¿Qué ideología tiene Putin?
Varios analistas internacionales analizan el perfil político del presidente ruso.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, es uno de los hombres más odiados del planeta en los últimos días desde que comenzara la invasión militar de Ucrania, que ya ha provocado más de un millón de desplazados y miles de víctimas mortales.
El ataque ordenado por el presidente ruso el pasado miércoles ha provocado una reacción global de apoyo a Ucrania y de condena casi unánime a lo que se considera una agresión por parte de Rusia, instigada por un Putin al que muchos se afanan por etiquetar para poder identificarle más fácilmente como un enemigo.
Así está pasando en España, donde la derecha y la ultraderecha no dejan de calificar al mandatario ruso como un comunista. Lo hace el presidente de Vox, Santiago Abascal, pese a que hace unos años se apropiaba de frases del propio Putin; y lo hace el PP, desde el senador Rafael Hernando a Toni Cantó, pasando por el diputado madrileño Daniel Portero, que este jueves veía comunistas por todas partes:
Pero, ¿están en lo cierto? ¿Qué ideología tiene Putin? ¿Es realmente un comunista?
“Comunista no, en todo caso quiere la grandeza de Rusia, de la Rusia de los zares. Hace una mezcla, porque sabe que el régimen comunista no lo puede imponer. Cuando la gente dice que quiere extender un régimen comunista, querrá extender una dictadura, sí, pero no al estilo antiguo de Stalin”, contesta a El HuffPost Araceli Mangas Martín, catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid.
“La bandera de Rusia es la bandera de los zares, es el águila de la doble cabeza”, recuerda Mangas, quien asegura que Putin “sabe que lo del comunismo no tiene ningún sentido, que forma parte de la historia, que es memoria histórica, pero que sí tiene derecho a que Rusia vuelva a ser una gran potencia y a ser respetada”.
Más concreto se muestra el también catedrático en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales por la Complutense Rafael Calduch, quien define a Putin como “un nacionalista convencido”. “Es un defensor a ultranza del poder del Estado ruso y de los intereses de lo que se considera, por esa élite militar heredada del régimen soviético, los intereses nacionales del pueblo ruso, esté dentro de las fronteras de Rusia o fuera”.
Calduch considera que Putin “fue comunista mientras el régimen soviético estuvo operando” pero que en lo que realmente cree es “en la nación rusa y en el Estado ruso”.
El catedrático recuerda que en Rusia “hay un partido comunista que tiene representación en la Duma y que no es el partido de Putin”. “Por tanto, se puede calificar a la gente como nos dé la gana, pero eso no avala la idea de que, en la actualidad, como presidente de la Federación de Rusia, sea comunista”, asevera. “Lo fue cuando creía, durante la Unión Soviética, que el régimen comunista era lo mejor para el pueblo ruso. Eso ha cambiado y ya está. Se ha adaptado”.
No está tan de acuerdo el periodista José Miguel Vila, autor del libro Ucrania frente a Putin, quien sí se atreve a calificar a Putin como comunista, aunque considera que en realidad es alguien que “se quiere sobre todo a sí mismo”. “Es un amante del poder, es lo único que busca. Pero si tuviera que definirle, diría que es más comunista que otra cosa. No se puede pasar de la noche a la mañana, así como así, de un extremo al contrario. Fue jefe de los servicios secretos del KGB”, asegura.
Aunque Putin pertenece a un partido, Rusia Unida, que se define como conservador, Vila considera que ese espíritu conservador se aplica “a lo que había que mantener”, en referencia a la Unión Soviética.
“Putin sigue tratando de reconstruir de alguna manera el espacio post soviético, porque considera que la caída de la URSS es la mayor tragedia geopolítica del siglo XX”, coincide Javier Roldán Barbero, catedrático y director del Departamento de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Granada.
Aun así, Roldán discrepa en considerar a Putin como un comunista. “De comunista, de izquierdas o de progresista no tiene absolutamente nada. Se alinea más con una posición de extrema derecha, con un sistema económico caótico que favorece a los oligarcas, muy autoritario desde el punto de vista político e incluso reaccionario en algunas cuestiones como la homofobia. Y eso hace que simpaticen con él algunos partidos de extrema derecha populista”, asevera.
Algunos líderes de esa extrema derecha que otrora se inspiraban en el líder ruso, ahora lo rechazan poniendo como excusa sus alianzas con países comunistas y situándolo como un aliado de esta ideología.
Calduch tilda esto de “simplificación”. “Por la misma razón que EEUU comercia con China y no por eso es comunista. ¿Qué tiene que ver la gestión de determinados intereses geoestratégicos, comerciales o energéticos con la ideología? ¿O es que el fontanero, cuando viene a casa te arregla el grifo o no en función de lo que has votado en las últimas elecciones?”, se pregunta. “Te arregla el grifo en función de su actividad profesional, punto y se acabó”, sentencia.
Mangas, por su parte, cree que Rusia “busca” a estos países “en el momento en el que se la margina por completo” y destaca que la relación con China no siempre ha sido buena. “Cuando dos países tienen mucha frontera común, hay problemas”, asegura la académica, que considera que el país chino “se ha favorecido extraordinariamente” de las sanciones a Rusia de los últimos años.
“Hay una alianza entre Rusia, China y otros países que tienen como denominador común el buscar todo lo que le pueda perjudicar a la UE, la OTAN, Estados Unidos y la cultura y el sistema político occidental”, agrega Roldán, quien considera que “lo fundamental” en las alianzas de Putin es su “carácter antioccidental”. “Son autocracias de muy distinto signo cuya nota en común es ser dictaduras sancionadas por occidente”.
Los expertos señalan cuáles son las claves para entender la política de Putin. Para Calduch, tras la desaparición de la URSS y con un sector comunista minoritario en Rusia, “lo que emergió fue lo que estuvo hibernando durante el período soviético, desde la Revolución Bolchevique de 1917 hasta 1991″. ”¿Qué es lo que había imperado durante siglos? Dos elementos cruciales: el nacionalismo y la religión ortodoxa, que reaparecen como elementos integradores durante la nueva realidad de Rusia. Eso es en lo que se apoya Putin para ejercer su liderazgo político, no tiene nada que ver con la ideología”, asevera.
Mangas acude a los hechos históricos para explicar el perfil del presidente ruso. Tras la descomposición de la antigua Yugoslavia a finales de los 90 y la entrada de antiguas repúblicas soviéticas en la UE y en la OTAN a principios del siglo XXI, la catedrática considera que Putin “no aguantó más” cuando occidente reconoció la independencia de Kosovo, lo que suponía que un antiguo aliado soviético, Yugoslavia, perdía un tercio de su territorio.
Hasta entonces, afirma Mangas, “Putin había aguantado mucho”, pero tras este episodio “tardó muy pocos meses en poner en práctica lo mismo en Osetia”. “Se entera de que los osetios, que son prorrusos, dicen que Georgia les está maltratando, manda al Ejército y proclama la república independiente de Osetia. Si es legal cuando lo hace occidente, es legal cuando lo hago yo también”, explica.
Mangas considera que Putin ha ido haciendo algo similar con Ucrania hasta ahora y que “la guerra se pudo haber evitado”. “La diplomacia ha fallado. Algo hay que concederles. Se podía haber aceptado que Ucrania fuera un Estado democrático, pero no dentro de la UE y de la OTAN”, afirma. La experta cree que “se monta la de dios” cuando en 2014, la entonces Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, “ofrece un acuerdo de asociación a Ucrania”. “Entonces Putin decide tomar Crimea y las regiones pro rusas”, resume.
Sobre este asunto, Roldán entiende “que el nacionalismo ruso se haya visto encogido, herido y humillado” por occidente pero asegura que esto “no es razón moral” y “no se puede alegar que Ucrania no tiene derecho a entrar en la OTAN o que la OTAN no tiene derecho a admitir a nuevos miembros”.
Mangas insiste sobre este punto aseverando que a Rusia “no se la trató con dignidad”, que ha sido “un país despreciado” desde la caída del Muro de Berlín y que “eso lo ha llevado Putin en el alma como le pasó a Hitler y a los alemanes”. “Considera que se les ha ninguneado, se les ha despreciado y que se ha abusado de ellos cuando eran débiles. Al final, pueblos que han tenido mucha grandeza esto no lo entienden”, asegura.
Sobre la comparación de Putin con Hitler, Roldán considera “curioso y estremecedor” que Hitler, para invadir Checoslovaquia y Polonia, “invocara a la minoría germanófona, que estaba siendo maltratada”. “El pretexto de la invasión se asimila”, afirma el catedrático, quien considera que “hay una personalidad psicótica en ambos casos y eso es muy peligroso”.
“Los analistas internacionales intentamos ver una racionalidad en el tablero, en la estrategia de los países, y a veces el componente personal, egocéntrico y megalómano de un dictador puede ser suficiente para dar al traste con el equilibrio internacional”, añade.
Porque Roldán considera “sin duda alguna” que Putin es un dictador.
“Ha habido simulacros, pantomimas de elecciones que han sido una burla. Los líderes opositores están en la cárcel, cuando no envenenados o asesinados. No hay ningún pluralismo de ningún tipo en los medios, ni el poder judicial es independiente, ni la Duma tiene control sobre el Ejecutivo. Es una dictadura a la moda actual: hacer un remedo de elecciones para maquillar un poco el régimen. Es un dictador tanto para sus ciudadanos como para pueblos de otros países; es un dictador interno y externo”, asegura.
En el mismo sentido se pronuncia Vila. “Comunista o no, Putin es ante todo un dictador. Y un dictador da igual la ideología a la que se agarre. De izquierdas o de derechas, un dictador es un dictador”, asegura el periodista.
La invasión de Ucrania, un error que se le puede volver en contra
Respecto a la invasión de Ucrania, el propio Roldán reconoce haber tenido la esperanza de que Putin, pese a los avisos de EEUU y el movimiento de tropas, quisiera “buscar una solución política antes que militar”.
Menos escéptico se muestra Vila, quien cree que “estaba claro que Putin no se iba a quedar sólo con lo de Crimea”. “Veremos si lo siguiente no es Rumanía, Polonia, Estonia, Letonia o Lituania. Es un hombre con un afán infinito de poder”, agrega.
Calduch reconoce que no se esperaba la invasión como así le ocurrió a “la mayor parte de los analistas”, pero cree que se trata de “un error a medio y largo plazo para los propios intereses estratégicos de Rusia porque está provocando los efectos contrarios a lo que se preveía”. El experto cree que, tras la invasión, la vinculación de Ucrania con la UE comenzará a gestionarse “en cuestión de semanas” y que “es probable que se amplíe la OTAN con Finlandia y Suecia”.
“Putin se ha equivocado”, sentencia Vila. “Se pensó que Europa iba a reaccionar dividida, que EEUU no iba a decir nada como con Crimea y esa es la gran diferencia con 2014″, explica.
“Curiosamente, ha hecho reafirmarse a Europa, su unidad, su capacidad de ser potencia y no sólo actor blando, coordinando y prestando ayuda militar al exterior”, agrega Roldán, quien cree que esta invasión de Putin ha hecho que en Europa “nos demos cuenta de que las cosas no están garantizadas, que hay que defenderlas y que hay enemigos externos contra los que debemos unirnos porque, si no, Europa será irrelevante o una colonia”.
“La reacción de Europa ha sido casi meteórica”, reconoce Mangas, quien cree que Rusia “va a quedar aislada” con las sanciones que se le han impuesto y que “va a tener mucha dificultad para financiar la guerra con los ahorros que había preparado Putin”.
Sólo Calduch cree que el descontento, si las cosas no salen como Putin previó, pueda provocar una reacción interna en Rusia. “Si esta guerra no da los resultados previsibles y los intereses de la élite militar industrial salen perjudicados, es probable que se le dé un golpe de Estado como se le intentó dar a Gorbachov o a Jruschov”.
Mangas tiene dudas de que esta reacción interna pueda ser popular, “porque la gente tiene miedo y sabe que el poder es muy fuerte”. “Pero sí que puede ser que haya militares que consideren que es una barbaridad, que esto les vaya a empobrecer o que sitúe en una posición peligrosa a Rusia. Y luego los oligarcas, que pueden encontrarse con que no tienen nada”, afirma.
También lo ve difícil Roldán, por culpa de la “enorme represión”, que hace “muy difícil que se articule una sociedad civil y una oposición política que pueda crecer sin ser perseguida”.
Sobre qué puede pasar con este conflicto, ninguno se atreve a aventurar nada. Roldán, por ejemplo, teme que Putin instale “un gobierno al servicio de Rusia”, derrocando a Zelenski y haciendo, en la práctica, “que Ucrania desaparezca como estado soberano”. Calduch, por su parte, advierte de cómo evolucionan las guerras. “En la guerra en Siria hubo un momento en que estuvieron a punto de derrotar al régimen de Al Assad, entró en conflicto Rusia y cambió las tornas completamente”.
El riesgo es muy alto, con una superpotencia nuclear invadiendo un país y con un líder autoritario al mando de dicha invasión. Bien lo sabe Vila, que recuerda a modo de advertencia una frase atribuida a Albert Einstein sobre la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial: “No sé con qué armas se peleará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta será con palos y piedras”.