Por qué lo que le pasa a Simone Biles te importa aunque no seas medallista olímpico
"Nadie está exento de sufrir problemas de salud mental" y otras cosas que aprender de la gimnasta.
La medalla más importante de los Juegos Olímpicos de este año no existe físicamente pero ya se ha entregado. La ganadora social de la cita deportiva ha sido Simone Biles y su valentía para hacer algo que poca gente puede (aunque más de uno debería): priorizar su salud mental. En su caso, por encima de una medalla olímpica. La atleta, sobre la que recaían grandes expectativas por sus saltos casi perfectos en Río 2016, ha tomado la decisión de retirarse de la final de equipos y de la individual, poniendo por delante del éxito su bienestar.
El gesto de Biles, explicando ante cámaras de televisión de todo el planeta que “hay que priorizar la salud mental”, pone ante el espejo a una sociedad postcoronavirus en la que se prevé que la próxima pandemia sea esa: la de los trastornos que no se ven, pero que se sienten y afectan al día a día de cada uno. Esta lacra ya viene acompañada de cifras preocupantes: desde el pasado otoño las urgencias psiquiátricas en niños y adolescentes han aumentado en un 50% en España, uno de cada cuatro sanitarios ha necesitado apoyo psicológico, el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte en las generaciones más jóvenes... Son decenas los famosos que han utilizado su voz para hablar de salud mental los últimos años y visualizarlas. Pero no es suficiente: los expertos piden concienciación y políticas públicas respecto a este problema.
Una decisión “correcta” e “importante”
Esta vez ha tenido que ser una medallista olímpica la que ponga las cartas sobre la mesa y explicar que incluso ella tiene límites. Que también es humana. “Es una decisión muy importante e inteligente”, explica el psicólogo deportivo Bernat Cardell a El HuffPost. En primer lugar, es la decisión “correcta” a título personal, pero no sólo eso. También “ha asumido que igual no está en la mejor situación para rendir y ha dejado paso a sus compañeras”. Pero quizá lo que tenga más repercusión es la visibilización que ha hecho de su problema: “Que la mejor gimnasta de nuestro tiempos haya reconocido que también tiene estos problemas va a ayudar y enseñar a quienes vienen detrás de ella”.
“Espero que esto siente precedente, no sólo en el ámbito deportivo, sino en cualquier ámbito profesional y personal”, celebra la psicóloga Eva Molero, para quien el gesto de Biles supone “un cambio de paradigma: la salud por encima del éxito”. “No podemos diferenciar la salud mental de la física, porque forman parte de lo mismo: la salud. Y sin salud mental no hay salud”, asevera.
“En el deporte esto es muy necesario, porque impera una filosofía del todopoderismo, de ‘si quieres y te esfuerzas al máximo, lo lograrás’”, explica Cardell. “Esto puede empujarte en algunos momentos, pero la realidad es que no podemos con todo, no somos capaces de todo y, por mucho que te esfuerces, en el día de la competición algo puede salir mal y eso aboca a la frustración y a experimentar problemas derivados de ella”. En el caso de Biles, cuenta el experto, “parece que ha perdido un poco la confianza en sí misma y eso se liga a un incremento de la ansiedad de competición”. La presión “ha sido superior a ella”.
Un problema de todos
Esta “frustración” que puede haber sentido Simone Biles y de la que hablan los expertos no es exclusiva de deportistas ni de medallistas olímpicos. Cualquiera puede sentir que no puede más. “Esto pasa a todos los niveles, en prácticamente cualquier área profesional. Una deportista de élite ha podido verbalizarlo, pero esto pasa tanto a personas con trabajos poco cualificados, como a personas con trabajos de alto nivel. Nadie está exento de sufrir problemas de salud mental, ya que éstos no tienen que ver con la inteligencia, ni con el nivel adquisitivo”, asegura Molero.
Simone Biles está recibiendo mucho apoyo, aunque también hay quien pone en cuestión su profesionalidad. Y esto no pasa únicamente con quienes están estos días en la Villa Olímpica. Así lo expone Eva Molero: “Muchas veces, no somos tan comprensivos con nuestro entorno más inmediato, y hay cierta tendencia a juzgar a la compañera de trabajo que no viene a la oficina porque sufre estrés, o al que tiene una baja por depresión. Después, criticamos a esa persona porque vemos que sube una foto en un restaurante o en la playa. Se sigue creyendo que quien tiene un problema de salud mental, va llorando por las esquinas y no puede ni levantarse del sofá. Y nada más lejos de la realidad. De hecho, somos los propios psicólogos y facultativos quienes solemos recomendar a las personas que sufren estos problemas y necesitan una baja laboral, se den permiso para parar e intenten realizar actividades placenteras en la medida de lo posible”. Entonces aparece la culpa: “La persona que sufre el problema puede llegar a cuestionarse si su problema es suficientemente grave como para dejar de trabajar”.
La culpa
“La culpa no es ni normal ni anormal, ahí está y es una emoción secundaria más compleja, la punta del iceberg”, explica la psicóloga sanitaria Lucía Martínez. En estos casos ella recomienda “pedir ayuda y trabajar lo que necesite”. “No es algo que haya que buscar en foros ni que te puedas quitar rápidamente, sino que es consecuencia de cosas mucho más profundas. A veces pagar el precio de la culpa es el único recurso que tiene una persona para lidiar con una situación, pero eso hay que evaluarlo con un profesional”. Aunque la profesional también señala que tiene mucho que ver lo que dice el entorno. “Si es el entorno el que te señala, es normal que sientas culpa aunque no la tengas”.
Los motivos que hay detrás
Por eso Cardell y Martínez llaman a ser cautelosos con la gimnasta ya que “desconocemos qué le ha pasado a título personal, qué año ha pasado o qué etapa está pasando ahora mismo”. “No nos podemos tirar a la piscina a hablar sin saber porque son cosas que pueden ir sumando y haber afectado a su capacidad de gestión”, comenta él, que rechaza las críticas a Biles -”si hubiese sido una lección física de tobillo lo habríamos entendido”- y agradece su paso hacia delante: “a los profesionales nos hace un gran favor visibilizándolo porque es por lo que luchamos siempre, aunque no tengamos el mismo alcance que ella”.
“Hay que saber que cada persona vive su propio proceso personal y decide acorde con su situación, no se puede generalizar. Todo juicio de cualquier persona que no tenga conocimiento de la situación y el proceso de Biles no debería ser escuchado”, asevera a su vez Martínez. “Un profesional tiene que proteger su salud mental para proteger también su trabajo y eso es lo que ha decidido Biles, que es necesario para ella parar para poder seguir trabajando más adelante y en mejores condiciones”. La psicóloga hace hincapié en la importancia de ser conscientes de esto porque, “si no pensásemos en estos términos, reduciríamos nuestra existencia a un ser que sirve sólo para producir, un número más en la sociedad”. “Y no puede ser: para tener una sociedad sana y cuidada también debemos cuidarnos a nosotros mismos individualmente”, asevera.
El trabajo político
Y claro, a la hora de cuidarse a uno mismo entran los recursos que posee cada persona. “Hace falta mejorar la calidad de la salud mental en lo público porque ahora mismo es para gente con recursos y el privilegio de poder pagarse una buena terapia”, explica Martínez.
Su reflexión aún va más allá: “Es muy complicado que se normalice el hecho de acudir a terapia si ni siquiera se normaliza desde el Gobierno o los poderes públicos, que deberían proveernos de los recursos necesarios y suficientes y de una manera adecuada de cuidar la salud mental.
“Falta más educación emocional desde las aulas y desde los hogares. Faltan recursos y accesibilidad a ellos. Faltan psicólogos y profesionales de la salud mental en el ámbito público”, añade su compañera de profesión Eva Molero. A esto, se suma el estigma: “Muchas personas no se plantean parar o pedir una baja por el estigma que aún hay, por el sentimiento de fracaso o por debilidad”. “Nos han hecho creer que mostrar vulnerabilidad es de personas débiles. Sin embargo, realmente es un acto de valentía”, añade.
“Si Simon Biles hubiera tenido una lesión física, nadie estaría dudando de ella, porque es algo que está asumido que puede pasar. Ella se ha “lesionado” la mente y las emociones. Y esta lesión, aunque no se vea, puede no permitir al cuerpo no funcionar bien, eso es lo que le ha pasado”, zanja Molero.