Qué hay detrás de la advertencia del científico del CSIC sobre el peligro de las mascarillas quirúrgicas en interior
Quiere que se prioricen las FFP2.
Cuando parecía que ya nadie tenía dudas sobre el uso de mascarillas, sabiendo distinguir entre las FFP2, las higiénicas y las quirúrgicas, un aviso del investigador del CSIC José María Lagarón lo ha puesto todo patas arriba. “Las mascarillas quirúrgicas no nos protegen del coronavirus en espacios cerrados”, afirmó tajante en el programa Ya es mediodía de Telecinco.
“El problema de los interiores es que, si no están bien ventilados, los aerosoles sobre los que viaja el virus no son parados de manera eficiente por una quirúrgica. Están diseñados para parar bacterias”, continuó el investigador, instando a usar mascarillas FFP2. “Si queremos tener una protección eficaz, las ideales son las EPI (Equipo de protección individual)”, aseguró.
Que un miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas haga esa afirmación lleva inevitablemente a pensar mal de las mascarillas quirúrgicas y a llenar los grupos de WhatsApp de cadenas advirtiendo sobre su eficacia. Lo denunció el neurocientífico Pablo Barrecheguren, una de la voces que se ha alzado en contra de la afirmación de Lagarón, a través de su cuenta de Twitter. “Si lo dice alguien del CSIC...”, se lamentó.
La pista para entender mejor este mensaje la da el propio Barrechegureni en otro tuit. “Leí al científico del CSIC afirmando que las mascarillas quirúrgicas no protegen en espacios cerrados (lo cual es falso). En las primeras líneas se leía que dirige una empresa que comercializa mascarillas FFP2. Éste es el nivel”, denunció.
José María Lagarón es fundador y presidente de la empresa biotecnológica Bioinicia SL. Esta empresa es, a su vez, la encargada de comercializar las llamadas mascarillas del CSIC, que se pusieron a la venta en el mes de agosto. Estas mascarillas, que se venden por 29,95 euros en packs de 10 unidades, están hechas con un material filtrante basado en nanofibras desarrollado por el equipo Lagarón.
Nadie cuestiona la eficacia de estos sistemas de protección, lo que denuncian muchos especialistas es que se está mandando un mensaje erróneo a la población para colocar a las FFP2 en una posición privilegiada para las ventas.
“Como estrategia de marketing es buena, pero no hace falta menospreciar al resto para vender tu producto”, asegura la la química y divulgadora Deborah García Bello, para la que el titular es “alarmista, irresponsable e interesado”.
Igual que Barrechegureni, la especialista insiste en que es “un mensaje falso” y que en las mayoría de circunstancias, incluso en espacios cerrados, las mascarillas quirúrgicas son perfectamente válidas. Pone como ejemplo ir a los supermercados, normalmente con aforo limitado y bien ventilados.
Otro asunto son las situaciones de más riesgo, como estar en espacios cerrados poco ventilados, muy concurridos o en las que hay personas infectadas. Ahí sí recomienda utilizar mascarillas FFP2 o KN95 para estar más protegido, pero eso no significa que por regla general las quirúrgicas no sirvan. Lo que ocurre es que las primeras son mejores para protegerse a uno mismo y las segundas, aunque también protegen, están diseñadas para proteger a los demás. De ahí que García Bello recomiende los sistemas EPI para ir a la peluquería, viajar en cercanías o hacer un trayecto largo en tren.
“Son para esas situaciones que deberías evitar, por alto riesgo de contagio por coronavirus, pero de las que a veces es imposible escaparse”, señala.
En cualquier caso, tan importante como vigilar el tipo de mascarilla es el llevarla correctamente. “Influye mucho el ajuste a la cara y el uso que se haga de ellas. Esto es clave para valorar su eficacia. De nada sirve llevar la mejor mascarilla si te queda enorme o vas con la nariz por fuera”, apunta García Bello en Twitter.
La farmacéutica Gemma del Caño compara las mascarillas FFP2 con un jet privado y las quirúrgicas con un avión comercial. “Si tienes mucha prisa y mucho dinero, puedes ir en jet privado pero eso no te autoriza a decir que ir en un vuelo normal no sirve”, escribe en Twitter sobre el mensaje de Lagarón.
Esta especialista insiste en que hay evidencias científicas sobre el uso positivo de las mascarillas y apunta a un estudio publicado por la revista Nature en abril. Según este texto, las mascarillas quirúrgicas pueden ayudar a evitar que las personas infectadas con virus estacionales, incluidos los coronavirus, contagien a otras. “Si esperamos que la mascarilla nos proteja de todo, mal vamos”, escribe Del Caño, que también enumera los factores de los que depende la eficacia:
- Que la mascarilla esté bien colocada.
- Que no supere el límite de horas de uso.
- Que la habitación esté correctamente ventilada.
- Que el espacio no sea una aglomeración de gente.
- Del tiempo que se está en ese espacio.
- De la actividad que se esté desarrollando.
Como García Bello señala que hay “momentos donde sí será necesario una FFP”, pero generalizar este consejo lleva al alarmismo.
″¿Qué conseguimos con estos mensajes dando opiniones poniendo por bandera el ser científico? Que caigamos en la picaresca de la primera oleada con mascarillas falsas FFP. Sí, molaría ir en jet privado, pero no, no todos lo necesitamos para llegar a Australia”, termina Del Caño, que advierte que éste es un mensaje válido hoy.
Independientemente del tipo de protección, Del Caño insiste en la necesidad de ventilar los interiores, ajustar bien la mascarilla y no ponerse detrás de nadie, porque los aerosoles salen por ahí.