Quiero morir, ayúdame
Pronto se podrá morir dignamente en nuestro país, al igual que en otros países como Bélgica, Canadá, Luxemburgo o Países Bajos.
Escuchar a una persona querida y amada decirte: “quiero morir, ayúdame”, es tan estremecedor, que no hay razón, ni fe, ni Dios que pueda justificar nuestro desentendimiento. Desgraciadamente, en estos momentos ayudar a morir sigue siendo un delito en nuestro país y atender esta petición nos lleva a una condena judicial, que no social. Muchas personas, contra su voluntad, se sienten condenadas a vivir.
Ramón Sampedro fue todo un símbolo en España al reivindicar el derecho a la eutanasia. Sampedro fue una de las muchas personas que, a diario, piden ayuda para morir dignamente y poner fin a un sufrimiento irreversible e insoportable, aun con cuidados paliativos. Lo consiguió en 1998 gracias a una mano amiga. Su historia la llevó al cine Alejandro Amenábar en Mar adentro, con la que consiguió el Oscar a la mejor película extranjera. Esta muerte desató un gran debate sobre la eutanasia en nuestro país, pero no se avanzó políticamente para su legalización.
En estos momentos está en tramitación el proyecto de ley de despenalización y de regulación de la eutanasia en España. Tras el rechazo, en el Congreso de los Diputados, de las enmiendas a la totalidad presentadas por PP y Vox a este proyecto de ley, se avanza hacia su aprobación y entrada en vigor. Estoy seguro que estos partidos seguirán poniendo obstáculos para dilatar su tramitación. Pero la mayoría parlamentaria es clara y suficiente para hacer de la eutanasia un nuevo derecho en nuestro país. También los estamentos eclesiásticos tratan de promover un rechazo social a la eutanasia, esfuerzo que cae en saco roto porque la opinión pública es contundente y favorable a este derecho, incluso entre sus feligreses. Una amplia mayoría de la sociedad es partidaria de la regulación de la eutanasia; de hecho, hay encuestas que la cifran en un 85% de la sociedad española. Estas encuestas evidencian que sobre este tema existe gran distancia entre el sentir de la sociedad y lo que recogen las leyes.
Quienes niegan y tratan de impedir la regulación de la eutanasia son partidarios de obligar a vivir a quienes prefieren la muerte para poner fin al sufrimiento y la crueldad que están padeciendo. Por contra, la mayoría social es partidaria de no obligar a nadie a vivir y sí darles el derecho a morir de forma digna. Se trata de acelerar la muerte con ayuda médica a enfermos en fase terminal de una enfermedad incurable y que han expresado su voluntad de no seguir viviendo.
Con la ley de la eutanasia se trata de regular el derecho a elegir en libertad hasta el último minuto de nuestra vida y poder recibir la asistencia médica adecuada, por lo que se incluirá dentro del Sistema Nacional de Salud.
Este nuevo derecho se sustenta sobre los derechos constitucionales del derecho a la dignidad, del derecho a la vida, del derecho a la integridad física y moral y del derecho a la libertad ideológica. Es una ley demandada por muchos colectivos, que cuenta con el beneplácito de la sociedad española y de los profesionales sanitarios. Nadie se verá obligado a ejercer este derecho y quien los considere y reúna los requisitos y salvaguardas legales podrá hacerlo desde su propia libertad.
Por fin, pronto se podrá morir dignamente en nuestro país, al igual que en otros países como Bélgica, Canadá, Luxemburgo o Países Bajos. La regulación de la eutanasia en España va a significar un importante avance en los derechos y libertades individuales y colocará de nuevo a nuestro país en vanguardia de los estados democráticos.
La “buena muerte” es parte consustancial para una “vida digna”.