El preservativo vaginal: casi nula disponibilidad y desconocimiento general
La protección frente a ITS para las personas con vagina apenas existe mientras que las ITS siguen en aumento.
A la hora de pensar métodos anticonceptivos o de protección sexual suelen venir a la cabeza preservativos masculinos, pastillas anticonceptivas, DIUs y otros dispositivos, pero poca gente piensa en el preservativo vaginal ni en las barreras bucales.
Ambos dispositivos, orientados a mujeres y a personas con vagina, son completamente desconocidos para la mayoría de la población. De hecho, casi nadie puede acceder a ellos.
Así lo recuerda la sexóloga Laura Marcilla, quien se vio en la situación de tener que buscar un preservativo vaginal en Almería y no encontrar en ninguna de las 30 farmacias que contactó a finales del curso pasado.
“Me dijeron que ni lo podían pedir a la especie de almacén del que se nutren las farmacias”, señala. “Si no recuerdo mal, fue que me llegó tarde el pedido de internet para los talleres y dije pues ya voy a buscarlo. Y nada, no hubo manera. Conseguí que una compañera que trabajaba en una asociación me dejara tres que tenía por ahí perdidos, que estaban caducados, que ni siquiera se podían repartir”, explica.
Marcilla apunta a que, aunque al compartirlo en redes hubo gente que le dijo que en su ciudad sí había, no es algo extendido “de forma unánime”. “No deja de ser llamativo porque los condones tradicionales para el pene los encontramos en cualquier supermercado de varias marcas con estrías, con sabores... Y esto ni aunque sea un modelo básico. Yo desde luego nunca lo he visto en un supermercado, por ejemplo”, se queja.
Esta baja democratización del preservativo vaginal se suma a un aumento de las ETS entre las jóvenes españolas. Según datos del Observatorio de Salud Femenina de Bloom publicados el pasado mes de junio, revela que las ITS en mujeres han aumentado un 1.073% desde 2012 hasta 2019.
Esto se debe también a que, por mucho que se utilice el preservativo masculino, en muchos casos no protege de todas las ITS, como ocurre, por ejemplo con el virus del papiloma humano.
“Protege un poquito más contra unas infecciones de transmisión sexual porque el preservativo masculino no cubre los testículos y estos rozan la vulva en penetración vaginal. Como el preservativo vaginal sobresale un poquito de la vagina, cubre parte de la vulva, reduce la superficie de contacto y se protege un poquito más contra contra el VPH y contra algunas de esas que sí que se producen por el contacto piel con piel en vez de solamente por por los fluidos”, explica Marcilla.
La sexóloga y ginecóloga Beatriz Guirado recuerda que la importancia de visibilizar este método anticonceptivo también recae en este beneficio. “Es más efectivo, sube de una media de 80% del masculino a un 95% si se usa correctamente”, apunta. Sin embargo, falta mucha visibilización.
“Es una pescadilla que se muerde la cola, no se muestran, las empresas no se interesan, no hay y la gente sigue sin conocerlos. Eso hace también que sean más caros”, resume.
Marcilla recuerda que, en gran parte, esto se debe a que la preocupación principal sigue siendo el embarazo y no las enfermedades de transmisión sexual. Esto hace que se eviten otros métodos como las barreras bucales para el sexo oral en personas con vagina. “Lo comprendo y empatizo con ello porque, por ejemplo, para una chica joven o adolescente, el embarazo puede ser un trastorno terrible. Pero es verdad que a día de hoy, por suerte, en España, tenemos formas de interrumpir esos embarazos, pero hay algunas enfermedades, algunas infecciones que no se pueden interrumpir, que no se pueden deshacer una vez que se han contraído”, explica.
Los beneficios desconocidos del preservativo vaginal
Más allá de esta protección que ofrece en comparación con los preservativos masculinos, los vaginales pueden ser más cómodos en ciertas situaciones en su uso. Por ejemplo, puede colocarse hasta ocho horas antes de la relación sexual, sin necesidad de una erección o de “parar” antes de la penetración para colocarlo.
“Con el masculino, si por ejemplo, tú se lo pones a tu pareja, luego seguís jugando, seguís haciendo otra serie de prácticas sin penetración y por lo que sea, pierdo un poquito la erección, pues ya es más fácil que se salga el pene”, explica Marcilla. “El preservativo vaginal se puede poner hasta ocho horas antes de la relación sexual así que si por ejemplo, tú piensas que vas a salir de fiesta y que no sabes si a las tres con un par de copas te vas a acordar o no de ponértelo puedes llevártelo desde casa”, señala.
Además, Guirado señala que este método anticonceptivo permite “más de una eyaculación siempre que sean de la misma persona y no se retire el preservativo en ningún momento”.
Marcilla recuerda que, aunque el precio es elevado, no es el único inconveniente, también hace algo de ruido. “Es verdad que hace algo de ruido, es decir, no deja de ser una un material que no es exactamente látex y suena a veces un poco”, apunta.
Cómo usarlo
A la hora de cómo utilizarlo también surgen muchas dudas al no formar parte en muchos casos de los clásicos métodos anticonceptivos. Ambas explican que hay que colocarlo de forma similar a un tampón flexibilizando el arito de plástico semi rígido e introduciéndolo en la vagina. “Se sigue empujando un poco hasta el fondo de la vagina, pero tampoco hace falta porque con la propia penetración en sí se va a ir empujando”, señala Marcilla.
La sexóloga explica que antes de retirar el preservativo de la vagina hay que retorcer un poco el aro que sobresale con un pequeño giro. “Si tiras directamente de él hacia afuera, cabe la posibilidad de que se derrame parte del semen en la vagina y que no se cumpla bien su función. Es un refuerzo para quitarlo y tirar sin problema”, recalca.
Las barreras bucales, las otras desconocidas
El preservativo vaginal no es el único gran desconocido que pueden utilizar las mujeres para prevenir ITS. Tal y como recuerda Beatriz Guirado también hay protecciones para realizar sexo oral tanto vaginal como oral.
“Se tiene la percepción de que no se contagian por ahí, les preocupa la penetración, el embarazo y ya. Piensan que así no hay tanto intercambio de fluidos y no hay riesgo y sí lo hay. Sigue siendo muy coitocentrista la percepción”, señala. Lo mismo apunta a que esto sucede en las relaciones con dos personas con vagina, de las que se tiene la percepción de no hay riesgo de ITS.
Estas barreras son de látex y se colocan sobre la vulva cubriendo el clítoris y la parte externa, ya que el preservativo femenino, aunque cubre algo más, no llega a proteger del todo. Marcilla advierte que es una barrera muy finita. “Hay gente que piensa que con un plástico de por medio no se va a sentir igual. La sensación cambia porque es a través de un material diferente, pero es suficiente como para que la intensidad pueda seguir siendo la misma”, detalla y cuenta que hay personas con el clítoris muy sensible que incluso les permite disfrutar más.
Sin embargo, la baja disponibilidad y el alto precio —tres veces más que un preservativo masculino con un precio de 9 euros las tres unidades— hace que surjan otros métodos. “Es cómo fabricar una barrera de látex a partir de un preservativo para el pene normal. Se hace en diez minutos, con un preservativo masculino, cortando la base y en el cilindro que te queda cortándolo a lo largo y lo conviertes en un cuadradito”, explica.