Por qué hay personas que odian abrir regalos delante de la gente
Y no, no significa que seamos unos desagradecidos 🎁
La época más maravillosa del año no es tan maravillosa para quienes odian abrir regalos delante de otras personas.
Imagínate la mañana de Reyes, estás sentado en el salón de tu tía con toda la familia y nadie te quita ojo porque eres el siguiente en abrir regalos. A medida que vas rompiendo el envoltorio, se te van poniendo rojas las mejillas y se te va secando la boca. Tratas de esbozar una reacción que refleje tanto gratitud como sinceridad. Pero, en su lugar, sale algo tenso y extraño, aunque te haya gustado el regalo.
Según el profesor de Psicología de la Universidad de Boston Stefan Hofmann y el profesor de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Duke Mark Leary, se trata de una manifestación típica de ansiedad social, es decir, la preocupación de cómo nos perciben y evalúan los demás.
"La situación no es tan diferente de muchas otras que nos encontramos en el día a día y que implican mucha atención social, ambigüedad y la posibilidad de no gestionarla bien", explica al HuffPost Leary, que lleva 40 años estudiando la ansiedad social. "Como cuando tenemos que presentarnos y decir algo de nosotros frente a un grupo de personas nuevas, o sentarnos con cara estúpida en un restaurante mientras nos cantan —camareros incluidos— el Cumpleaños feliz".
Es hora de desentrañar los motivos por los que abrir regalos delante de familiares y amigos puede causar ansiedad al receptor, ya sea en Navidades, en una fiesta de cumpleaños, en un baby shower o en cualquier reunión social.
"Los espectadores están muy pendientes de tu reacción y ser el centro de atención de todo el mundo siempre plantea un peligro interpersonal", afirma Leary, que prosigue: "Esto puede ser más perturbador para los introvertidos, a quienes les gusta menos la atención, pero todo el mundo se muestra más alerta cuando hay tanta gente mirando".
"Abrir regalos suele ser una situación muy ambigua", comenta Leary. "La gente nunca sabe cómo se van a desarrollar las cosas o si reaccionarán de forma apropiada a lo que reciban".
"No sólo es el acto de desenvolver el regalo, sino también la respuesta emocional que otras personas están evaluando para determinar si el regalo ha gustado o no", explica Hofmann.
"El receptor se encuentra en el punto de mira. Se espera de él que muestre alegría y sorpresa", apunta.
"Una persona quiere que la vean como alguien agradecido, pero siempre se corre el riesgo de no transmitir el nivel adecuado de gratitud", plantea Leary. "O, peor, de no ser capaz de evitar la confusión, la consternación o la falta de entusiasmo si resulta que un regalo es raro, inexplicable o, simplemente, soso".
"A la gente le preocupa no responder como podría esperar el emisor del regalo e incluso herir los sentimientos de alguien", añade Leary.
Ambos expertos aseguran que sentir ansiedad en este tipo de situación social es totalmente normal. De hecho, es parte de lo que nos hace humanos.
"Si nunca experimentásemos ansiedad social, meteríamos la pata en muchas reuniones, en el sentido de violar normas sociales, dar mala impresión a la gente, molestar o herir a otras personas", relata Leary.
"De hecho, es una señal de que nos preocupamos por lo que piensan los demás y, en el contexto de recibir regalos y expresar impresiones, no es algo malo", añade.
Sólo deberías preocuparte si la ansiedad social interfiere en tu vida de forma tan significativa que llegue a implicar un diagnóstico clínico, precisa Hofmann. "Sólo porque te sientas incómodo desenvolviendo un regalo una vez al año no quiere decir que sufras un trastorno de ansiedad social", asegura al HuffPost.
"Trata de estar en el momento presente y de disfrutar la ocasión", recomienda Hofmann. "Recibir y hacer regalos es una antigua tradición humana que muestra generosidad y cariño. Preocuparse por lo que otras personas piensen o por qué impresión estás dando desvirtúa esta experiencia. Así que mi recomendación es: vive el momento y siente el amor".
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano