metido la papeleta de Cs la ve como la mejor persona para ocupar ahora La Moncloa). Esto es clave, indica Fumanal, porque en la izquierda sí hay un líder claro: Pedro Sánchez (hasta los votantes de UP prefieren que él sea el presidente). “Es decir, en la derecha no hay un líder claro porque ninguno de ellos gusta al resto de electores”, concluye.
Esta es la radiografía de la derecha española. ¿A quién dará su voto?