¿Qué está pasando en Nicaragua?
La cruenta crisis dura ya tres meses y deja ya más de 350 muertos.
Más de 350 muertos y cerca de 2.000 heridos. Este es el triste balance que deja, por ahora, la peor crisis que se recuerda en Nicaragua desde el triunfo de la revolución sandinista hace cuatro décadas, que supuso la caída del dictador Anastasio Somoza.
Y la situación no tiene visos de ir a mejorar: lejos de retomar el diálogo y la negociación, el Gobierno sandinista del presidente Daniel Ortega está llevando a cabo una ofensiva armada, que ha llevado a buena parte de la comunidad internacional a llevarse las manos a la cabeza y a pedir que se retome la vía pacífica para la resolución del conflicto. Poco queda ya del que para muchos fue un héroe libertador: Ortega ahora se enfrenta al mismo pueblo que en su día lo encumbró.
¿Cuándo empezó todo?
El 18 de abril. Fue ese día cuando comenzaron las protestas en la capital, Managua, tras el anuncio de una reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), impuesta por decreto por el presidente Ortega. Con ella lo que pretendía el líder nicaragüense era aumentar las contribuciones de trabajadores y empresarios e imponer una retención del 5% a los jubilados. Fue su "fórmula mágica" para salvar una institución que estaba al borde de la quiebra por mala gestión.
Buena parte de la población, mayoritariamente jubilados, empresarios y universitarios se echaron a las calles para protestar contra el paquete de reformas. Contra ellos se lanzaron, para frenarles, simpatizantes del Frente Sandinista de Liberación (el gobernante FSNL), miembros de la Juventud Sandinista (organización juvenil del FSNL) e incluso desconocidos en moto —algunos con camisetas con logos gubernamentales—, tal y como informa el corresponsal de El País en Nicaragua, Carlos Salinas. Sólo ese día ocho personas resultaron heridas en la capital del país, Managua, pero los brotes de violencia se extendieron a zonas como Masaya o Estelí, donde se registraron duros enfrentamientos a palos y piedras entre los dos bandos.
Por si todo esto fuera poco, el pasado lunes el Parlamento de Nicaragua aprobó la llamada Ley contra el Lavado de Activos, el Financiamiento al Terrorismo y a la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva, que puede usarse para criminalizar las manifestaciones en el país.
La imposición de todas estas reformas no ha sido lo único que ha provocado las masivas protestas; eso ha sido sólo la gota que ha colmado el vaso. De hecho, el 22 de abril, tras 4 días consecutivos de protestas, el presidente anuncia la retirada de la reforma de la Seguridad Social. Sin embargo los choques no sólo no cesan, sino que se recrudecen hasta el punto de que Ortega ordena el despliegue del Ejército en ciudades clave del país, incluida la capital.
El presidente no es capaz de frenar el descontento de un país que no es nuevo, lleva gestándose 11 años. Es el tiempo que lleva Ortega presidiendo Nicaragua a golpe de decretos, entre denuncias de fraudes electorales, violación de derechos humanos y corrupción.
¿Qué quiere la oposición?
Básicamente, ir a las urnas. La opositora Alianza Cívica argumenta que Ortega no debe seguir gobernando y que tiene que adelantar las elecciones presidenciales previstas para el año 2021. Considera que está incapacitado para seguir gobernando tras la muerte de casi 400 personas y que el país está sumido una crítica situación económica, con más de 2.000 millones de dólares en pérdidas, según la patronal.
Por su parte el Gobierno rechaza esta opción y se defiende insistiendo en que el reclamo es parte de un "complot terrorista" financiado desde el exterior y que busca la desestabilización del país mediante un "golpe de Estado suave", lo que le ha llevado a responder con la fuerza de las armas.
¿Qué papel está jugando la iglesia?
El de mediador. El obispo Silvio José Báez, que es uno de los personajes más respetados en Nicaragua, ha señalado directamente al presidente, a quien ha pedido, como a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que "detengan la violencia y la represión".
"Hay que detener la represión, liberar a los jóvenes presos, restituir la transmisión del (censurado) Canal 100% Noticias y discutir la democratización del país con todos los sectores", ha exigido el prelado.
El papa Francisco ha asegurado estar "preocupado" por la situación y ha instado al "cese de toda violencia" y a que "las cuestiones abiertas se resuelvan pacíficamente y con sentido de responsabilidad".
¿Con qué apoyos cuenta Ortega en Nicaragua?
Con los miembros de su Gobierno, fuerzas del Estado, afines a su partido y con los paramilitares. Las acciones de estos últimos cuentan con el respaldo de la Policía y la tolerancia del Ejército, según denuncian diversas organizaciones de derechos humanos.
Estos grupos de paramilitares, que hasta ahora no se habían visto en el país, están formados por policías, exmilitares y un sector de la base sandinista leal a Ortega y organizada a nivel de barrio, incluyendo grupos asociados a pandillas juveniles y a la delincuencia. Son antimotines y grupos de simpatizantes del Gobierno que llevan a cabo sus acciones motorizados.
Por otro lado, las fuerzas gubernamentales están llevando a cabo la llamada "operación limpieza", para desalojar de las calles a los manifestantes que exigen la salida del poder de Ortega. La policía tiene "el compromiso de limpiar los bloqueos en las calles a nivel nacional cueste lo que cueste", ha llegado a decir el jefe de la policía de Masaya, Ramón Avellán.
¿Qué dice la comunidad internacional?
Está alzando su voz contra Ortega. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) han responsabilizado al Gobierno de Nicaragua por "asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detenciones arbitrarias cometidos en contra de la población mayoritariamente joven del país".
La CIDH y ACNUDH no son las únicas que critican la postura del gobierno nicaragüense: la Unión Europa, EEUU, Canadá y la mayoría de los Ejecutivos latinoamericanos han urgido a Ortega a retomar "los cauces del diálogo" y detener la violencia.
Del otro lado se han posicionado Venezuela, Cuba, Bolivia o Rusia, que han cerrado filas en favor de Ortega respaldando su teoría del "complot terrorista".
¿En qué punto está la situación?
Dramático. De hecho, la última acción del Gobierno de Nicaragua ha consternado, aún más si cabe, al mundo: el pasado martes aisló la ciudad de Masaya y lanzó un fuerte ataque contra la comunidad indígena del barrio de Monimbó, una de las que mayor resistencia ha opuesto al presidente Ortega.
Masaya era la última de las ciudades que resistía a las fuerzas gubernamentales desde el inicio de las protestas en abril en reclamo de la renuncia del presidente nicaragüense.
La cruenta crisis de Nicaragua será discutida este miércoles en Washington por el Consejo Permanente de la OEA.