Sánchez relanza el Gobierno con fuertes medidas progresistas y ante un PP obsesionado con ETA
En Moncloa se dan por ganadores del debate del estado de la nación y reconectan la coalición pensando en las clases media y trabajadora.
Hasta el último minuto estuvo en La Moncloa retocando el discurso. Con su puño y letra. Pedro Sánchez sabía que era un momento “excepcional”, según fuentes cercanas, y que no podía hacer una alocución al uso. Tenían que ser unos mensajes potentes, directos a los ciudadanos, y no sólo palabras. Medidas, y especialmente pensadas para las clases medias y trabajadoras.
La ola de calor asfixia a todo el país, pero la inflación también. Con más de dos dígitos, en el 10,2%. Es el gran problema que tienen los ciudadanos y el presidente ha querido hacerse cargo de esa situación y de ese ánimo. Pensando también en que llegan un otoño y un invierno llenos de incertidumbres y sin saber qué pasará. Con el objetivo, además, de aguantar hasta el final de la legislatura y volver a ganar las elecciones en 2023.
Una de las consignas que dio el jefe del Ejecutivo: ni una filtración. Ni siquiera los socios sabían todas las iniciativas. Y debían ser muy progresistas y de impacto. Los propios diputados se han sorprendido al escucharlas. Dos con una potencia inesperada: un impuesto para las grandes energéticas y otro excepcional para las entidades financieras. Ambos se aplicarán para 2022 y 2023, con un mensaje de igualdad y de reparto de las cargas en un momento duro en el que hay sectores sacando grandes beneficios.
Medidas con una impronta progresista, acompañadas por otras como la bonificación del 100% del abono de Cercanías y Rodalies de Renfe (entre el 1 de septiembre y el 31 de diciembre). Otra promesa, confrontando directamente con la política de Isabel Díaz Ayuso, es una nueva beca adicional de cien euros más mensuales para estudiantes mayores de 16 años. Porque una de las obsesiones del presidente del Gobierno es una acción destinada a las clases medias y trabajadoras e intentando desmontar las promesas de la oposición (“el diagnóstico del curandero”, como se ha referido a Alberto Núñez Feijóo).
Sánchez quería esas medidas potentes pero también confrontar los dos modelos y retratar que los populares luego cuando llegan al poder suben impuestos (el mayor incremento de la historia del IRPF con Mariano Rajoy). Ahí ha dejado una de las frases del día en el Congreso: “Después de la beca para ricos, ¿qué va a ser lo siguiente? ¿Un Imserso para millonarios en Bora Bora? ¿Unos cheques de combustibles para los yates?”
Ya en las réplicas de la tarde le tocaba el turno al cara a cara estrella con el PP. Con un punto extraño: Alberto Núñez Feijóo ha acudido a la Cámara Baja y se ha sentado en el escaño principal de la oposición, pero no podía hablar al ser senador. Por lo tanto, le ha tocado poner voz a Cuca Gamarra, ‘número dos’ del partido. Todo el mundo esperaba un discurso muy económico, al hilo de la estrategia marcada por el gallego de hablar más de los bolsillos y menos de lo ideológico.
Pero no: el tema económico ha quedado en segundo plano porque Gamarra ha decidido tirar de ETA para lanzarse al cuello del Gobierno, criticando pactos con EH Bildu. La portavoz popular ha intentado un golpe de efecto al principio convocando un minuto de silencio en el Hemiciclo, al que han respondido levantándose y siguiéndolo todos los grupos, incluido EH Bildu. La secretaria general del PP se ha intentado apropiar del espíritu de Ermua frente al Gobierno, lo que ha revuelto a Pedro Sánchez que ha dicho que precisamente el PP es el que utiliza a las víctimas con intereses “espurios”. En La Moncloa consideran que los populares han hecho un discurso que ni siquiera Casado: “Como de los noventa, de Mayor Oreja”.
Las sensaciones en el Gobierno y en el PSOE es que han ganado el debate, porque el Partido Popular ni siquiera ha respondido qué va a hacer ante las medidas estrella de los impuestos a la banca y a las energéticas. “Muy contentos”, decía un ministro al terminar, mientras que otro miembro socialista del Gobierno se sumaba: “Un chute de energía”.
En el entorno del presidente sostienen esta victoria parlamentaria; “Cuando sacan el terrorismo a relucir es que tienen poco que aportar. El PP tiene pocos argumentos. Seguimos sin saber qué van a hacer con los impuestos”. Y añaden las fuentes: “Medidas muy ambiciosas, ejercicio de realismo, sabiendo lo que padece la gente”.
¿Servirá además para la remontada electoral? En La Moncloa sostienen que no se busca ese rédito en las urnas, sino social. Queda mucho: año y medio de legislatura, recuerdan en el entorno de Sánchez. El propio presidente ha reafirmado su intención de agotar lo que queda y aspirar a ganar otra vez a finales del año que viene.
Lo que tienen diseñado además es que los nuevos impuestos irán vía proposiciones de ley, ya que van más rápido que los proyectos de ley y no se pueden crear tributos ni por decreto ni en los presupuestos generales. Lo que indican las fuentes, además, es que el momento adecuado ahora porque esos dos sectores están ganando mucho dinero en estos momentos de incertidumbre.
Unas medidas y un discurso tan ideológico dan profundidad a esta intención de aguantar hasta el final. Y otra cosa ha logrado Sánchez: acercar a la coalición. Llevaban semanas tensas, con duros choques por temas como el aumento del gasto en defensa (el Consejo de Ministros en el que se acordó el fondo de contingencia de mil millones fue bastante difícil).
Estas nuevas medidas han gustado mucho en Unidas Podemos: tanto Yolanda Díaz como Ione Belarra no han parado de repetir que están “satisfechas” y que se ha demostrado que es “posible” lo que parecía imposible hace apenas unos meses. No obstante, creen que habrá que tomar más iniciativas en septiembre y que hay que apostar por una reforma fiscal en profundidad (algo que ahora el PSOE tiene apartado).
El debate de hoy ha tenido como protagonistas a Pedro Sánchez, Cuca Gamarra (PP), Santiago Abascal (Vox), Pablo Echenique (Unidas Podemos), Jaume Asens (Catlunya En Comú) y Gabriel Rufián (ERC). Precisamente el independentista ha sido el último en cerrar los turnos de este martes y ha provocado el choque incluso más duro. El republicano ha sacado unas balas para lamentar las muertes de los inmigrantes en la valla de Melilla, algo que ha sentado muy mal al presidente del Gobierno. En su réplica, Sánchez, muy molesto, se lo ha afeado: “La mera exhibición de balas en este Hemiciclo es un gesto imperdonable, un gesto imperdonable”. “Se ha equivocado, señoría”, ha apostillado, recordando los restos del 23-F en la propia sala del Pleno.
Primer día del debate sobre el estado de la nación. España llevaba siete años sin vivir uno. Y Sánchez ha avisado: va “a por todas” y a “dejarse la piel”.