Qué es y cómo se juega al pickleball, el último deporte de moda bendecido por Bill Gates que ya mira a los Juegos
Estrellas como LeBron James están invirtiendo por una disciplina que mezcla tenis, pádel o bádminton y que en España va encontrando su hueco.
Es la última moda en el inagotable mundo de los nuevos deportes. Se llama pickleball, un nombre que para muchos aún les sonará raro pero que amenaza con ser cada día más popular. Especialmente tras la jugada de LeBron James y otras estrellas de la NBA como Draymond Green o Kevin Love, que han invertido en su desarrollo en EEUU. Antes lo había hecho Bill Gates, que no suele errar el tiro. Allí ya se le considera el deporte de más rápido crecimiento. No extraña que empiecen a sonar, aunque lejanos, los rumores de un futuro olímpico. Y el eco llega a España.
Pero ¿qué es el pickleball? Pese a su concepción de deporte nuevo, viene de hace unas cuantas décadas. En concreto desde mediados de los 60. Roberto Pérez, presidente de la Asociación Española de Pickleball, repasa la “teoría más creíble sobre su origen”. “Un verano, en Bainbridge Island, Washington, el excongresista Joel Pritchard inventó un modo de entretener a sus hijos y nietos, aprovechando una vieja pista de bádminton que tenía por el jardín. Cogió unas palas de madera, una pelota parecida a las de béisbol y decidió bajar la red para que fuera más fácil y ahí arrancó todo... De algo familiar paso a ser local, nacional y mundial”.
“Por encima de todo, es muy inclusivo. Como además es poco lesivo y permite jugar a personas de diferente condición, engancha rápido”, cuenta Gemma García, responsable de la Asociación Madrileña de Pickleball. Dirige, juega y hasta lo programa, ya que en los eventos que organiza para el Ayuntamiento de Madrid reconoce haberlo incluido como actividad para niños o mayores.
Esto se traduce en una curiosa mezcla de bádminton, pádel, tenis y hasta ping-pong. Un deporte de los llamados de raqueta —en realidad son palas de madera macizas—, una pelota ligera perforada y una red muy baja (91 centímetros) sobre un campo de juego pequeño, de apenas 13,41 metros de largo y 6,1 de ancho. Todo pensado para tener un ritmo de juego rápido y partidos cortos.
Aquí una muestra:
Las reglas, como el juego en sí mismo, son peculiares. Basadas en “honor y justicia”, lo define Roberto Pérez, se suele dar al rival el beneficio de la duda en los casos de polémica por un punto.
Una vez se inicia la acción, conviene no perderse en su catálogo de particularidades. A modo de resumen, el presidente nacional apunta algunas: hay que cantar el marcador antes del saque; se debe dejar botar el resto para evitar la ventajosa subida a la red que tiene el sacador en el tenis; en la pista hay una zona de no volea o ‘zona de cocina’ para evitar los remates a bocajarro; los puntos solo los puede sumar el equipo que está al servicio, que seguirá sacando hasta que llegue su fallo... Roberto y Gemma aseguran que sobre la pista es todo mucho más sencillo.
Los partidos se suelen disputar a tres sets y con mangas de 11 puntos. Pero la casuística es muy amplia, puesto que también se dan duelos de un solo set a 15 o hasta 21 tantos, en función de lo pactado entre rivales. Lo normal es que sean partidos rápidos “como mucho de hasta 40 minutos, de ahí para abajo”, explica Pérez. Su colega madrileña complementa que la idea es que se puedan disputar “varios en poco rato, tanto a nivel popular como profesional”, con menciones a choques que se han solventado en 15 o 20 minutos.
En comparación con el boom de disciplinas como el pádel popular, Gemma García apunta que “en esta disciplina si alquilas una pista hora y media puedes echar tres, cuatro, hasta cinco partidos y eso es mucha gente en la pista, mucho negocio en paralelo para los centros deportivos”.
En su faceta más profesional, los torneos internacionales suelen disputarse sobre tres días, uno para cada modalidad, dobles, individuales y categoría mixta, unos diez partidos por jornada. “Esta es otra ventaja; como nace de una vocación inclusiva, desde primera hora desarrolló la participación de hombres y mujeres juntos”, añade. Le matiza de inmediato Roberto Pérez, porque dice que estos son los casos más avanzados, en competiciones modestas el número de cruces se limita.
El espejo de EEUU, Bill Gates y el camino de España
“En EEUU está teniendo mucho crecimiento más que el pádel. Especialmente tras la cuarentena, este deporte ha pegado un boom porque puedes jugar en un campo pequeño y solo necesitas cuatro palas, una red pequeña y una pelota; es barato y casi cualquier puede jugarlo”, retoma Gemma. A esta sensación le pone datos Roberto: “En EEUU hay más de 5 millones de jugadores. Notamos también un crecimiento en Inglaterra, Francia o España y aparte, en China e India. En total, localizamos más de 70 países con actividad y esto es crucial para llegar a ser olímpico”.
La mención a los Juegos no es casual. En su apuesta por incluir deportes más orientados al público joven, de desarrollo rápido y un campo de juego limitado, el COI ya está mirando con curiosidad al pickleball. Tanto Gemma como Roberto mencionan que se ha llegado a plantear su inclusión en los Juegos de Los Angeles 2028 como deporte de exhibición, si bien es una posibilidad remota, ante el empuje de otras disciplinas más extendidas.
El reclamo olímpico será una realidad tarde o temprano. Máxime, con la llegada de grandes nombres al circuito, porque no solo de LeBron James ‘vive’ el pickleball. Cuenta con embajadores verdaderamente globales, apunta el presidente español. Entre los nombres que cita, las exestrellas del tenis Andre Agassi y Andy Roddick, la actriz Emma Thompson y especialmente Bill Gates. El multimillonario fundador de Microsoft fue una de las primeras celebrities en verse jugando a este deporte... “Imagínate el impacto que genera una imagen así”. Y no es la única gran foto. De inmediato se acuerda del día en el que la Bolsa de Nueva York fue el escenario elegido para hacer una exhibición de juego:
En España el camino es más largo, lejos del profesionalismo que confían alcanzar a medio plazo, confiesan ambos responsables. Tanto la española como la madrileña son asociaciones, no federaciones, muestra de que resta un trabajoso proceso de consolidación. Tampoco hay un registro oficial unificado de licencias, pero sí cálculos. Desde la entidad nacional detallan “unos 1.000 jugadores en todo el país, con clubes en cada comunidad y asociaciones autonómicas en hasta diez comunidades”.
“Aparecen los primeros sponsors, hay torneos como el Spanish Open que ya maneja cierta cantidad de premios... Es el camino”. Gemma García promete buenas noticias en cuanto a resultados porque “aquí en España tenemos un nivel alto, en los torneos internacionales solemos sacar medallas; se nota que hay mucho talento ‘de raqueta’ entre el tenis o el pádel”.
De este último vienen los primeros embajadores populares del pickleball nacional. A falta de grandes estrellas como en EEUU, en España el proyecto de expansión de este deporte ya ha pasado por las manos de nombres destacados del circuito del pádel y por extenistas de nivel como Emilio Sánchez-Vicario, detalla la responsable madrileña, que cierra con una invitación a conocer su deporte, extensiva a este periodista y a los lectores.