Pedro Castillo, el humilde maestro al que las élites subestimaron
El virtual ganador de las elecciones en Perú es hijo de iletrados, profesor rural y sindicalista. Para las élites de Lima, que llegue a presidente es "como el apocalipsis".
“Usted tiene el 0,001% de intención de voto”, le dice el periodista peruano Marco Sifuentes a Pedro Castillo, entonces candidato a la primera vuelta electoral, en una entrevista realizada en diciembre. A lo que Castillo contesta: “Eso lo dicen las encuestas de los de arriba, pero cuando yo voy al pueblo, no encuentro a los señores que van primeros en los sondeos. Las encuestas las hacen los que tienen dinero, y nosotros tenemos al pueblo”.
La respuesta, que sonó a órdago en aquel momento, demostró ser bastante acertada meses después. El 11 de abril, Pedro Castillo ganó la primera vuelta de las elecciones a la presidencia de Perú con un 19% de los apoyos, y pasó así a la segunda vuelta del 6 de junio, cuyos resultados le dan como virtual vencedor por 60.000 votos, a falta de revisar una anulación de actas que pide su rival en las urnas, Keiko Fujimori.
Si Fujimori no quiere reconocer al vencedor es porque se niega a admitir que hay zonas del Perú, en el sur andino, donde Castillo ha obtenido el 89% de los votos, mientras que, en abril, grandes medios como la CNN desconocían la cara del candidato, y tenían que recurrir a una silueta en negro para anunciar que iba ganando. Lo más curioso, sin embargo, es que en Lima era prácticamente igual de desconocido.
Hijo de iletrados, maestro, rondero y líder sindical
Pedro Castillo es una persona del campo, profesor de Educación Primaria, el tercero de nueve hermanos de una familia muy humilde, hijo de padres iletrados, de Puña, Tacabamba, en la provincia de Chota, en la región de Cajamarca. Así se define él mismo en la entrevista con Sifuentes, y así se ha mostrado a Perú y al mundo desde que, a partir del 11 de abril, empezó a acaparar focos.
Castillo tiene 51 años, está casado con otra maestra, Lilia Paredes, son padres de tres hijos, son religiosos (ella evangélica y él católico) y además de enseñar en la escuela fue rondero y líder sindical, dirigente de una huelga de maestros en la que se pedía un aumento de salarios. Si durante la campaña electoral Castillo ha insistido en la necesidad de una mayor presencia del Estado es porque sabe que el Estado no llega a los lugares más remotos del país, como donde reside él.
Las rondas campesinas, en las que Castillo participaba, surgieron precisamente en Chota, en la sierra norte peruana, como una autoorganización del pueblo para protegerse de ladrones o de cualquier peligro externo, antes de extenderse por todas las zonas rurales del país para combatir el terrorismo en los años 80.
La brecha pueblo-ciudad que hay en Perú no es ni remotamente comparable a la de España, y eso podría explicar en parte los resultados en estas elecciones. Cuando a unos les preocupa la macroeconomía, a otros les preocupa tener electricidad en sus casas. Álvaro Lasso, director de la editorial peruana Estruendomudo, lo pone de manifiesto en su documental El Profesor, en el que muestra de dónde viene Pedro Castillo, cómo era su vida antes de meterse en política, quién es su familia y cuáles son sus valores.
“Un limeño puede imaginarse esa postal, pero otra cosa es estar ahí”, explica Lasso a El HuffPost. “El contraste es brutal. Viven en un paraíso, pero un paraíso sin agua, sin luz, sin servicios, sin carreteras. El colegio donde enseña Pedro Castillo se cae a pedazos”, dice.
Cuando hizo el viaje Lima-Puña, Lasso sabía a dónde iba, pero verlo fue “más chocante y más doloroso”. “Es lo que viven millones de peruanos en el campo, completamente desconectados del Estado. No esperan nada del Estado, porque saben que ahí no llega”, sostiene.
De pequeño, Pedro se levantaba a las 5 de la mañana y caminaba dos horas para ir al colegio, y el hecho de que este maestro rural vaya a ser presidente de Perú “está generando un espacio de autoconfianza” en quienes han vivido y viven su misma realidad, apunta Lasso.
La “peor pesadilla” de las élites limeñas
En cambio, hay otro sector de la población para el que Castillo supone todo lo contrario. “Para las élites limeñas, es su peor pesadilla”, constata Marco Sifuentes, director del podcast La Encerrona. “En Lima hay quienes tienen la pretensión de ser más europeos que andinos, y siempre que gana alguien más o menos de izquierda y con rasgos ‘cholos’ (mestizos, andinos), nos encontramos con comentarios como que los indios van a bajar a tomar la capital, y van a convertirla en Lima la horrible, o que han votado eso porque son ignorantes y no entienden de economía o, pero aún, quieren vivir del Estado porque les gusta la plata fácil”, cita el periodista.
El racismo y el clasismo en el Perú, aparentemente soterrados en el día a día, están aflorando con toda su fuerza estos días. Indira Huilca, socióloga y excongresista peruana, se confiesa “sorprendida” ante la cantidad de mensajes de odio hacia Castillo y sus votantes que está leyendo en redes sociales desde las elecciones. “No pensé verlo así, pero se está demostrando que, sobre todo para las élites sociales y económicas de Lima, la presidencia de Castillo es como el apocalipsis”, comenta. “La diferencia política es muy legítima, pero mezclar eso con mensajes abiertamente racistas y clasistas es muy peligroso, y muy revelador”, sostiene Huilca.
Mensajes como “abolir la esclavitud fue lo peor” o “si gana el simio, a conseguir la residencia estadounidense” son a los que se refieren Huilca y Sifuentes. Durante la campaña ya se calentaron los ánimos, en realidad. Las acusaciones contra Castillo por “comunista” o incluso “terrorista” —algo que en Perú se considera prácticamente sinónimos— han sido una constante en los últimos meses por parte de la oposición y de grandes medios.
“Una persona pragmática”
Pedro Castillo representa a un partido, Perú Libre, que se define como marxista-leninista, y la elección de Castillo como su candidato presidencial, pese a llevar sólo un año inscrito en el partido, fue bastante casual. El líder original de Perú Libre, Vladimir Cerrón, fue condenado por corrupción en 2019, y esto les obligó a buscar un candidato alternativo, que finalmente sería Pedro Castillo. “Había una necesidad mutua”, señala Indira Huilca. Perú Libre necesitaba un candidato y Pedro Castillo buscaba una plataforma para llevar sus reivindicaciones, las del gremio de profesores.
Tanto Huilca como Marco Sifuentes describen a Castillo como “una persona pragmática”, en el sentido de que no tiene problema en dialogar, aliarse o adaptar su discurso para conseguir un objetivo. Cuando lideró la famosa huelga sindical en 2017, sus aliados en el Congreso fueron los fujimoristas. Ahora, en 2021, Castillo ha sabido canalizar el apoyo de una izquierda más progresista —incluso fichando a técnicos suyos— que difiere de sus posturas más conservadoras.
Castillo es contrario al matrimonio igualitario, al aborto y a la autodeterminación de género. Y precisamente quizás el hecho de apartarse de las luchas feministas es lo que hizo que, en primera vuelta, Perú Libre consiguiera la mayoría de los votos de la izquierda.
Con Castillo, se ha “vuelto a la raíz, a la lucha de clases”, explica el periodista Marco Sifuentes. “A él las reivindicaciones identitarias ‘progres’ le dan por lo menos igual. Y ahora, con el resto de la izquierda juntándose alrededor de él, Castillo ha tenido palabras no diría feministas, pero al menos no machistas, que ya es bastante”, dice. “Si ahora tiene que amoldar su discurso y volverse ‘semiprogre’ para poder tener estos aliados, lo va a hacer. Porque él en lo que tiene ideas claras es en las reivindicaciones sindicales de los maestros”, apunta el periodista.
Eso, y la defensa de los más desfavorecidos, es lo que ha vertebrado su campaña, y lo que le ha llevado de pueblo en pueblo por el país, con mítines en los que difícilmente se podía mantener la distancia de seguridad establecida por la pandemia.
La socióloga Indira Huilca reconoce en Castillo “cierta habilidad” y carisma para desenvolverse en la campaña, apelando a esa mitad del Perú que sí se reconoce en él. “El votante ha elegido a su candidato en el sentido más literal: ha elegido a la persona que más se parecía a él, y que más se acercaba a sus demandas”, indica.
Como novato en política, Pedro Castillo también tiene limitaciones, y esto se ha visto a la hora de dar la réplica en debates o de aclarar sus propuestas en entrevistas. El documentalista Álvaro Lasso, sin embargo, considera que Castillo “ha demostrado que puede evolucionar”, y eso lo hace “mucho más auténtico y transparente”, dice.
Para la entrevista que le hizo Marco Sifuentes a Castillo en diciembre de 2020, el periodista no tuvo que contactar con nadie. Fue la persona que gestionaba la cuenta de Twitter de Castillo quien le escribió para proponerle esa entrevista. Entonces, el community manager advirtió a Sifuentes de que Castillo era un candidato nuevo, y le pidió “por favor” que no le hiciera ningún “ataque premeditado o emboscada periodística”. Meses después, cuando Marco Sifuentes ha intentado volver a entrevistar a Castillo para esta segunda vuelta electoral, no ha podido. La agenda del candidato, y virtual ganador de las elecciones en Perú, no se lo ha permitido.