Ni que fuese algo nuevo que Paula Echevarría pregona su amor a los cuatro vientos en los conciertos y que sus cuentas en redes sociales son un álbum de lo más empachoso. Si ya sucedía con David Bustamante... ¿De dónde sale ahora tanta teoría que apunta a que quiere restregarle su amor con Miguel Torres al cantante? Bustafans: calmaos. Lo que valía para uno también es aceptable para el otro.
También es cierto que Paula, coherente, coherente no es. Le escuece un poquito que se hable de su vida privada, especialmente si se hace en programas como Cazamariposas (Divinity), pero su cuenta de Instagram es la mejor fuente de información de todo lo que hace con el exfutbolista. Tanto, que cuando la asturiana hace las paces con alguien la primera señal es desbloquearlo en Instagram. Quizás Echevarría no contempla la posibilidad de interacción que ofrecen las redes, y lo de que le comenten las publicaciones le parece algo demasiado loco. Por eso cuando recibe malos comentarios o cuando se habla de lo que ella nos dice que está haciendo, cortocircuita.
Aunque también se podría plantear otra hipótesis, sin tan mala fe: si bombardea a todos sus seguidores con sus imágenes personales es porque quiere crear una bonita galería y simplemente porque ES FELIZ. ¿Por qué molesta que la gente utilice las redes para algo que no sea quejarse y dejar por escrito lo hater que es? No hay necesidad de buscar tres pies al gato. Si en España la gente ve Mujeres y Hombres y Viceversa y se lo cree, no hay ningún derecho a cuestionar los sentimientos de Paula Echevarría.
Paula Echevarría en 'El Hormiguero' (Antena 3)
Que la protagonista de Luz de domingo, Ola de crímenes o Los nuestros 2 ingrese supuestamente más cuando forma una idílica pareja (y no por eso se le menosprecia como mujer ni como profesional, porque a ellos les ocurre lo mismo) no resta verdad a sus relaciones y a lo orgullosa que pueda estar de ellas. Si son una pareja asquerosamente perfecta se dice y no pasa nada. Y las marcas la pueden preferir en pack. De hecho, muchos medios de comunicación indicaron que cuando rompió con Bustamante lo primero que primero que cayó fueron sus contratos publicitarios. Es un negocio lícito. Lo que no debería ser lícito es dejar comentarios ofensivos en redes. Perder el tiempo en hacerlo no es muy razonable...
Con su relación actual, la actriz sigue un patrón en Instagram: fotos en las que aparece ella feliz, fotos con su pandilla de amigos, fotos de postureo (de esas que nos hacemos todos) o fotos en las que el tórax le revienta de amor. Hay gente que cuando se echa novio se lo mete con calzador a su grupo de amigos en todas las reuniones, Paula es una de ellas. Miguel y Paula son lo que vulgarmente llamamos ‘una pareja empalagosa’. El día que se le rompa el amor podrá decir orgullosa que será de tanto usarlo.
Sin embargo, si te molesta tanto verlo, el problema lo tienes tú. No puede ser buena señal que la felicidad ajena te provoque sarpullidos, y si es así no puede ser que sigas a esa gente en Instagram. La felicidad debería ser contagiosa.
Déjate conquistar por la historia de amor de Paula y Miguel resumida en 17 instapublicaciones. O empáchate. Spoiler: tiene final feliz.