¿Qué determina nuestra clase social?
El profesor Carlos Peláez, experto en políticas sociales, explica el panorama de las clases sociales en España.
¿Sabes a qué clase social perteneces? Te proponemos lo descubras en el siguiente test y después leas la detallada explicación que Carlos Peláez, antropólogo, educador y profesor experto en políticas sociales de la Universidad Complutense de Madrid, ha ofrecido a El HuffPost para comprender qué es lo que define nuestra clase social, las tensiones que existen entre ellas y cuál es su situación actual en España tras una década desde el estallido de la crisis económica.
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RENTA, CUALIFICACIÓN, PRESTIGIO, PODER
En primer lugar, "hay una visión monetarista que vincula la clase social a la renta de la persona", explica Peláez que cita criterios de la Universidad de Bremen según los cuales se considera que en España son clase media quienes residen en hogares que en conjunto tienen una renta media anual de 20.000 a 60.000 euros. Por debajo de ese umbral está la clase baja y por encima la clase alta. En medio, un abanico que va de clase media baja a clase media alta.
Hay que tener en cuenta que la renta neta media por hogar en España son unos 26.000 euros anuales. Todo depende mucho también de la composición del hogar: si es una familia con hijos, por ejemplo, la situación económica puede ser más precaria.
Esta visión de las clases sociales centrada en los ingresos se digiere muy fácilmente, pero "obvia muchos aspectos sociológicos y antropológicos como el poder o el prestigio", señala Peláez. "No es lo mismo tener el mismo ingreso siendo un abogado o un profesor de universidad que un mecánico en un taller o un oficial de albañilería, porque tu prestigio no es el mismo, tu futuro no es el mismo y tu capacidad de influencia no es la misma".
Por eso, existen otras corrientes que insisten en otros tres temas para definir nuestra clase social, además de la renta: la cualificación, el prestigio y el poder.
LA CLASE SOCIAL ES UN HECHO POLÍTICO
"La propia denominación de las clases es un hecho político orientado a tener un efecto", subraya el profesor Peláez. "La clase media suele estar vinculada a la idea de estabilidad y a la idea de que no tienes una mala posición. Al llamarte clase media parece que eres alguien, que tienes una posición digna, decente y poco precaria".
Y aquí se da un fenómeno interesante. "Todo el mundo piensa que es de clase media. Si preguntas, el 70% u 80% de las personas consideran que son de clase media y con estos parámetros que te digo, en España no llegamos al 50%", especifica Peláez. "Esto es un dato importante, porque la gente se considera clase media cuando son trabajadores bastante precarizados", agrega.
"Tras esto, hay un interés", señala el profesor. "Las clases altas han convencido a las clases medias de que lo mejor para ellas es que le vaya bien al mundo del empresariado, a las grandes corporaciones y al mundo del capital". Lo importante según Peláez no es tanto a qué clase perteneces sino qué relación hay entre clases.
"La relación ahora mismo de la clase media es de dependencia hacia las clases altas porque están convencidas de que el hecho de que le vaya bien al mundo de los grandes empresarios y del capital es bueno para todos". Así, las clases medias españolas ven con buenos ojos medidas como que se bajen los impuestos a las rentas altas, que no haya una gran presión fiscal, que no haya un control estatal de la producción o que las normas de construcción se flexibilicen, según indica el profesor de la Complutense, quien cree que "actualmente, en general, la clase media es aliada de la clase alta".
CLASE OBRERA O TRABAJADORA
¿Entonces, dónde queda la clase obrera o trabajadora? Esta clase se define por una dependencia del salario: el ser asalariado, sin tener otros medios, te llevaría a pertenecer a la clase trabajadora. "Por eso la propia definición de la clase es un hecho político, porque realmente mucha clase media es clase trabajadora", puntualiza Peláez.
La clase obrera está también relacionada con una identidad colectiva y una cosmovisión que defiende que el interés del obrero está enfrentado al del capital y al de la clase empresarial, por lo que "ha sido vista como una clase conflictiva".
Así, ser asalariado y optar por decir que se es de clase media en lugar de clase trabajadora u obrera "es una forma de construir otro tipo de relaciones" con el resto de clases, comenta Peláez. "Hay estudios que analizan cómo en la Transición lo que posibilitó todo el desarrollo del estado de bienestar y de una cierta tradición democrática sana fue una alianza entre clases medias y obreras, una alianza que actualmente no existe", añade.
Este experto apunta a que existe "mucha fragmentación" en las clases sociales, y que no siempre los intereses son los mismos. "La globalización ha provocado que aparezcan nuevas clases, como por ejemplo una clase profesional que algunos llaman clase corporativa, que son los grandes directivos de empresas, de las que no son propietarios pero que ingresan cientos de miles o millones de euros al año".
Otra nueva clase alumbrada por la globalización es la los inmigrantes sin derechos. "En muchos casos la clase trabajadora nacional tradicional ejerce un poder contra esta clase de inmigrantes sin derechos que fueron, junto a los trabajadores menos cualificados y de menos ingresos, los grandes damnificados de la crisis". "Cuando estos trabajadores ven como su adversario a un inmigrante extranjero olvidan que de quien realmente dependen sus condiciones es de las clases corporativas y de los acuerdos que firmen con las patronales", indica.
¿Y QUÉ FUE DE LA LUCHA DE CLASES?
"Los intereses de esas clases altas están enfrentados a los de las clases trabajadoras, y eso hace que intenten desarticular el discurso, las organizaciones o cualquier elemento que haga que esas clases trabajadoras se organicen y luchen por sus derechos", explica Peláez. "Además, vivimos en una época tras la caída del muro de Berlín en la que la mayoría de estas opciones han sido estigmatizadas", agrega.
"En ese sentido, hay una construcción social a través de los medios de comunicación, de las propias universidades, de la educación, que busca una hegemonía cultural de modo que los discursos de la clase trabajadora contra la desigualdad económica se diluyan y que las organizaciones de los trabajadores se desprestigien".
Y en esa pugna, parece claro quién está prevaleciendo. "Es una lucha política en la que las clases altas están teniendo éxito. Como decía el empresario Warren Buffet: 'Claro que hay lucha de clases y los ricos la vamos ganando". Y efectivamente, esto es así, hay un desprestigio y una eliminación de estos discursos".
Peláez ilustra esta influencia de las clases capitalistas con el ejemplo de algo cada vez más habitual: la financiación a programas de emprendedores. "Eso es una forma de traslación de hegemonía cultural, en el sentido de que tu futuro depende de ti, no de lo colectivo, de que el futuro es que tú emprendas, que seas un pequeño empresario, un individuo aislado. Ahí hay mucho dinero que están poniendo las administraciones públicas".
Algo llamativo es que donde más emprendimiento se hace "es en barrios obreros y pobres", indica el profesor. "Hablamos de un pequeño fontanero que no va a tener un salario y un contrato estable, que va a ser autónomo sin ningún tipo de derecho sanitario, ni por desempleo o por baja. Todo esto forma parte de esa lucha por una hegemonía cultural".
LA CLASE MEDIA HA ADELGAZADO
En la última década tras el estallido de la crisis económica la clase media en España "ha adelgazado", comenta Peláez. "Quien más sufrió las consecuencias de la crisis fueron las clases más bajas y los inmigrantes, que han visto descender su salario enormemente y han entrado en una situación de inseguridad y de dependencia mucho mayor", señala.
Las condiciones de vida de estas capas de la sociedad han empeorado. "Antes quizá podían acceder a algo de ocio o de cultura, y ahora mismo la mayoría del dinero de que disponen se destina a supervivencia: comida, luz y agua".
"Las clases alta y media alta, por su parte, han salido incluso beneficiadas. Han mejorado en condiciones de vida y sus ingresos, de modo que ha aumentado la desigualdad: hoy hay más distancia entre las clases bajas y altas", asegura Peláez. Una de las cuestiones que explican esto es queen España la riqueza ha cambiado de forma en las últimas décadas.
Aclaración importante: riqueza no es lo mismo que tener dinero. "Riqueza es tener propiedades, tener dinero en el banco o tener acciones, mientras que la renta es tu salario", explica Peláez, de modo que tener riqueza no es ganar mucho dinero al mes, la riqueza es lo que tienen las clases altas capitalistas: el capital.
DE LA TIERRA AL LADRILLO
"Antes las clases altas y capitalistas eran en su mayoría propietarios de tierra. España ha sido un país de terratenientes", comenta. Pero desde los años 50 o 60 ha habido un cambio: ahora la riqueza está mayoritariamente en el ladrillo, en las propiedades inmobiliarias: suelo y edificios. Este tipo de capital no es productivo, por lo que la riqueza que genera se concentra en pocas manos y no revierte en la sociedad tanto como, por ejemplo, el capital industrial.
"Lo que ha ocurrido es que las clases altas han mejorado sus condiciones de vida a base precisamente de que la especulación llevó a la ruptura de la burbuja inmobiliaria que llevó a una bajada de precios que ha sido aprovechada por las clases pudientes para comprar aún más propiedades e inmuebles con el fin de explotarlos de nuevo", explica Peláez.
"Así, somos más ricos porque las grandes fortunas tienen más suelo y más vivienda, lo que está haciendo que haya de nuevo una especulación inmobiliaria brutal", concluye el profesor. "La crisis inmobiliaria, todo el fenómeno de la turistificación del centro de las ciudades o el desmesurado aumento de los alquileres tienen que ver con esa transformación de la riqueza y la clase alta en este país".