Qué riesgos había al construir junto a un volcán y otras preguntas de la erupción de La Palma
Las coladas de lava han arrasado centenares de viviendas y edificios.
La erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma ha dejado a cientos de personas sin casas, miles de evacuados y decenas de preguntas. La retransmisión de un fenómeno natural histórico como el que se está viviendo en la isla canaria estos días ha provocado dudas como qué pasará si la lava entra en contacto con el mar, si existe riesgo de tsunami o cómo se pueden prevenir catástrofes de este tipo.
Además, después de que las coladas de lava destruyeran en cuestión de minutos casas, iglesias y otros edificios, son muchos los que se han cuestionado por qué se ha construido en una zona volcánica.
Esta pregunta ha generado indignación por parte de canarios y palmeros en redes sociales, para ello, el arquitecto Félix Rodríguez de la Cruz es contundente en su respuesta a El HuffPost. “La Palma es volcánica como todas las islas de Canarias”, explica. “Ese es el territorio que usamos para vivir, no hay otra vuelta. Es la medianía que usamos para vivir. Todo lo que es la cumbre, donde ha salido la erupción es espacio natural, zona protegida el Parque Natural Cumbre Vieja. Debajo empieza la medianía cultivada, los inmuebles turísticos, la agricultura intensiva… Es de lo que vivimos”, detalla.
El especialista define la zona como de riesgo alto a nivel de ordenación urbanística y no solo por la peligrosidad, sino por las pérdidas que implica. “El riesgo en el sentido técnico combina vulnerabilidad —en este caso alta por los bienes de alto valor, inmuebles, infraestructuras de comunicación norte-sur de la isla y fincas agrícolas—, exposición y peligro —alto por la potencia del volcán—”, apunta.
Para Rodríguez de la Cruz “todos esos episodios son normales” y recalca que los palmeros conviven en la isla sin asustarse “porque un volcán esté”. “Ninguno de estos siete anteriores han implicado especial daño en bienes y personas, igual este ha sido más fuerte en cuanto a bienes. Se consideran los volcanes de Canarias con nulas pérdidas humanas porque se ha puesto el énfasis en eso en la prevención humana, pero el riesgo en las pérdidas económicas se asume y se convive con eso”, explica.
El arquitecto enfatiza en que en los núcleos Tozorque y El Paso, afectadas por la lava, hay construcciones que datan incluso del siglo XVI. “Se puede discutir sobre la distribución de la población que es tipo semillero, muy dispersa, por los servicios o los costes, pero la zona habitada que ha cubierto la lava se data incluso del siglo XIX o antes”, señala.
“No he oído a ningún geólogo que pueda precisar ni atreverse a decir que aquí no se puede tener una actividad económica en la zona sur de la isla”, explica. “No ocurre solo en el oeste —zona afectada por la erupción— también en el este, en el otro lado de la isla hubiera afectado al aeropuerto. ¿Entonces el aeropuerto está mal situado? Nosotros podemos ver que está plagada la isla de conos volcánicos y más esta parte sur, que data de más de 125.000 años”, detalla.
Rodríguez de la Cruz señala que hay poca precisión y capacidad para medir cuándo y cómo se va a dar una erupción en la isla. “Se puede saber que hay una o dos cada siglo”, señala y recuerda que el volcán de San Juan en 1949 ya había arrasado con casas de la zona. “Está poblada de antes de los años 80 que es cuando nacieron la primera legislación y los primeros planes de ordenación urbanística. Las leyes estatales ni canarias de ordenación no han puesto especial énfasis sobre los episodios sísmicos ni volcánicos. No hay que culpabilizar a nadie, en todo caso al sistema, las leyes lo han permitido”, explica.
En el caso de los riesgos sísmicos, el arquitecto señala que no se protegen las viviendas como en zonas de alta actividad sísmica como puede ocurrir con las construcciones en las regiones de choque de placas como Granada, Murcia o Málaga. “La actividad sísmica no es muy alta, sirve como faro, como anunciador de que algo está ocurriendo”, señala. “Aquí no se depende de la placa, sino que flotamos sobre el Atlántico sobre unas cámaras magmáticas todavía muy activas debajo de las islas. De tanto en tanto se van llenando del magma profundo y vuelven otra vez”, detalla.
Manuel Regueiro, Presidente del Colegio de Geólogos, explica que la “lógica geológica” dice que “no se debe construir” cerca de volcanes o torrentes, pero que el colectivo de geólogos no puede ir más allá, por lo que pide que se cumpla la ley y “se diseñen mapas de riesgos”.
Estos documentos ordenan las zonas en función de su peligrosidad, lo que se conoce como “zonificar”. “En el caso de La Palma, hay que diferenciar entre el norte de la isla, donde no hay vulcanismo activo y por tanto no hay problema para construir, y la zona sur, donde está Cumbre Vieja. En el sur hay riesgo por erupción, aunque no es igual en todos los municipios, por lo que habrá que ir marcando los riesgos del más leve al más extremo”, apunta Regueiro.
El geólogo pone el ejemplo de Hawaii, donde tienen mapas que marcan la zona por la que van a bajar las coladas, pero es algo que no se puede saber en todos los volcanes. “En Nápoles, por ejemplo, toda la ciudad está en riesgo volcánico, en súper riesgo, con destrucción masiva. Ellos tienen mapas y planes de evacuación”, señala el experto sobre las medidas de prevención de poblaciones cercanas a volcanes.
Regueiro pide ser igualmente cuidadoso con otros fenómenos como las DANAS, que causan destrucción en construcciones que se han levantado sobre, por ejemplo, torrentes. “La diferencia entre un volcán y una DANA es que el volcán puede entrar en erupción una vez cada 50 años y las DANAS provocan inundaciones tranquilamente una vez al año”, añade.
Estos días se ha empezado a hablar de que todo el archipiélago canario corre riesgo de erupciones volcánicas, movimientos sísmicos y erupciones. Si bien se trata de territorio volcánico, no todos los volcanes existentes tienen la misma actividad ni se puede prever con precisión cuáles son más peligrosos, pero sí en función de los daños potenciales que podría producir.
Con respecto a las islas del archipiélago que mayor riesgo volcánico o sísmico tienen cabe destacar Tenerife y La Palma. Tenerife, según señala el Plan de Riesgo Volcánico (PEVOLCA), ha ido evolucionando hacia unas emisiones o erupciones basálticas de mayor complejidad con el paso de los años, que las de La Palma. Además destacan que la formación de fisuras en esta isla puede generar cráteres de distinta peligrosidad. Por su parte, El Hierro, Gran Canaria y Lanzarote se mantienen en observación, pero se consideran de menor riesgo volcánico actualmente que las anteriores islas mencionadas, pero sí se establece un control de las emisiones y los movimientos sísmicos.
La Palma es considerada por el PEVOLCA una de las zonas de mayor riesgo volcánico por la recurrencia de las erupciones relativamente recientes. Especialmente están en riesgo las zonas de la cumbre y la litoral del extremo sur.
En el caso de la vertiente oeste de Cumbre Vieja, donde se ubican las capitales de Tazacorte, El Paso o Llanos de Aridane, las más afectadas por la erupción, presentaban ya un riesgo alto por la densidad de población que albergan y por la actividad volcánica de la zona. Hay que tener en cuenta que hasta este martes, la lava ha cubierto 258 hectáreas, 686 edificaciones y ha obligado a evacuar a 5.600 personas.
Además de estas poblaciones, otra de las de mayor riesgo de la isla es la zona de Fuencaliente, afectada por el volcán del Teneguía. Tal y como señalan en el PEVOLCA, ha crecido en los últimos años, por lo que su riesgo ha aumentado, pese a seguir siendo un área con baja densidad de población y, por tanto, de fácil evacuación.
La parte más densamente poblada de La Palma y, por tanto, de mayor riesgo para la población sería la vertiente este de Cumbre Vieja —la opuesta a la que se ha producido la erupción—, donde se sitúan las tres capitales de municipio Breña Alta, Breña Baja y Mazo. Por otro lado, la parte norte de la isla es la que menos actividad volcánica recoge y la zona con mayor capacidad erosiva.
El PEVOLCA señala de manera especial a las islas de La Gomera y Fuerteventura “por los largos períodos de reposo”, además de por la falta de registros de actividad en ellas en los últimos 10.000 años. Por esta razón, no se incluyen en el plan de emergencias.
La población de zonas de riesgo volcánico es consciente de los peligros que puede suponer una erupción y es en parte gracias a los programas de prevención de las autoridades, como el llamado semáforo volcánico.
El sistema se estructura en tres colores, verde, amarillo y rojo, en función del riesgo de emergencia. En el primer nivel, el verde, no hay riesgo para la población y se utiliza para poner en marcha programas educativos y de sensibilización, tanto en escuelas como en asociaciones vecinales. El PEVOLCA invita a instituciones, colegios y ciudadanos a tener planes de emergencia en sus hogares.
Cuando el nivel del semáforo cambia a amarillo quiere decir que la zona está en una situación de alerta y que se debe estar atento a las comunicaciones oficiales. También tomar medidas para estar preparados para una posible erupción, protegiendo las ventanas o asegurándose de que hay un botiquín en casa, además de velas o linternas.
El color rojo cuenta con varios niveles, siendo el primero de ellos el estado inminente antes de la emergencia cuando, por ejemplo, puede realizarse una evacuación como la que se produjo en La Palma antes de la erupción de Cumbre Vieja. Una vez se produce el fenómeno, el semáforo insiste en seguir con atención las indicaciones de las autoridades, permanecer bajo techo, preparar una maleta por si es necesario dejar la casa y evitar acercarse a las zonas de mayor riesgo.
El arquitecto pone de manifiesto que el volcán ha modificado más el terreno que la simple destrucción de viviendas o plantaciones y que algunos de ellos se verán próximamente. “Hay un problema que se puede derivar de esto inmediato que es que podría haber lluvias abundantes en noviembre y la infiltración disminuye enormemente con la ceniza. Los arrastres son importantes, eso ya ocurrió en 1971 con el Teneguía. Eso haría que la zona baja de plataneras y la zona turística de Puerto de Naos pudiera quedar afectada”, detalla.
Otro apunte que podría notarse sobre el terreno es la modificación del mismo, tal y como cuenta Rodríguez de la Cruz, en la zona de erupción no había barrancos anteriormente, por lo que ninguno se ha bloqueado, pero sí que se pueden producir por los cambios en el terreno. “En esa zona no hay ningún barranco de cumbre a mar, ninguna cuenca que canalizara el agua en la zona. Más abajo sí, que hay barrancos jóvenes, pero donde está la lava no. Ahora mismo la geomorfología ha cambiado muchísimo, se verá qué ha producido porque cambiará todo”, señala.
Algunos especialistas son relativamente optimistas con la catástrofe siempre teniendo en cuenta la pérdida de bienes que ha supuesto para cientos de personas. Rodríguez de la Cruz señala que en casos anteriores, como el del volcán de San Juan, los terrenos de las erupciones de 1949 fueron colonizados “tanto por la naturaleza como por el hombre”.
“Primero fue la naturaleza con los líquenes y demás y luego el hombre, que hizo importantes construcciones encima e incluso se ha construido un espacio agrario de primer orden en el terreno que se ganó al mar, una plantación de plátanos de las más punteras”, explica el experto que no atribuye esa fertilidad a las cenizas sino al clima de la zona. Además, recuerda que la zona de las coladas del volcán de San Juan fue calificada como área de sensibilidad ecológica en 1987.
Sin embargo, piensa que es “insensible” abordar un tema futuro “cuando tanta gente lo está pasando mal”. “Es un debate para un poco después. También pienso que hay que verlo como algo positivo y convertir este desastre en una oportunidad que es la magnitud de las coladas es impresionante, son altísimas. Ahí no se va a poder hacer nada e intentar buscar las parcelas anteriores es de risa”, señala. “La naturaleza nos ha regalado un espacio natural de primer orden y ahora vendrá un debate de qué es lo que se puede hacer y cómo paralelamente se remedian las situaciones de los afectados”, apunta.