Qué pasa con la nube de azufre y otras dudas sobre el volcán de La Palma
Si llega la lava al mar o no, cómo desviar su trayectoria... las preguntas sobre las que trabajan las emergencias en el terreno.
La erupción del volcán Cumbre Vieja sigue destrozando la isla de La Palma con ríos de lava y ceniza que se mueven lentos pero imparables sobre casas, campos y todo lo que encuentran a su paso. Cuatro días después, el desastre no cesa y la previsión lleva a hablar no de días, sino de meses.
Con cuatro bocas activas y un ritmo casi imperceptible de 4 metros por hora, el temido encuentro del magma con el mar continúa , pero el inmenso balance de daños materiales y sentimentales no hace más que crecer. Ya hay más de 6.800 evacuados, con 350 casas destrozadas y cerca de 166 hectáreas de campo absolutamente consumidas. En total, unas 16.000 personas afectadas de algún modo, casi el 20% de la población total en la isla. Y el balance seguirá creciendo en las próximas horas, advierten desde el terreno.
Llegados a este punto de la erupción, surgen varias preguntas sobre las que trabajan las emergencias, como si de verdad va a llegar la lava al mar y qué sucedería entonces, qué consecuencias medioambientales va a tener o qué es y qué riesgos tiene la nube de dióxido de azufre que tanto ha dado que hablar en las últimas horas.
Tal y como apuntan los científicos de Involcan a EFE, “podría oscilar entre 24 y 84 días, con una media de 55 días, o lo que es lo mismo, podría seguir expulsando lava al menos hasta noviembre o incluso llegar a diciembre”.
Según contó el presidente del Colegio de Geólogos, Manuel Regueiro, a El HuffPost “todo depende de la cantidad de lava que haya en la cámara magmática del volcán, algo que desconocemos”.
Se retrasa sine die y lo que ya plantean las autoridades es que, de llegar, no lo haría ni este jueves ni el viernes. Poco a poco se ha ido posponiendo la fecha de ese encuentro, desde la primera previsión del lunes por la noche, cuando el ritmo de la lava era de unos 700 metros por hora. Ahora, a unos 4 metros cada hora los cálculos son muy difíciles.
Comienza a plantearse esa posibilidad, que la lava se expanda a lo ancho sin llegar a tocar la costa, aunque sún es una opción sin certeza absoluta. De ocurrir, implicaría, como ya apuntan algunos analistas, un mayor riesgo de destrucción terrestre, porque las coladas de lava ampliarían su radio de destrucción en lugar de dirigirse directamente hacia el mar.
Pararlas es imposible; apagarlas, también, pero los técnicos intentan encauzarlas para limitar en lo posible los daños. Los trabajos, con maquinaria pesada, tratan de abrir un cauce limpio de obstáculos para que la lava se adentre en él y no coja el ‘camino’ de edificaciones.
“Por intentarlo que no sea”, reconocía en la noche del martes uno de los bomberos participantes del operativo.
Los penachos de azufre desprendidos por el volcán se aproximan a la Península. Al menos eso es lo que señala el programa Copernicus —desarrollado para la observación medioambiental y científica por la Agencia Espacial Europea y la Agencia Europea de Medio Ambiente—, que apunta a que el dióxido de azufre entrará en por Murcia este miércoles y se extenderá por el resto del territorio este jueves y viernes.
A pesar de esto, los expertos recalcan que, a priori no habría riesgo para la salud por este gas en la Península, ya que llegará en muy bajas concentraciones. De hecho Francisco Martín, meteorólogo de Meteored, no lo define como nube. “En todo caso hay un penacho o lengua de irrupción con concentraciones muy bajas de dióxido de azufre, casi imperceptibles”, apostilla. “No hay nube tóxica”, aclara a El HuffPost.
“Lo primero que hay que dejar claro es que el dióxido de azufre está presente en el ambiente tanto de forma natural como artificial. Las personas que vivimos en ciudades respiramos pequeñas cantidades de dióxido de azufre, lo que pasa que el volcán en particular está emitiendo grandes y peligrosas cantidades para la zona de Canarias”, explica.
El volcán Cumbre Vieja, desde que está en erupción, ha expulsado 20.000 toneladas de dióxido de azufre, según datos del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) y tiene una tasa de expulsión diaria de entre 6.140 y 11.500 toneladas de este gas.
“El volcán de La Palma tiene una peculiaridad y es que afortunadamente en las Islas Canarias está soplando el alisio, que es un viento de noreste que lleva las partículas, las cenizas y a la nube de SO2, que es más bien un penacho, hacia el sur afectando principalmente a las islas de El Hierro y La Gomera, pero a la vez se va diluyendo”, explica.
Según detalla Martín, al ascender este penacho de SO2 aparecen los vientos contraalisios, que son vientos de suroeste, que serían los responsables junto a la DANA de que llegue a Baleares. “En las previsiones se apunta a que este penacho ya esté entrando por el sureste peninsular, pero es peligroso siempre y cuando se dé en superficie, que no va a ocurrir”, señala.
“Las concentraciones de este gas tóxico son extremadamente bajas en superficie, por lo que no tenemos que temer por la salud. Además, de por sí, viajan en concentraciones muy bajas, porque cuando el gas viaja de Canarias hasta la península el gas se va disolviendo en el aire”, apunta el experto, quien recuerda que estas concentraciones son máximas entre 3.000 y 5.000 metros de altura.
El SO2 es considerado un gas tóxico e irritante que puede irritar el tracto respiratorio, causar bronquitis, reacciones asmáticas, espasmos reflejos, parada respiratoria, dolores de cabeza y, en el caso de los asmáticos, congestionar los conductos bronquiales. Sin embargo, salvo en las zonas de la isla afectadas, la llegada de este penacho no se considera peligrosa para la salud por sus bajas concentraciones.
“Desde el punto de vista de la salud no va a causar ningún problema”, zanja el especialista, que pide que no se alarme a la población con este tema.
Con respecto a las Islas Canarias, la situación cambia. Martín señala que allí hay “avisos aeronáuticos por la presencia de cenizas y SO2 al sur de La Palma, porque ahí las concentraciones son más altas”. Con respecto a Las Palmas de Gran Canaria, El Hierro y Tenerife, el experto señala que hay que seguir de cerca las medidas que están tomando estos casos AEMET y el CSIC porque ahí podría haber algún tipo de peligro al ser el centro focal de las emisiones.
Allí, para evitar la contaminación por este gas y por las cenizas se recomienda no acercarse a menos de 2 kilómetros de la zona afectada y permanecer en los domicilios siempre que sea posible con las ventanas y puertas cerradas y, en caso de salir, hacerlo con mascarillas de polvo, gafas protectoras, manga larga y pantalón largo.
Tal y como han señalado desde la UME, “están monitoreando las concentraciones de azufre y, por el momento, se descarta toxicidad”.
Martín es tajante. En la Península las concentraciones de SO2 serían muy bajas para que este fenómeno se produjese. “Va a llover en esa zona del sudeste peninsular, pero vuelvo a repetir que las concentraciones de este volcán tanto de SO2 y de partículas es relativamente baja en las zonas peninsulares y Baleares, por lo que tampoco tenemos que temer a la presencia de lluvia ácida”, señala.
Además, tal y como recuerda el experto, este tipo de fenómenos atmosféricos como tormentas y convecciones, que se prevén para el Mediterráneo y Baleares diluiría todavía más la concentración del gas. “Es una probabilidad extremadamente baja”, recalca.
En Canarias la situación podría cambiar, aunque Martín recuerda que no se prevén precipitaciones en la zona. “Los alisios son vientos del noreste que no generan episodios de lluvia, solamente en el norte de las islas de mayor relieve, sería en las zonas norte de Tenerife, La Palma y Gran Canaria, pero no dejan lluvias en las zonas donde está el volcán. No hay previsión de lluvia en Canarias salvo en las zonas de alto relieve”, explica.
Con respecto a la ceniza volcánica que puede caer en el resto de la isla, la Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno canario ha recomendado que se “evite en lo posible que estas finas partículas de roca y mineral entren en contacto con alimentos o cubran canaletas de lluvia o depósitos de agua”.
También recomiendan permanecer en el domicilio, con las puertas y ventanas cerradas y sin hacer uso de calefacción, aire acondicionado o chimeneas. Salvo en caso de riesgo de derrumbe por acumulación de cenizas.
Asimismo, aconsejan retirar la ceniza acumulada de techos planos y canaletas y mantener tapados los depósitos y cisternas de agua, lavar bien frutas y legumbres y no comer alimentos al aire libre.
Con respecto a la limpieza, sugieren limpiar los arbustos, árboles y plantas siempre que sea posible y usar aspiradora para limpiar con frecuencia muebles y alfombras. También recuerdan que los restos de cenizas que se recojan tras la limpieza deben depositarse en bolsas de plástico en contenedores y nunca en el alcantarillado público.
La colada de magma que expulsa el volcán puede dejar “cicatrices en el territorio” que duren miles e incluso millones de años, según ha explicado el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Fernando Valladares, a EFE.
El especialista ha señalado que, a pesar del “golpe duro del ecosistema”, hay zonas que se salvan de la destrucción a pesar de estar a pocos metros de las coladas y que esas pasan a ser refugios naturales desde donde se “inicia la reconolización” del territorio.
Los agricultores no se muestran tan optimistas y la Asociación Palmera de Agricultores y Ganaderos (ASPA) ha denunciado que se han perdido cultivos de viñedos y aguacates de la zona, pero también las infraestructuras de riego. Tal y como han contado en declaraciones a Europa Press, si se dañan las infraestructuras hidráulicas no se podrá regar “porque el agua viene de la parte oeste hacia el sur y todo lo que quede de lava hacia al sur no tendrá riego por lo que va a afectar a gran parte de los cultivos de plátanos”.
Sin embargo, todos abogan por la prudencia ya que hasta que la erupción no acabe no podrá llevarse a cabo una valoración de los daños que ha producido el volcán, así como las indemnizaciones a las que podrían acogerse.