Digiriendo el 19-J: Sánchez trata de placar el golpe andaluz ante un PP crecido
El presidente traslada a los suyos que agotará la legislatura.
Andalucía ya ha hablado. Alto y claro, con un resultado histórico para el PP. Y ha sacudido el tablero político, que se prepara para las vitales elecciones locales del año que viene y, sobre todo, para las generales de diciembre de 2023. Los partidos viven su particular digestión durante estas horas conscientes de que empieza un nuevo capítulo de la política española enfilando al gran duelo Pedro Sánchez vs. Alberto Núñez Feijóo.
Lo que ha pasado en el sur no es extrapolable al resto de España, ya que es una comunidad que vota con sus propias claves, pero sí deja algunas tendencias, realidades, reflexiones y evidencias para el resto del país. Y abre además algunas incógnitas y recoloca incluso los poderes dentro de los propios partidos.
El PP, que fue muy cauto durante el propio 19-J, ha sacado este lunes pecho y se ha envuelto en la bandera blanca y verde de la felicidad. “Espectacular”, como deslizaba en privado un miembro de la dirección popular. Y especialmente Génova 13 quiere vender ya que ha comenzado un cambio de ciclo político que acabará con Pedro Sánchez fuera de La Moncloa y con Alberto Núñez Feijóo dentro.
“No hemos tocado techo”: esta es la lectura que hacía la dirección de Alberto Núñez Feijóo tras el resultado en Andalucía. Los ‘populares’ han tomado nota del camino marcado por Moreno. Lo explicaba el propio ‘número tres’ del partido y director de la campaña andaluza, Elías Bendodo, reforzando que los ciudadanos quieren ahora la combinación de gestión, moderación y bajada de impuestos. Es decir, el modelo del PP-A y el seguido por Feijóo desde Galicia, lo que se entiende como la vía oficial a partir de ahora frente a las formas más duras de Isabel Díaz Ayuso.
“Nadie me va a enfrentar a Juanma Moreno, nadie me va a enfrentar a Feijóo, y yo no voy a cambiar un milímetro mi política en Madrid”, ha lanzado ella esta jornada para los que quieran leer entre líneas.
El PP nacional se fija en esa estrategia de Moreno Bonilla, que se ha comido entero a Ciudadanos, ha logrado frenar a Vox y se ha llevado a votantes socialistas desencantados. Además de capitalizar esa sensación de incertidumbre económica y presentándose como el mejor gestor, como pasó con ciertas etapas del aznarismo y del marianismo. Muy alejado del estilo de Pablo Casado, algo que el propio presidente de la Junta de Andalucía ha reconocido que ahogaba al partido electoralmente.
Con otro punto de este PP: el carácter autonomista y dejando manos libres a los líderes regionales. De hecho, la estrategia hizo que hubiera dos caravanas paralelas: la de Feijóo y la de Moreno Bonilla. Entendieron que así sumaban más. Pero los factores andaluces no son los mismos que en otras autonomías y no tiene por qué dar el mismo resultado, también lo saben muchos populares. Pero quieren también utilizar ante los electores el modelo aplicado con éxito en el sur de que el voto útil contra la extrema derecha puede venir desde la propia derecha.
Las caras, en cambio, lo decían todo en la calle Ferraz. Rictus serio del presidente del Gobierno y de la cúpula socialista, que se ha reunido a puerta cerrada en la sede federal del partido. El mensaje del secretario general a los suyos ha sido claro: no hay cambio de ciclo político y piensa agotar la legislatura frente a cualquier rumor de adelanto electoral.
El presidente del Gobierno, según ha dicho el portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, ha recalcado que el Ejecutivo que está “fuerte y sólido”. El líder de los socialistas no ha hablado nada de un posible cambio en la composición del mismo, algo que podría guardarse para darle un impulso en septiembre al inicio del curso. Lo que nadie pone en cuestión dentro del partido es que Sánchez debe ser el candidato. Lo que sí se espera es que de alguna forma tome la iniciativa, una vez pase la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid la próxima semana.
Tampoco se ha puesto en duda a lo largo del día la continuidad de Juan Espadas al frente del PSOE-A, que ha logrado el peor resultado y peores cifras que Susana Díaz hace tres años y medio. El presidente del Gobierno sigue confiando en el exalcalde de Sevilla y tanto la dirección nacional como la andaluza ha mostrado su apoyo a su aspirante y le ha encomendado la labor de oposición. La explicación que siguen dando los socialistas es que su resultado se debió a la falta de movilización del electorado progresista (pero la participación subió casi dos puntos respecto a las de 2018).
La voz más crítica tras el resultado ha sido la del presidente de Aragón, Javier Lambán, que ha pedido una “reflexión muy profunda”, mientras que el diputado Odón Elorza ha lanzado: “No caben excusas de mal perdedor”. Eran muy esperadas también las palabras de la expresidenta de la Junta Susana Díaz: “Estoy triste. Me duele mucho mi partido y me duele mucho mi tierra”.
Otra de las grandes conclusiones que sacan los partidos tras el 19-J es que el bloque de la izquierda debe estar también fuerte a la izquierda del PSOE para tener opciones de gobierno, como se ha visto con la debacle de Por Andalucía y de Adelante Andalucía. La separación de candidaturas ha perjudicado enormemente, entre las dos opciones tienen 12,26%, apenas un punto menos que Vox, pero la diferencia de escaños es de 7 frente a 14. No se ha escuchado en directo ni a Yolanda Díaz ni Ione Belarra, pero el mensaje que mandan desde los entornos es que se muestra que el camino debe ser el de la unidad de todos los agentes de la izquierda.
También ha sido un día duro para Vox, que ha visto desvanecer su sueño de doblar los escaños y entrar en el Gobierno de la Junta. Andalucía ha sido un dique que no esperaba la ultraderecha. Pero ni un ápice de autocrítica. Macarena Olona no tuvo ningún efecto. Ella ha asegurado que se quedará en el Parlamento, pero no ha cerrado la puerta a volver al Congreso en las próximas generales: “Soy hija de Dios y no puedo asegurar cuáles son los designios que estén por venir”. El pinchazo de la ultraderecha obliga a partir de ahora a replantearse la estrategia, tras ver que no todo será igual que en Castilla y León y que, sobre todo, de repente puede encontrar en el propio PP un obstáculo. Ya no vale lo de “derechita cobarde” ante los moderados para arañar votos porque puede provocar el efecto contrario, como ha pasado con Moreno Bonilla.
¿Y Ciudadanos? Las luces se han apagado ya en Andalucía. El último que cierre la puerta.