Infarto de miocardio: qué es, cuáles son sus síntomas y cómo prevenirlo
Aclaramos algunas de las principales dudas que presenta este problema de salud.
Iker Casillas, ingresado tras sufrir un infarto de miocardio. La noticia llegaba este miércoles 1 de mayo desde Oporto y la preocupación por el estado de salud del portero madrileño, de 37 años, ha sido inmediata.
Los mensajes de ánimo en Twitter han corrido como la pólvora, y tras ellos las preguntas. Un futbolista joven, delgado, no fumador, con buena salud... ¿cómo es posible que haya sufrido un infarto de miocardio? ¿Qué es exactamente? ¿Cuáles son sus síntomas? ¿Cómo se puede prevenir?
Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) arroja luz sobre este tema y nos aclara algunas de las principales dudas que plantea este problema de salud.
Un infarto de miocardio es lo mismo que un ataque al corazón. Se produce cuando el corazón deja de recibir oxígeno y nutrientes a través de los vasos sanguíneos denominados arterias coronarias. Cuando se interrumpe el flujo de sangre al corazón, la falta de oxígeno y nutrientes puede causar lesiones permanentes en ese órgano vital. Si el bloqueo es súbito recibe el nombre de infarto de miocardio. Si es parcial se conoce como angina de pecho.
Se produce debido a la acumulación de placas de colesterol, lípidos
(grasas) y células inflamatorias en las paredes de estas arterias —las que llevan oxígeno y nutrientes al corazón—, provocando que este órgano no reciba sangre suficiente, explican en cardioalianza.org. Para que sea un infarto de miocardio, la obstrucción tiene que ser “completa” por la formación de algún coágulo.
La OMS apunta tres razones principales:
• Consumo de tabaco, fumado o de otras formas.
• Dieta poco saludable.
• Inactividad física.
Sí. Aunque las cifras de muertes por infartos de infarto de miocardio o accidente cerebrovascular en todo el mundo son muy elevadas (12 millones al año), la buena noticia es que ocho de cada diez casos son prevenibles. “La dieta sana, la actividad física regular y el abandono del consumo de tabaco son fundamentales”, apunta la Organización Mundial de la Salud.
Según ésta, hay que incorporar cuatro hábitos a nuestro estilo de vida.
• Dieta sana. Recomiendan consumir abundantes frutas y verduras, cereales integrales, carnes magras, pescado y legumbres, y poca sal y azúcar. El alcohol debe consumirse con moderación.
• Ejercicio regular. Dedicar al 30 minutos diarios a la actividad física ayuda a mantener el sistema cardiovascular en forma. Elevando la actividad a 60 minutos casi todos los días de la semana podemos mantenernos en un peso normal [esto es, que nuestro índice de masa corporal sea entre 20 y 25].
• Evitar el tabaco. Daña gravemente la salud con independencia de cómo se consuma (cigarrillos, cigarros, pipa o tabaco para mascar). “La exposición pasiva al humo del tabaco también es peligrosa”, matiza la OMS. La buena noticia es que el riesgo empieza a disminuir inmediatamente después de dejar de fumar y se puede reducir a la mitad en tan solo un año.
• Controlar el riesgo cardiovascular. Conocerse y conocer si estamos en el grupo de pacientes de alto riesgo (con un riesgo cardiovascular a los 10 años igual o superior al 30%) también ayuda. Ahí es necesario acudir al médico para:
- Controlar la tensión, ya que la hipertensión suele ser asintomática.
- Controlar los lípidos en sangre, el aumento de colesterol en sangre se traduce en aumento de riesgo deinfarto de miocardio y accidentes cerebrovasculares.
- Medirse el azúcar en sangre, ya que la diabetes es otro factor de riesgo.
¿Cómo sé si estoy sufriendo un infarto? Es es la pregunta que muchos se hacen cuando reciben una noticia sobre alguien que lo ha sufrido y la idea que todos tenemos en la cabeza está directamente relacionada con un dolor o malestar en el centro del pecho. No estamos equivocados.
La OMS matiza que esa sensación “dura varios minutos o tiende a repetirse”, y aclara cómo identificarlo: “Puede consistir en una sensación de presión, opresión o repleción o puede irradiar hacia los brazos, el hombro izquierdo, los codos, la mandíbula o la espalda”. No es ese el único síntoma, hay otros como:
• Dificultad para respirar o falta de aliento.
• Náuseas o vómitos.
• Mareos o desmayo.
• Sudor frío.
• Palidez.
Sí, aunque la mayoría de la gente piensa que sólo afectan a los varones de edad madura, lo cierto es que ocurren tanto en los varones como en las mujeres. En la población femenina, el riesgo aumenta considerablemente después de la menopausia y los síntomas son distintos. Ellas tienen una mayor predisposición a padecer dificultad respiratoria, náuseas, vómitos y dolor de espalda o de mandíbula.