Patriotas de pacotilla
No cejan en su empeño porque esto no va de la crisis del coronavirus. Se trata de hacer caer a un Gobierno
El foco de la infección de coronavirus en España, Italia, Francia, India y Reino Unido se situó el 8 de marzo de 2020 entre Atocha y la Puerta del Sol. En ese sitio, a esa hora, se inició la pandemia mundial que un Gobierno incompetente, mentiroso y, por qué no, asesino, ni ha sabido ni ha querido atajar.
Si es que, claro, estos émulos del narcoterrorismo venezolano lo llevan en la sangre. Son ellos, obsérvelos, apuntemos bien su nombre, quedémonos con su cara: son Podemos y, por extensión, el Gobierno de PSOE bilduetarra-comunista-separatista-chavista y demás palabras que terminen en ‘ista’. Su única razón de ser es hacer el mal. Son capaces de saltarse una cuarentena a la torera por si, en el camino, pueden contagiar a una o dos personas. Son el mal en estado puro, la encarnación de Belcebú en la tierra.
Sí, son ellos. Y no están solos: van acompañados de las decenas de miles de mujeres que se echaron a la calle el 8 de marzo para reivindicar el derecho a ser iguales, libres. Ellas también son el foco de infección: además de quejicas, peligrosas. Por eso es conveniente estos días recordárselo a todos y a todas añadiendo a cada mensaje una foto de las marchas: sois vosotras, sois culpables, sois responsables de lo que está pasando.
Es difícil hacer predicciones, sobre todo del futuro. Pero juzgar a toro pasado es tan sencillo como cocinar unos huevos fritos. Y, en eso, España tiene expertos dignos de recibir una estrella Michellin: expertos del ‘yo ya lo dije’ o el ‘yo ya avisé’. Repanchingados en su sofá, comparten mensajes escritos con la rotundidad de un estratega dirigiendo a las tropas durante la I Guerra Mundial. No se les escapa una y son el símbolo evidente de que en este país nunca se ha valorado lo suficiente a los mejores.
En medio de esta crisis sanitaria letal que muy pocos atinaron a ver, estos defensores de la verdad no tienen como objetivo aportar soluciones, trabajar por la unidad social o incluso criticar de forma constructiva. No es su estilo. Prefieren ir a la yugular, arropados en su bandera y su lenguaje bélico. Ya que (por suerte) carecen de armas, utilizan las redes sociales como metralletas a través de las que lanzar ráfagas de mensajes sin ton ni son. Lo peor para ellos es que casi nadie les sigue y su grito se ahoga en la más patética indiferencia.
Pero no cejan en su empeño porque esto no va de la crisis del coronavirus. Se trata de hacer caer a un Gobierno que ni aceptan ni toleran y al que mucho menos aún dan la pátina de legitimidad que tiene. Es un Ejecutivo que debe caer y, según proponen a medida que la crisis sanitaria se agrava, sus principales responsables deben incluso acabar en la cárcel. Así son estos guardianes de la sabiduría y la predicción: dicen la verdad le duela a la quien le duela.
El objetivo prioritario, dicho queda, es derribar el Gobierno. Y si no es por el coronavirus sería por la economía, la sanidad, la educación, la exhumación de Franco, la forma de vestir o el frío que está haciendo en el arranque de esta primavera. De igual forma, las críticas al 8-M no son tanto una queja por haber permitido la manifestación —a toro pasado, un gravísimo error—, sino el enésimo ataque a un movimiento feminista que menosprecian, del que se ríen y que tanta acidez de estómago les provoca.
Da igual que se aporten datos. Por ejemplo, que China declaró el confinamiento con 14 muertos, España con 140, Francia con 148, Reino Unido con 281 e Italia con 463.
Da igual que se pida tiempo para que todos los que de verdad están trabajando en erradicar la pandemia puedan hacerlo sin el insoportable ruido de fondo de estos cacareadores del Apocalipsis.
Da igual que se proponga postergar las críticas, las destituciones o los ceses para el minuto inmediatamente después de que haya terminado esta pesadilla.
Da todo igual, porque estos defensores de España lo son en realidad de SU España. Patriotas de pacotilla.