Plácido Domingo, yo no te compro
Las mujeres merecen ir por la vida sin ser acosadas, por eso mismo lo están revelando, para que no haya más casos.
Veinte mujeres. No una, ni dos, ni tres: veinte, han confesado públicamente los episodios de abuso de poder y de abuso sexual que vivieron con Plácido Domingo. Veinte mujeres que no necesariamente se conocen. Veinte mujeres que coinciden tanto en las sensaciones de “terror”, “intimidación”, “pánico”, como en los detalles “acercando”, “tocando”, “metiendo”. Veinte mujeres profesionales que tienen cosas mucho más importantes que hacer que inventar chismes. Veinte mujeres autosuficientes que no han pedido ningún tipo de recompensa por hablar alto. Veinte mujeres que tienen mucho que perder (reputación, energía, credibilidad) y nada que ganar. Varias decenas de testigos entre músicos, tramoyistas, sastres y empleados del mundo de la ópera han corroborado sus relatos, afirmando que era un secreto a voces y que evitaban juntar a Plácido con mujeres atractivas porque se le iban las manos. El número no es un dato trivial: indica que no era un caso aislado sino una práctica habitual.
Pero el mundo continúa contratando, escuchando y ovacionando al famoso tenor. Es curioso que habiendo reconocido los hechos mediante un comunicado (probablemente adelantándose a otras confesiones que pudieran salir) muchas personas e instituciones sigan negando la mayor y mirando hacia otro lado. Algunos prefieren creer a quien no conocen en lugar de a las personas que sí lo trataron. Otros evitan cuestionarle para no cuestionarse a sí mismos, quizás porque se ven demasiado reflejados. Algunas mujeres le defienden porque, aunque a ellas también las tocara, no lo consideran un acto de abuso sino de caballerosidad. Y mucha gente se indigna porque no entiende que no hayan hablado antes y ensucien de esta manera su reputación y su trayectoria. Según Paloma San Basilio las mujeres “merecen ir por la vida sin tener que ir mirando hacia atrás”. Las mujeres merecen ir por la vida sin ser acosadas, por eso mismo lo están revelando, para que no haya más casos.
La razón por la que todas esas cantantes y bailarinas están hablado ahora probablemente sea porque otras hablaron antes que ellas, y su objetivo, lejos de ser una venganza personal, es que tampoco se callen las que vienen detrás. Su denuncia no se refiere sólo a ellas, nos está poniendo un espejo a toda la sociedad. Retrata, no sólo a los artistas, sino a todos los sectores donde ocurren casos similares todos los días. No sólo a Plácido Domingo, sino a todos los hombres que están en una situación de poder y la aprovechan para someter a las mujeres. No sólo al mundo de la ópera, sino a todas las empresas y administraciones públicas que contratan a artistas que refuerzan la cultura machista, bien sea con sus obras o con su comportamiento. Interpela hasta al mismo público, para que tome consciencia de lo que están apoyando con su dinero.
En algún momento leí unas declaraciones de Maluma ¿o eran de C. Tangana? en las que aseguraba que una cosa es la persona y otra muy diferente su arte. Voy a usar una cita del propio Plácido Domingo para responder a esta nueva generación de artistas comprometidos: “Las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado”. El mundo ha cambiado y a los artistas, igual que a los publicistas, políticos, presentadoras, dueños de Inditex y trabajadores de lo que sea, se les exige una nueva aptitud: la ética. Esto implica, entre otras cosas, no dañar a las personas con su actividad. Como consumidora de cultura, yo decido apoyar con mi dinero a artistas que no sólo sean capaces de crear una gran obra o realizar una sublime interpretación, sino que con ello también aporten a la construcción de un mundo mejor. En lugar de asistir conciertos de artistas desconectados de todo menos de sí mismos, elegiré otros. Lo siento Plácido Domingo, pero yo no te compro.