Quién es Vladimiro Montesinos, el mayor espía de la política peruana que resurge desde prisión
Durante diez años, se dedicó a grabar a empresarios y políticos mientras los sobornada. Ahora reaparece tratando de alterar las elecciones en favor de Keiko Fujimori.
El poder en la sombra en Perú, el todopoderoso asesor del dictador, el preso más codiciado de Perú, el ‘Rasputín’ de la política peruana, el hombre que compró un país. Todo esto y más se ha dicho de Vladimiro Montesinos, un exmilitar y abogado que fue asesor de Alberto Fujimori durante su presidencia (1990 - 2000) y llegó a manejar todos los resortes del poder con una red de corrupción, extorsión, crímenes y espionaje que acabó delatando a ambos líderes y llevándolos a prisión.
Montesinos, recluido en una cárcel de máxima seguridad desde el año 2001, ha regresado por la puerta grande al panorama político con la difusión de varios audios en los que el exasesor trata de mediar desde la prisión para sobornar con tres millones de dólares al Jurado Nacional Electoral peruano (JNE), y así anular los miles de votos que solicitó la candidata Keiko Fujimori para dar la vuelta al resultado electoral del pasado 6 de junio, en el que su rival Pedro Castillo resultó vencedor.
En los audios difundidos el pasado 25 de junio, se escuchan varias llamadas de Montesinos al excomandante Pedro Rejas Tataje, en las que el primero se muestra esperanzado por el posible soborno en un principio —“tienen que meter un poco de gasolina, ya tú me entiendes”—, y luego ya resignado e incluso enfadado con los “huevones” del equipo de Keiko Fujimori. “Si hubiéramos hecho el trabajo que habíamos planteado ya no estaríamos en este problema de mierda”, dice Montesinos en una de las grabaciones, refiriéndose a la derrota de Fujimori, quien solía llamar a Montesinos ‘tío Vladi’. “Ya nada pueden hacer. Simplemente estoy tratando de ayudar, porque si no se joden: la chica terminará presa y el otro señor se morirá ahí donde está. Esa es la situación”, zanja el ex jefe del Servicio de Inteligencia Nacional del Perú (SIN).
La “chica” es Keiko Fujimori, que se niega a reconocer su derrota en las urnas por apenas 44.000 votos, y que se enfrenta a acusaciones de lavado de activos y organización criminal, por las que la Fiscalía pide 30 años de cárcel. El “otro señor” es el padre de “la chica”, Alberto Fujimori, con quien Montesinos conformó una de las duplas más corruptas y sanguinarias de la historia del Perú.
Los medios peruanos apuntan a que, entre los días 2 y 24 del pasado mes de junio, Montesinos hizo hasta 17 llamadas, por las que el director de su prisión ha sido relevado. La Fiscalía ya investiga estos audios que fueron difundidos por el excongresista y ex embajador en España Fernando Olivera.
El peor déjà vu, en el peor momento
Cuando el país vive un momento de máxima tensión a la espera de que se nombre un nuevo presidente, la reaparición del conspirador Montesinos ha sido un bombazo para la sociedad peruana, que ya ha bautizado como vladiaudios sus llamadas desde la legendaria cárcel de la Base Naval del Callao, diseñada por el mismo Montesinos para albergar a los líderes de la organización terrorista Sendero Luminoso.
“Consternación” es la palabra que utiliza el periodista peruano Marco Sifuentes para describir lo que sintió la población al volver a escuchar a Montesinos urdiendo su último complot. “Muchas de las cosas que están pasando ahora se parecen demasiado a los años 90, y ya esto ha sido la cereza del pastel”, comenta Sifuentes, director del podcast La Encerrona.
Para hablar de vladiaudios, antes hay que remontarse a los vladivideos, que grabó el propio Montesinos y que provocaron el primer estallido que haría saltar por los aires el régimen de Alberto Fujimori. El 14 de septiembre del año 2000 se emitió en todas las televisiones del país el primer vídeo, grabado en el despacho de Vladimiro Montesinos en la sede del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), en el que el asesor de Fujimori entregaba 15.000 dólares al congresista Alberto Kouri para que se pasara a la bancada del partido fujimorista. Curiosamente, también fue Fernando Olivera quien lo difundió, como los actuales vladiaudios.
Las autoridades lograron incautar más de 2.500 vladivideos, aunque Montesinos dijo tener más de 30.000. Por la salita del SIN pasaron políticos, empresarios, dueños de medios de comunicación y banqueros, entre otros, aceptando jugosas coimas (sobornos) para plegarse al régimen fujimorista o pidiendo a Montesinos una “ayudita” si necesitaban una mano con el poder judicial. El ‘todopoderoso’ tuvo vínculos con la CIA, con Pablo Escobar y hasta con Isabel Pantoja, con quien supuestamente pudo haber negociado la adopción de Chabelita por 80.000 dólares.
Hay quien dice que en Perú no eres nadie si no apareces en una de esas grabaciones, cuya difusión fue todo un acontecimiento. “Escuchar a Montesinos se convirtió en un pasatiempo nacional”, recuerda Marco Sifuentes. “Pasaron cientos de vladivideos en televisión, y la gente los vio completos. Era casi como seguir un partido de fútbol”, describe el periodista.
Pero las grabaciones no sólo fueron objeto de entretenimiento. Dos días después de la primera retransmisión, Fujimori anunció la desactivación del SIN y convocó elecciones, para acabar después huyendo a Japón.
Montesinos también protagonizó una novelesca huida, y finalmente fue capturado en Venezuela el 24 de junio de 2001, tras casi ocho meses prófugo. Una vez en Perú, Montesinos fue encerrado en la cárcel de máxima seguridad de la base naval del Callao y acusado de al menos 70 delitos, desde narcotráfico hasta asesinato. En una entrevista con El País en 2016, Mario Vargas Llosa dijo que Montesinos “llegó a acumular tanto poder que asustó al propio Fujimori”.
En estos veinte años, el jefe de facto de las Fuerzas Armadas y del espionaje durante la época de Fujimori ha sido juzgado y condenado varias veces, la última en 2010, a otros 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad como autor mediato de la matanza de Barrios Altos y la muerte del periodista Pedro Yauri.
Vladimiro Ilich Lenin Montesinos Torres nació en Arequipa, al sur del país, el 20 de mayo de 1945, hijo de un hombre con unas ideas marxistas que quedaron impresas en el nombre de su vástago. Montesinos llegó a ser capitán en el Ejército, antes de ser expulsado del mismo al descubrirse que pasaba información secreta a la CIA estadounidense. Estuvo un año en la cárcel, estudió Derecho y se convirtió en abogado de narcotraficantes y, posteriormente, de Fujimori.
Con Fujimori, fue jefe del Servicio de Inteligencia Nacional del Perú (SIN), cuya sede convirtió en su fuerte y en su base de espionaje. Fue también ahí donde diseñó la Base Naval del Callao, donde ahora cumple condena sólo con otros cinco presos, todos ellos líderes terroristas. También fue Montesinos quien se construyó su propia condena al grabar todas sus corruptelas. “Si cayó fue básicamente porque se dedicaba a grabar cómo corrompía a todo el mundo”, resume Marco Sifuentes.
“Su reaparición más importante” y su efecto sobre la política actual
Quienes conocen bien su figura no dudaban de que, incluso desde la cárcel, Montesinos seguía ejerciendo influencia. “Cada cierto tiempo se las arregla para hacer sentir que todavía tiene poder y contacto con el mundo, pero esta ha sido su reaparición más importante”, reconoce Sifuentes.
Pese a la relevancia de estas llamadas y al interés legítimo de la gente, los grandes medios peruanos han tardado en hacerse eco, y los aliados del fujimorismo siguen aferrándose a la tesis del fraude electoral que ha sido descartada por organismos nacionales e internacionales.
Para Sifuentes, la principal consecuencia que han tenido los audios de Montesinos ha sido “básicamente dividir la derecha”. “Hasta ahora, toda ella estaba muy unida en favor de Keiko Fujimori. Ahora, la derecha más de ‘centro’ ha desaparecido, con Mario Vargas Llosa incluido, y el fujimorismo y la derecha más extrema van por cada uno por su lado”, sostiene el director de La Encerrona.
Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, entre otros, han desdeñado en varias ocasiones la idea de fraude electoral que defiende la derecha peruana. Hay analistas que hablan ya de un golpe, después de que un millar de exmilitares, entre ellos dos congresistas, pidieran por carta a las Fuerzas Armadas que no reconozcan a Pedro Castillo como presidente electo.
Mientras tanto, sesenta Jurados Electorales Especiales apuran el tiempo para revisar las actas de votación, y que el Jurado Nacional Electoral pueda proclamar un vencedor ‘definitivo’ antes del próximo 28 de julio, cuando deberá tomar posesión. Marco Sifuentes confía en que así sea, aunque, visto lo visto, no puede descartar ningún escenario: “En Perú, uno nunca sabe”.