Pedalear para poner freno al coronavirus y al cambio climático
Son muchos los que han visto en esta crisis sanitaria la oportunidad para dar un giro al actual modelo de movilidad.
Lo que no ha conseguido la concienciación climática lo ha hecho el coronavirus. Los desplazamientos en bicicleta han ganado protagonismo durante la pandemia, reivindicándose como una de las alternativas más seguras frente a otros medios de transporte.
Son muchos los que han visto en esta crisis sanitaria la oportunidad para dar un giro al actual modelo de movilidad, replanteando el uso de vehículos contaminantes y abriendo paso hacia una verdadera transición ecológica.
La propia Organización Mundial de la Salud ha hecho recomendaciones en este sentido en más de una ocasión. “Siempre que sea posible, considere andar en bicicleta o caminar: esto proporciona distancia física mientras ayuda a realizar un mínimo de actividad diaria, que puede ser más difícil de llevar a cabo debido al aumento del teletrabajo y el acceso limitado al deporte y otras actividades recreativas”.
Bogotá, Berlín, Ciudad de México o París son algunas de las capitales mundiales que ya han puesto en marcha planes integrales y de urgencia para posicionar la bici como el medio de transporte principal en tiempos de covid, y con vistas a que, pasada esta situación, los cambios hayan llegado para quedarse.
En Francia, con el inicio de la desescalada la ministra para la Transición Ecológica, Élisabeth Borne, impulsó una iniciativa para sacar de garajes y trasteros bicis inutilizadas y ponerlas a punto, destinando un cheque de 50 euros para cada persona que dispusiera de una de ellas.
‘Cochecentrismo’
“La apuesta francesa es un claro referente”, apunta Esther Rodríguez Moreno, Coordinadora de Comunicación de ConBici, una organización que reúne a 65 asociaciones y colectivos ciclistas de toda España. “París no era una ciudad de bicis, el reparto modal no llegaba al 1%, y sin embargo, en cuatro meses se ha puesto en el 9%”, explica.
“España en cambio está muy atrasada, seguimos anclados al ‘cochecentrismo’: las calles de nuestras ciudades sólo están pensadas para él”, expone.
Pese a ello, el Barómetro de la Bicicleta en España 2019 detalla que el uso de este medio ha crecido 2 puntos en los últimos dos años alcanzando valores máximos: más de la mitad de los españoles de entre 12 y 79 años (50,7%) utilizan la bicicleta con alguna frecuencia. Esta cifra supone que desde el 2009, los usuarios de la bicicleta han aumentado en casi 4,5 millones.
También se desprende que alrededor de 9 millones de españoles de entre 12 y 79 años (un 22,4%) la utiliza de forma semanal, cinco puntos más que en 2009. Mientras que casi 1,5 millones de españoles de entre 12 y 79 años (3,5%) la utiliza diariamente para la movilidad obligada: ir a trabajar o estudiar.
Además, sobre el uso de este vehículo para desplazarse al trabajo, el porcentaje ha crecido de 23,7% en el año 2017 al 25,9% el último año.
“Aun con estas cifras, todavía a día de hoy cuando una ciudad apuesta por la peatonalización en este país, es noticia. Al igual que si alguien pone en Twitter que su hijo ha ido pedaleando al colegio”, argumenta Rodríguez.
“En Francia también apoyan el coche y el avión, no nos engañemos. También inyectan a la industria automovilística y aérea pero son más conscientes de que existen otras formas de movilidad más sostenibles y saludables”.
Madrid, ‘a la cola’ en carriles bici
“El caso de la capital es especialmente triste”, lamenta. “Todas las grandes ciudades en época de pandemia han habilitado un mayor espacio peatonal y ciclista. Aquí compartimos el mismo carril coches, bicis y motos”, destaca.
Según un reciente análisis de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en colaboración con Datadista, la ratio de carriles para bicicleta en Madrid es 15 veces menor que en Bilbao, Sevilla, Valencia o Barcelona. En total, sólo cuenta con un kilómetro por cada 100 de vía pública abierta al tráfico, mientras que en el resto de ciudades la ratio es de 15.
Una escasa infraestructura que sitúa a los madrileños como los menos satisfechos con las vías ciclistas en comparación con el resto de Comunidades, según el mismo estudio.
“De media, salvando un desplazamiento largo al trabajo, por ejemplo, hacemos habitualmente al día entre 1 y 8km. Ir a la compra, llevar a los niños al colegio, ir al médico... todos estos movimientos están en un radio de acción de la movilidad activa que pueden cubrirse perfectamente en bicicleta. Y eso sin hablar de intermovilidad”, comenta Rodríguez.
“El problema que tenemos es que no hay apuesta. Hay proyectos que no se concretan, que se quedan en algo residual. Deben potenciarse, desarrollarse y dotarse económicamente”, insiste.
Falta de apuesta y liderazgo: ‘de la nada a ninguna parte’
Alfonso Triviño, secretario general de la Asociación de Ciclistas Profesionales, sindicato y miembro del Consejo Superior de Tráfico, coincide. “Ya existe una estrategia estatal que incluye hasta una memoria económica, pero falta desarrollo y liderazgo”, apunta. “Los ayuntamientos van por libre, alguien tiene que guiar la coordinación para que haya un plan multidisciplinar”.
“En las reuniones que tenemos con el Ministerio de Transportes se dice ‘sí’. Por ejemplo: “Vamos a hacer carriles bicis provisionales”, y luego éstos resulta que van de la nada a ninguna parte”, añade Rodríguez.
“2 o 3 km en una ciudad que tiene 9.000km primero es ridículo, y si encima se hacen en los extremos que no contactan con nada... pues te llevan a nada. Sinceramente, te puedes ahorrar el dinero público”, remarca.
Triviño cree que uno de los principales inconvenientes reside en la complejidad a la hora de delimitar las competencias en materia de movilidad. “Hay tal cantidad de administraciones con capacidad para desarollar en esta materia que sin un planteamiento de coordinación es imposible. Debe haber uno, y que el resto lo asuman como propio”, puntualiza.
Además, señala, hace falta un impulso político y “que se quiten todos los complejos ideológicos que existen en torno a la bicicleta”.
Rodríguez destaca la versatilidad de este vehículo, no sólo como solución frente a la crisis sanitaria y medioambiental, sino también como una ventaja económica si se potencian la ciclologística y el cicloturismo.
Diversas organizaciones ciclistas convocaron el pasado septiembre una manifestación con motivo de la Semana Europea de la Movilidad, una campaña dirigida a sensibilizar a responsables políticos y ciudadanos sobre las consecuencias negativas que tiene el uso irracional del coche en la ciudad, tanto para la salud pública como para el medio ambiente.
Madrid Ciclista, promotora del ciclismo urbano natural, fue una de las asociaciones que se sumaron a la movilización “en defensa del transporte público de Madrid”. “Recientemente varios factores se han unido contribuyendo a una empeoramiento evidente del servicio prestado”, exponen.
Tanto la falta de personal, como la baja frecuencia de paso conducen a aglomeraciones habituales, agravadas por la actual situación sanitaria, añaden. Desde la organización reclaman un transporte público digno y una mejora en las condiciones laborales de sus trabajadores.