Pazo de Vilane: de conjunto histórico del XVIII a granja de huevos camperos
La familia Varela-Portas es pionera en España de este sistema de crianza.
Los gallegos de Pazo de Vilane —Antas de Ulla, Lugo— fueron los primeros en España en producir huevos camperos con gallinas en libertad, fuera de jaula y de naves. Por aquel entonces (1996) nadie en la industria avícola se planteaba esa manera de producir; más bien al contrario, todo evolucionaba hacia la mecanización. Pero las cosas han ido cambiando.
A mediados de los 90, la familia Varela-Portas, con Juan Varela-Portas, el patriarca, y la hija pequeña, Nuria, a la cabeza, pensaron que era posible criar gallinas ponedoras en libertad, en un entorno rural y verde como Pazo de Vilane, para poner en el mercado huevos con un sabor único.
De este modo se convirtieron en pioneros de este sistema de crianza, pero también de un movimiento que hoy se empieza a atisbar a raíz de la pandemia: la búsqueda de una vida sostenible lejos de las grandes ciudades y la reactivación económica del entorno rural. Lo que ahora llamamos “revitalizar la España vaciada”.
Los comienzos no fueron fáciles; tampoco para una familia que, aunque había tenido empresas relacionadas con la ganadería y la agricultura, vivía en Madrid desde los 70.
Pero volvieron al pazo familiar, que hasta entonces se había usado como vivienda de vacaciones, y trataron de rehabilitar y volver a poner en marcha las fincas abandonadas y las antiguas naves de ganado vacuno.
Cada día era un aprendizaje continuo. Como apunta Nuria Varela-Portas, gerente de Pazo de Vilane: “¡Creo que no había visto una gallina de cerca en mi vida! De hecho, había pasado el año anterior trabajando en Londres, en mi primera experiencia laboral tras licenciarme en la Universidad. Pero compramos las primeras 50 gallinas y en seguida comenzaron a poner huevos. Yo salía por las mañanas con mi coche ofreciendo el producto de puerta en puerta, por los comercios de los alrededores…”.
Una de las claves del éxito de Pazo de Vilane fue la diferenciación. Lograron hacer de su huevo campero un producto único presentado en un envase original, nunca antes visto en el lineal: una caja cuadrada de cartón de doce huevos, cuando el estándar hasta la fecha era la clásica huevera de plástico de media docena.
“Queríamos contarles a nuestros clientes todo el esfuerzo que conlleva producir una docena de huevos camperos. Nuestro envase era y es único porque nuestros protocolos de trabajo también lo son. Y creo que conseguimos transmitir esto a través de nuestra caja, que es de cartón y montada a mano, una a una”.
A partir de 2000 surgieron otras empresas de huevos camperos que fueron dando libertad a las gallinas y que se sumaron al mercado.
“Afortunadamente, cada vez somos más y se va cubriendo la necesidad de los consumidores, que se van concienciando día tras día. No obstante, todavía en España se produce muy poco huevo campero en comparación con el resto de Europa”.
En efecto, según los datos de la Asociación Española de Productores de Huevos, en 2017 un 88% de las gallinas ponedoras de España vivían en jaulas; apenas un 5% eran camperas. En contraste, en ese mismo año la media de la UE era de un 53% de jaula y un 15% camperas.
“Nosotros abogamos por el pastoreo y la libertad en la crianza de las gallinas por varios motivos, pero el primero de todos es el bienestar animal. Las gallinas sólo pueden desarrollarse óptimamente fuera de jaulas o de confinamientos en naves, porque deben corretear, aletear, picotear o darse baños de polvo libremente… Lo segundo es que los nutrientes presentes en el campo, en los pastos (especialmente si son verdes y no están secos en épocas de calor) completan la alimentación proporcionada por el granjero y se incorporan al animal, mejorando su salud. Y en tercer lugar, porque todos estos cuidados y bienestar, como es lógico, mejoran naturalmente el producto, lo que beneficia a las personas que los comemos”.