¿Qué hay de lo mío?
Se acabará el mundo y el PSM seguirá a lo suyo: en la oposición, en el pozo de las miserias y en el reparto de cargos para mantener los equilibrios orgánicos. No hay federación socialista a la que perder elecciones -ya va camino de 30 años de derrotas- haya resultado más rentable. Siempre gracias al conchabeo entre familias. No hay peor ejemplo de vieja política que el que han dado los socialistas madrileños durante tantos lustros sin que nadie pusiera remedio ni se rebelara. Ahí siguen, con las mismas prácticas.
Desde los tiempos de la vieja "mesa camilla" en torno a la que Joaquín Leguina y José Acosta repartían cargos y mantenían minuciosamente la paz interna, no se conoce tiempo de unidad, mucho menos de victoria electoral. Ni Teófilo Serrano, ni Jaime Lissavetzky, ni Rafael Simancas, ni Tomás Gómez, ni mucho menos Sara Hernández supieron enderezar el rumbo de una organización anquilosada, instalada cómodamente en la oposición y habituada a las luchas intestinas por las migajas del poder.
No parece que José Manuel Franco, el elegido por Ferraz para ocupar la secretaría general, vaya a virar el rumbo. Todo lo contrario. Dieciséis años sentado en un escaño del Parlamento regional y, salvo en la fontanería del socialismo, pocos habían escuchado su nombre o sabido de su contribución al universo madrileño hasta hace unas semanas.
Pero quédense con el nombre porque lo más seguro es que el hombre que coordinó la campaña de las primarias de Sánchez en Madrid sea el próximo líder orgánico de la extinta y convulsa Federación Socialista Madrileña.
El secretario general del PSOE lo quiere para "controlar" uno de los territorios más indómitos del socialismo. Y él ha aceptado solícito aún a sabiendas de que su gestión será teledirigida desde Ferraz y que nunca será candidato electoral. Su victoria parece más que asegurada en un territorio donde las viejas familias acuden a las primarias más divididas que nunca y en las que el "sanchismo" cuenta con el apoyo de al menos la mitad de los afiliados. La otra mitad orbita en torno a una suma de "ismos" ingobernable donde hoy más que nunca, tras la estampida de Susana Díaz después de su derrota frente a Sánchez, se ha instalado el "sálvase quién pueda".
En las próximas semanas José Manuel Franco tendrá que ganar en todo caso unas primarias para las que se han postulado de momento al menos otros cuatro candidatos: el televisivo Antonio Miguel Carmona; la actual secretaria general Sara Hernández; el alcalde de Soto del Real, Juan Lobato, y el líder de la plataforma Ahora Madrid, Enrique del Olmo. Por si fueran pocos, Tomás Gomez ha amagado con una quinta candidatura, después de que la disputa por el liderato del "susanismo" en Madrid abriera una falla entre él y su antaño mano derecha Antonio Miguel Carmona.
No se sorprendan. Esto es y fue siempre la historia del socialismo madrileño. Un relato de conspiraciones, fracturas y luchas cainitas que se resumen siempre con un "qué hay de lo mío". Así que los prolegómenos del próximo congreso regional no iban a ser menos. Franco ya ha hablado con todos y cada uno de sus posibles rivales. Y ya hay al menos dos que han puesto condiciones a su retirada.
La actual secretaria general, Sara Hernández, cuyo tránsito del "sanchismo" al "patxismo" durante las primarias federales le hizo perder el favor de Sánchez, no pudo ser más explícita cuando en una reciente entrevista dijo que no se apartaba de la competición porque nadie se lo había pedido. La sucesora de Tomás Gómez busca una salida para ella, y para su secretario de Organización, Enrique Rico. Nunca tuvo más ejército que cuatro diputados desconocidos sin apenas curriculum y menos experiencia orgánica. Cuentan que su aspiración es presidir una especie de Consejo Autonómico de coordinación de alcaldes en un émulo del Territorial que preside Guillermo Fernández Vara a nivel federal. En todo caso, sus posibilidades en la competición son remotas.
Quien más preocupa en la sede federal tanto por su continua presencia mediática como porque pueda sumar los votos que obliguen a Franco a una segunda vuelta es Antonio Miguel Carmona. El que fuera candidato al Ayuntamiento de Madrid ha puesto precio a su salida y es presencia en los órganos de dirección del sector que apoyó a Díaz en las primarias federales. Si hay "integración" y garantías de que no habrá movimientos par dividir aún más la federación ha dado su palabra de que no competiría contra Franco, lo que ha removido a gran parte de sus seguidores, que prefieren morir en el campo de batalla antes que en la mesa camilla de las componendas y los equilibrios.
Lo cierto es que la salida a escena en los últimos días del que fuera su líder espiritual y político, Tomás Gómez, para despreciar todas las opciones aparecidas hasta ahora y amagar con una nueva, ha hecho dudar en los últimos días al incombustible Carmona, que ya habría empezado a negociar con el candidato de Ferraz su retroceso. Continuará...