La eutanasia desde la mirada de un médico: "Siempre es difícil acabar con una vida"
El doctor holandés Adriaan Goslinga ha practicado la eutanasia a 15 de sus pacientes y habla de la "relación especial entre paciente y médico"
El doctor holandés Adriaan Goslinga ha practicado la eutanasia a 15 de sus pacientes. 15 personas que le pidieron ayuda para morir. En su país es legal que los médicos lleven a cabo esta práctica si se cumplen una serie de requisitos y circunstancias. De hecho, hasta un bebé puede ser eutanasiado. Holanda es, desde 2002, uno de los cuatro países europeos donde la eutanasia es legal.
Uno de esos pacientes es P. “Tenía cáncer de colon con metástasis”, recordaba Goslinga hace un par de meses en un debate sobre la eutanasia en el Colegio de Médicos de Madrid. En diciembre de 2013 su paciente volvió del hospital a casa con una sonda estomacal y “con la noticia de que no había más opciones curativas”. Goslinga fue a visitarle: “Hablamos de los pensamientos final de su vida”. El doctor aún recuerda el dolor de su paciente que, “a pesar de la morfina, sufría mucho”.
P. habló con su familia y escribió una declaración de eutanasia pidiendo a su médico que le ayudase a morir con dignidad. “Le prometí que cuando me apelara, le ayudaría, lo cual le dio tranquilidad y vivió unos meses con bastante calidad de vida, rodeado de su familia y con la ayuda de enfermeras”, recuerda visiblemente emocionado Goslinga.
Nunca es fácil
No fue, ni mucho menos, fácil para él hacer esa promesa de ayudar a morir. Nunca lo es. La relación entre el médico y el paciente los últimos meses de vida es estrecha e intensa, algo con lo que los trabajadores sanitarios tienen que lidiar cuando han ayudado a la otra persona a irse en paz. “Le visité cada semana y me repitió varias veces su deseo de terminar con su vida”, recuerda. Tras unos meses, el dolor de P. aumentó. “A pesar de los analgésicos, no pude controlar el sufrimiento”, recuerda Goslinga. Una vez más, P. le repitió su deseo de acabar con su vida.
El médico lo entendió. Se puso en contacto con otro facultativo que no tenía nada que ver con su paciente para que le visitara y le mandara un informe. Es uno de los requisitos que hay que tener en cuenta en Holanda a la hora de realizar la eutanasia: que otro médico dé una segunda opinión. “Cumplía todos los requisitos así que me puse en contacto con el farmacéutico y fui yo mismo a darle las recetas de los barbitúricos y el relajante muscular”, cuenta.
Cuando Goslinga llegó a casa de su paciente, fuera de su horario laboral, la familia le esperaba. “P. estaba tranquilo y me repitió su decisión. Noté emoción en la familia, pero también tranquilidad”. El doctor preparó la aguja: “Le miré una última vez y él me dijo ‘hazlo’”. Así fue cómo le administró el barbitúrico y le indujo al coma. A continuación, el relajante muscular. “20 minutos después, había muerto en paz”, explica el doctor.
El procedimiento en Holanda funciona así. Al acabar, el forense acudió a la casa y pidió toda la documentación, se puso en contacto con el Fiscal General y se declaró una eutanasia legal. “Dos meses más tarde, me dijeron que estaba absuelto”, señala Goslinga, que resalta que “estar involucrado nunca es fácil”: “A pesar de que has podido aliviar un sufrimiento, siempre es difícil terminar con una vida, nunca se acostumbra uno porque hay una relación especial entre paciente y médico”.
Hoy es un día decisivo para que España pueda unirse pronto a la lista de países que ya regulan la muerte digna. El Congreso de los Diputados debatirá la proposición de ley presentada por el PSOE que pretender regular la eutanasia.