Qué posibilidades hay de que nos podamos ir de vacaciones en verano
Todavía es pronto para saber si la pandemia del coronavirus nos permitirá viajar, pero este año no será como los anteriores.
La pandemia del coronavirus ha cambiado por completo la vida de millones de ciudadanos en todo el mundo. La crisis sanitaria ha provocado que se impongan medidas drásticas como el confinamiento de la población en sus domicilios, como ocurre en España desde el pasado 14 de marzo. Ante la acumulación de malas noticias muchos españoles esperan la llegada del verano con la duda de si podrán irse de vacaciones.
Se trata de una pregunta difícil de responder en este momento en el que el coronavirus todavía deja más de 500 muertes diarias. “Es pronto para saberlo”, asegura María Teresa Pérez-Gracia, catedrática de microbiología en la Universidad CEU Cardenal Herrera.
“Aunque hemos aprendido mucho en estos poco más de 100 días de COVID-19, es pronto para hacer predicciones sobre el estado de la pandemia en verano. Tenemos aún bastantes incógnitas sobre cómo se comporta el virus y nuestra inmunidad”, coincide Andrea Buron, médica especialista en medicina preventiva y salud pública y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas).
Cuarentena hasta mediados de mayo, como mínimo
A pesar de que los datos de la pandemia empiezan a ser mejores, la mayoría de países europeos han extendido las medidas excepcionales hasta mediados de mayo. España se mueve en esa misma dirección. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dejado caer recientemente que pedirá una tercera ampliación del estado de alarma hasta el 10 de mayo.
Los expertos coinciden en que, por el momento, hay que estar atentos a la evolución de los contagios, ya que será determinante para la toma de decisiones. “Estamos en un momento en el que empezamos a ver el descenso en el número de nuevos infectados al día y eso es esperanzador, aunque debemos seguir observando atentamente la evolución de las cifras”, señala Pérez-Gracia.
Una de las variables a tener en cuenta para la vuelta a la normalidad es conocer cuál es el verdadero impacto de la enfermedad sobre la población española, es decir, saber cuántos ciudadanos están realmente contagiados. El Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) estima que el número real de afectados es de tres millones.
La clave para conocer el impacto de la COVID-19 es la cantidad de test que se realizan: cuánta más información se tenga, mejores medidas se pueden tomar para prevenir futuros contagios. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha informado que actualmente se realizan 47.000 pruebas PCR diarias, frente a las 20.000 que se hacían antes. “Si se logra ampliar el número de pruebas diagnósticas realizadas a la población para detectar todos los casos positivos y frenar así la cadena de contagios”, explica Pérez-Gracia.
La responsabilidad de los ciudadanos
El levantamiento de las restricciones dependerá de cómo evolucione la pandemia durante las próximas semanas. La vuelta a la normalidad se hará de forma escalonada y por zonas. Por ejemplo, Austria ha permitido esta semana la reapertura de los comercios más pequeños.
La prohibición de viajar no será de las primeras restricciones en eliminarse y menos todavía a nivel internacional. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha rebajado esta semana las expectativas con una petición de prudencia a los europeos. “Recomiendo esperar antes de hacer planes. Nadie puede hacer diagnósticos fiables”, ha asegurado.
Una vez comience la vuelta a la normalidad, los ciudadanos jugarán un papel fundamental de cara al levantamiento de otras restricciones en el futuro. “Necesitamos reactivar la economía, pero necesitamos hacerlo de forma segura. Con la vuelta al trabajo se ha hecho hincapié en la importancia de las medidas de distanciamiento físico, higiene o mascarilla, de su cumplimiento dependerá en gran medida la evolución que veamos en unas dos semanas”, señala Buron.
Si los ciudadanos siguen las recomendaciones y los contagios se reducen, será más fácil que exista un verano, pero que no será similar al del año pasado. “Depende de cómo hagamos ahora los deberes nos mereceremos más o menos las vacaciones, o mejor dicho un verano con menos restricciones porque vacaciones y agosto como otros años no creo que tengamos”, apunta Buron.
La supervivencia del virus con el calor
Una de las incógnitas sobre el coronavirus es cómo se comporta si mejora el clima, una vez llegue el calor. “Habrá que observar el comportamiento del virus cuando vayan cambiando las condiciones de calor y tengamos más horas de incidencia de los rayos ultravioleta, para ver en qué medida esto puede afectar a su supervivencia fuera del hospedador humano. Este hecho puede jugar a nuestro favor y ser un importante factor que ayude a la contención del SARS-CoV-2”, afirma Pérez-Gracia.
Todos los indicios parecen indicar que el coronavirus remite con el calor. “Sería extraño que este coronavirus no compartiera las características de otros”, reconocía el médico Fernando Simón, jefe del Servicio de Alertas y Emergencias Sanitarias, en la rueda de prensa de este martes.
La Agencia Estatal de Meteorología y el Instituto de Salud del Carlos III han publicado un informe que apunta en esa dirección. Estas instituciones compararon el índice de incidencia acumulado en los últimos 14 días (el número de contagios nuevos diario por cada 100.000 habitantes) con la temperatura media por comunidad autónoma.
Los resultados indican que sí existe una relación entre los nuevos contagios y la temperatura. “Existe una correlación negativa entre la incidencia acumulada de casos nuevos durante 14 días y la temperatura por comunidades. A mayor temperatura, menor incidencia de contagios”, recuerda Buron.
Este estudio llega a la misma conclusión que otros internacionales. “Son datos preliminares, pero podría estar indicándonos que efectivamente los aumentos de temperaturas reducen la transmisión del virus”, señala.
Viajes cortos aquellos que puedan
Los expertos coinciden en que, en el mejor de los casos, estaríamos hablando de unas vacaciones de verano muy atípicas. Que nadie se espere las aglomeraciones de las playas de Benidorm, los festivales de música masivos, las discotecas a reventar o los viajes exóticos a la otra punta del mundo. “Habrá que guardar la distancia un tiempo, hasta en la playa”, aseguró la ministra de Industria, Turismo y Comercio, Reyes Maroto, en una entrevista en El País.
Una vez se levante la cuarentena, lo más lógico es que aquellos ciudadanos que puedan realicen viajes cortos, incluso de ida y vuelta en un día, de proximidad y dentro de España. Acudir a las segundas residencias o las casas del pueblo será lo más habitual, frente a los hoteles.
Asimismo, no se puede olvidar el factor económico, ya que hay parte importante de la población que va a ver reducida su capacidad adquisitiva. Aquí se encuentran los tres millones de trabajadores afectados por ERTEs, los 900.000 nuevos parados, el millón de autónomos que ha pedido la ayuda por cese de actividad o las empleadas del hogar, entre otros.
“Viajar en vacaciones significa poder adquisitivo y cierta seguridad económica, muchas familias están haciendo números e irse de vacaciones será un privilegio del que mucha menos gente que el año pasado podrá disfrutar, independientemente de las restricciones”, recuerda Buron.
No es descartable que sean los propios ciudadanos quienes prefieran esos viajes cortos, independientemente de las restricciones. “La experiencia de esta situación sanitaria actual es tan traumática que puede provocar un cambio en el orden de prioridades en la vida de muchas personas. Los viajes de proximidad generan mayor confianza psicológica, más sensación de control y menos gasto entre los viajeros”, añade Joan Miquel Gomis, profesor de economía y empresa en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Los viajes internacionales dependerán también del avance de la pandemia, no solo en España, sino a nivel internacional, recuerda Pérez-Gracia. Los cierres de fronteras tardarán más tiempo en levantarse que las restricciones de movimiento dentro de los países.
Al igual que ocurrió después de los atentados del 11-S, la forma de viajar podría cambiar. La Organización Mundial de la Salud podría dictar nuevas normas para viajar entre países con el objetivo de controlar el riesgo de importación de nuevos casos.
Una campaña veraniega perdida para el sector
El impacto del coronavirus en el turismo es incuestionable: los viajes internacionales están paralizados. Si se registraron 1.500 millones de viajeros en el mundo en 2019, según la Organización Mundial del Turismo, las previsiones para este año auguran una caída del 30%.
El sector turístico es muy relevante en España, ya que representa el 12% del producto interior bruto (PIB) y el 13% del empleo. El país recibirá este año en torno a 36 millones de turistas internacionales, según una encuesta de la consultora DNA Turismo y Ocio. Unas cifras muy inferiores a los 83,7 millones de turistas que lo visitaron en 2019, récord por séptimo año consecutivo.
Tras pasar una Semana Santa encerrados en casa, el verano tampoco augura buenas noticias para el sector. Hoteles, restaurantes y chiringuitos sufrirán enormemente la paralización de los viajes a nivel internacional provocada por la pandemia, ya que normalmente los turistas extranjeros gastan más dinero que los españoles.
La asociación de empresas turístiscos Exceltur calculaba a principios de mes que el sector perdería 55.000 millones, aunque ahora cree que los números rojos serán todavía más grandes. Las cifras definitivas tardarán en conocerse.
Tocará posponer los viajes hasta 2021.