Elecciones en diferido
Torra pulsa (a su manera) el botón para ir a las urnas en Cataluña.
No hacen falta palabras. El lunes moría la legislatura catalana. Una imagen lo decía todo: los diputados de ERC no se levantaban ni aplaudían el discurso de un enrabietado Quim Torra tras ser despojado por la Mesa del Parlament de su acta de diputado. Tocaba buscar en 48 horas la forma de anunciarlo y pensar cuál era el castigo para su socio de Esquerra.
El martes por la noche, tras 24 horas consultando a su núcleo duro y dirigentes de Junts, Torra tomó la decisión. Los teléfonos ardieron casi a medianoche: se anunciaba una declaración sorpresa del presidente y luego reunión del Consell. La hora de escribir el final.
Y el resultado han sido unas elecciones en diferido. Así se puede definir la decisión anunciada por el presidente catalán de adelantar los comicios -deberían ser en diciembre de 2021- pero fijará la fecha cuando se aprueben por parte del Parlament los presupuestos -actualmente la comunidad vive prorrogando las cuentas públicas desde 2017-.
Torra marca su línea: él tiene el poder del botón electoral como presidente y da el pistoletazo de salida a una larguísima campaña electoral. Y es que la fecha de las elecciones podría ser como muy pronto el próximo mes de mayo. La tramitación de los presupuestos, según fuentes del Parlament consultadas por El HuffPost, durará al menos dos meses y luego tendrá que convocar Torra, celebrándose 54 días después la cita con las urnas.
Encima de la mesa del presidente se han barajado diferentes opciones, entre ellas, expulsar a Esquerra del Gobierno. Pero Torra defiende que toma esta solución por “responsabilidad” de tener presupuestos y además alarga más su estancia en la Generalitat. Los que quieran romper antes la baraja quedaran de ‘malos’, de no permitir otras cuentas.
El ‘paralelo’ Supremo
Y es que son muchos frentes y vericuetos los que marcan el día a día de la política catalana. Ningún guionista lograría enganchar más que esta realidad. De manera paralela, el Tribunal Supremo está resolviendo el caso de la inhabilitación de Torra -sobre él pesa una condena aún no firme por el caso de los lazos amarillos-. O sea, que en mitad de esta hoja de ruta trazada por el dirigente catalán, se podría cruzar la decisión del Supremo y que se le inhabilite. Entonces, pasaría la presidencia al ‘número dos’ del Govern, Pere Aragnés, y se abriría un plazo para que en diez días el Parlament buscara una candidato para la investidura.
Lo que sí se mantiene por el momento en la agenda es la reunión del jueves 6 de febrero de Torra con Pedro Sánchez. Por un lado, rebaja un poco la tensión para el presidente del Gobierno, cercado por la oposición, al tener enfrente a un presidente de salida. Pero, por otro lado, el catalán llega ya en un clima preelectoral y en plena pugna con Esquerra, por lo que podrá tirar por lo alto y seguir en sus postulados maximalistas. No apunta a que haya una declaración de Pedralbes II.
¿Hay posibilidades de que no salgan adelante esos presupuestos catalanes? Teóricamente tendrán luz verde porque hay un acuerdo previo entre los miembros del Govern y los ‘comunes’. Además, estos últimos siguen apoyando en su camino más pragmático a Esquerra y las cuentas públicas vienen diseñadas por Pere Aragonès, el vicepresidente y miembro de ERC. Por lo tanto, que no salieran supondría una derrota para los republicanos y los ‘comunes’ no están por ello.
Detrás de la pugna entre ERC y Junts existe también otra marejada sobre las parejas del día después. Junts ha acusado de desleal a Esquerra, pero sigue insistiendo en volver a estar unidos para lograr la independencia. Pero a ERC se le abre otra posibilidad: repetir alianzas como en Madrid. Es decir, la tentación de un tripartito con el PSC y los ‘comunes’ si dan los números.
Las encuestas dan hoy como ganador a Esquerra en unas elecciones, si tenemos en cuenta por ejemplo la del CEO (el CIS catalán). Esto podría ser histórico porque nunca los republicanos las han ganado o quedado por delante de Junts -antigua CiU-. Pero en el panorama catalán siempre hay que recordar que los sondeos dan por encima a los de Oriol Junqueras y luego los ‘convergentes’ hacen muy buenas campañas y logran mejores resultados de los previstos (como pasó en las del 21 de diciembre de 2017).
Asimismo, se abre otra interrogación sobre los resultados al ser diferentes los candidatos. Torra previsiblemente no será el rostro de Junts por su condena por los lazos amarillos y habrá que ver el golpe de efecto de una nueva cara. Hasta Pep Guardiola ha sonado. También en ERC se avecina un nuevo ‘número uno’ y el favorito para sustituir a Oriol Junqueras es Pere Aragonès. En ascenso en los sondeos está Miquel Iceta (PSC), aspirando a ser tercera fuerza. El batacazo se espera para Ciudadanos, que pasaría de ganar a ser cuarta o quinta fuerza, según las encuestas. Con cambio de cartel también: Lorena Roldán sustituye a Inés Arrimadas. En esta marejada también hay quienes apuestan por lograr una especie de Cataluña Suma, con populares y naranjas. Y ojo a la ultraderecha de Vox, que en las pasadas generales superó en esta autonomía a Cs y logró dos diputados en el Congreso.
Los efectos en Madrid
Todo lo que pase en Barcelona afectará de lleno a Madrid precisamente. Esta hoja de ruta marcada por Torra podría hacer coincidir las elecciones con la aprobación de los presupuestos generales en el Congreso. Para lograr sacar las cuentas, Pedro Sánchez necesita la participación de Esquerra, que siempre ha vinculado su voto al desarrollo de la Mesa de Diálogo. Pero ahora se verá sometida a una dura presión electoral y Junts podrá vender entre el electorado independentista una especie de sumisión de Esquerra ante el socialismo.
De manera paralela, el PP tiene planeada una ofensiva judicial contra Torra, al que no considera ya el presidente de la Generalitat. Pablo Casado quiere tumbarlo en los tribunales y, por eso, ha anunciado este mismo miércoles que presentará una querella contra el catalán por usurpación de funciones.
Cataluña se encamina de nuevo hacia otro adelanto electora. Pero seis meses en la política de esta comunidad son una eternidad. Todo puede pasar, aunque los catalanes ya tienen casi en la mano las papeletas. Y Carles Puigdemont lo observa todo mientras desde Bruselas.