¿Por qué el cuerpo me pide más sal de lo normal?
Según los expertos, el estrés, la regla y las papilas gustativas pueden influir en tu consumo de sal.
Los alimentos salados revolucionan nuestras papilas gustativas, por eso a muchos nos gusta tirar de salero cuando tenemos un plato de comida delante. Pero, ¿crees que el cuerpo te pide más sal de lo normal? ¿Te has preguntado alguna vez a qué podría deberse esto?
El consumo de sal recomendado para adultos no debe superar los 5 gramos diarios (una cucharilla de café), según la Organización Mundial de la Salud (OMS). No obstante, los españoles duplicamos esta cantidad.
A continuación puedes leer los motivos más habituales por los que la gente tiende a inclinarse por alimentos salados, además de consejos de expertos para controlar este gusto por la sal.
Haces mucho ejercicio
El organismo pierde sodio cuando sudamos, lo cual nos produce ganas de consumir sal para recuperar los niveles normales, explica Emily Kyle, autora de The 30-Minute Thyroid Cookbook.
"Hacer ejercicio en exceso, correr largas distancias o cualquier otra actividad atlética extenuante suelen causar ganas de salado, debido a un desequilibrio en los electrolitos, en concreto entre el potasio y el sodio", aclara el doctor David A. Greuner, cirujano cardiovascular y director quirúrgico de NYC Surgical Associates.
En general, las bebidas para deportistas ayudan a reemplazar los electrolitos. También te puedes preparar tu propia bebida de electrolitos mezclando zumo de limón y lima, jengibre, una pizca de sal y una cucharada de edulcorante líquido, como miel o sirope de agave.
Estás deshidratado
La deshidratación también se manifiesta como una necesidad de sal. Esto ocurre cuando el nivel de fluidos del organismo no funciona correctamente, señala el doctor Constantine George, fundador y jefe médico de Epitomedical, una consulta privada que combina medicina interna y pediátrica. "Esa es la forma del organismo de decirte que comas o bebas más".
Sucede lo mismo si estás embarazada. "Las mujeres embarazadas tienden a tener más ganas de salado por la deshidratación producida por los vómitos y las náuseas asociadas al embarazo", apunta Rachel Daniels, directora de nutrición en la clínica online Virtual Health Partners.
Tienes síndrome premenstrual
Si te lanzas a todos los alimentos salados que pillas a tu paso durante la semana antes de la regla, tranquila, no estás sola: es habitual que el síndrome premenstrual cause antojos.
Aunque esos saladitos (ya sean bocadillos o patatas fritas) resultan reconfortantes, también pueden desencadenar otros síntomas premenstruales. Varios estudios demuestran que el consumo de sal puede provocar retención de líquidos, que ya de por sí se da durante el período, y que da lugar a hinchazón e incomodidad.
Estás estresado
Un día complicado en el trabajo puede llevarte a acabar con una bolsa de patatas fritas entre manos. Kyle afirma que el tener antojos salados a veces es "consecuencia de comportamientos o patrones como aburrimiento o estrés, lo cual hace que el individuo tome inconscientemente más sal de la necesaria".
No duermes lo suficiente
La falta de sueño hace que la gente tenga ganas de comida basura, según un estudio de 2013. De ahí que después de una noche de fiesta te apetezca un kebab, una pizza o unas patatas. Los expertos recomiendan que un adulto duerma entre siete y nueve horas cada noche.
La sal puede hacerte sentir bien
A veces notas que necesitas sal porque esta sustancia enciende el centro de placer en tu cerebro y libera una hormona llamada dopamina, que te hace sentir felicidad, apunta Ysabel Montemayor, dietista en Fresh n' Lean.
La ingesta de alimentos salados es en cierto modo similar a una drogadicción. "Los alimentos salados, dulces y grasos tienen este efecto", añade. Muchas personas tienen ese gusto natural por lo salado, y comer alimentos con mucha sal les da una sensación de placer. "A veces esto nos provoca ansias de sal cuando no está presente, ya que tendemos a buscar esa misma sensación de placer", señala Montemayor.
Los humanos antes estaban programados para ello
"Los seres humanos tienden de forma innata a buscar la sal porque es necesaria para la supervivencia e históricamente era un mineral raro", argumenta Heather Woodward, dietista en el Copeman Healthcare Centre de Canadá. Pero hoy en día, esta sustancia adictiva es más fácil de encontrar... demasiado, quizá.
"La sal aparece en abundancia en nuestra cadena alimentaria y, en general, las sociedades occidentales toman demasiada", dice.
Tus papilas gustativas se han acostumbrado a alimentos más salados
Si sueles ser generoso con el salero, es posible que el organismo se haya acostumbrado al sodio y considere normal ese extra de sal.
"Con el tiempo, desarrollamos una tolerancia a productos dulces y salados, lo cual significa que si estamos acostumbrados a comer salado, para que algo nos sepa sabroso necesitamos más sal de lo normal", sostiene Woodward. Pero al contrario también se cumple: algo que no esté salado sabrá mucho más a una persona que lleva una dieta baja en sal.
Es posible que tengas un problema de salud relacionado
Es raro, pero también merece la pena mencionarlo: algunas afecciones médicas pueden hacer que el cuerpo te pida más sal. La enfermedad de Addison, que también se conoce como insuficiencia suprarrenal, es un síndrome desconocido que ocurre cuando tu cuerpo no produce suficientes hormonas. Entre sus síntomas, se incluyen fatiga extrema, dolor muscular o de articulaciones, pérdida de vello corporal, azúcar en sangre bajo, hiperpigmentación y dolor abdominal.
El síndrome de Batter, una enfermedad genética rara que afecta a la capacidad del riñón para reponer la sal, también puede producir esos antojos —según laNational Organization for Rare Disorders—, así como debilidad muscular, micción excesiva, calambres, espasmos y fatiga.
Consúltalo con tu médico si estás experimentando algún tipo de síntoma anormal.
Se ha vinculado un consumo excesivo de sal con la diabetes, con trastornos del riñón, con tensión arterial alta y con enfermedades cardiovasculares, según Serena Poon, chef y nutricionista en Los Ángeles. Por tanto, conviene tener cuidado con la cantidad de sal que tomas. Si crees que consumes demasiada, debes tratar de reducir la ingesta de sodio.
Nuestro consumo excesivo de sal suele ser simplemente un hábito, opina Poon. "Muchas veces, las ganas de sal proceden de un comportamiento adquirido", dice. "Queremos sal por hábito o por condicionamiento".
Si ansías la comida salada, la experta recomienda priorizar alimentos con un alto contenido natural en sodio, como el apio, las verduras de hojas verdes, las zanahorias o las algas.
También puedes utilizar hierbas aromáticas y especias en lugar de sal, aconseja Kimberly Gomer, directora de nutrición en el Pritikin Longevity Center, un spa de salud y bienestar en Miami. "Al principio puede ser duro, pero el paladar se adaptará", asegura.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano