El PP se choca otra vez con su pasado
Casado consuma una semana 'horribilis' por la imputación de De Cospedal, la vuelta de Rato al banquillo y su silencio ante la prensa.
Hay letras de canciones que parecen escritas para la política: “Cuando todo va bien, un día tuerces una esquina y te tuerces tú también”. Algo parecido le ha pasado a Pablo Casado. El jefe de los populares arrancó la semana eufórico por las buenas perspectivas del partido en las encuestas tras la victoria de Ayuso en Madrid. Todo parecía irle bien, pero ha terminado consumando una semana ‘horribilis’ por la imputación de María Dolores de Cospedal, la vuelta de Rodrigo Rato al banquillo y su bochornosa rueda de prensa en la que se negó a dar explicaciones entre aplausos de los suyos.
Casado pisaba fuerte la calle haciendo campaña contra los indultos a los líderes independentistas. Pero este miércoles tropezó con la llamada del juez Manuel García Castellón a la exsecretaria general del PP en la causa que indaga sobre Kitchen y también con la apertura de juicio oral al exministro de Economía Rodrigo Rato, acusado de delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales y corrupción. ¡Pam! El PP se choca otra vez con su pasado.
Está por ver cuánto dura la palabra del líder del PP. El día que anunció la mudanza de la calle Génova para romper con los días oscuros del partido dijo que no volvería a hablar ni del pasado ni de ninguno de los capítulos corruptos del PP. Pero la realidad se lo está poniendo difícil. Por el momento eludió este jueves pronunciarse sobre la imputación de Cospedal y Rato pese a las preguntas de los periodistas, que incluso fueron increpados por hacer su trabajo.
Casado ha dejado el asunto en manos de los portavoces, como el alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida, que se han limitado a recordar la presunción de inocencia de la ex secretaria general. ”¿Y qué puede hacer para cortar con ello? Es que si dice algo alimenta la rueda”, justifica a El HuffPost una fuente popular muy cercana a Casado.
Otro cargo del PP con asiento en el Comité Ejecutivo explica así el silencio del líder del PP: “Es una cuestión de que son hechos que él no conoce y estamos metidos en un bucle del que no somos capaces de salir. Lo mejor es ni comentarlo y lo que diga la justicia. Porque hacer otra cosa es muy complejo”.
El problema para el aspirante popular a presidente del Gobierno es que De Cospedal, citada a declarar por delitos de cohecho, malversación y tráfico de influencias, es una pieza clave de su liderazgo porque fue ella quien le apoyó para doblegar a Soraya Sáenz de Santamaría en el congreso que le ungió capitán del barco hace casi tres años. Desde entonces, cada vez que ex altos cargos del partido han acumulado citas ante el juez, los intentos de Casado de cortar de raíz con el pasado y la corrupción se han ido al traste.
En lo que va de año, al jefe del PP le han salpicado el juicio a Cristina Cifuentes —absuelta en el caso Máster—, el juicio de la caja B —visto para sentencia— y la comisión de investigación en el Congreso de Kitchen, la supuesta trama urdida en Interior para sustraer al extesorero Luis Bárcenas información comprometedora para el partido. Pero es previsible que lo peor esté por llegar, una vez se celebre el juicio.
La causa de Kitchen sigue abierta en la Audiencia Nacional y ya apunta hasta a la exvicepresidenta del Gobierno, según adelantó la Cadena Ser. Antes, Casado tendrá que ver cómo el expresidente Mariano Rajoy acude al Congreso, a la comisión de Kitchen, para someterse a las preguntas de los diputados sobre la trama, algo de lo que se ha librado esta semana la propia Cospedal.
Lo difícil para Rajoy es que el excomisario José Manuel Villarejo, engranaje fundamental de la operación e imputado en ella, le situó en el centro del seguimiento a Bárcenas. Es más, Villarejo dijo que mantuvo contacto directo con el expresidente pese a que no aportó prueba alguna.
Casado ha visto en estos meses desfilar ante el juez a varios ex secretarios generales del PP y a los dos expresidentes del Gobierno de su partido en el juicio sobre el presunto pago con dinero negro de la reforma, en 2006, de la sede de Génova. También ha visto cómo Bárcenas acusó a la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre de recibir un sobre con dinero negro —algo que ella negó — y cómo confesó que el responsable de Justicia del partido y consejero madrileño, Enrique López, hizo de intermediario entre un emisario suyo y el abogado del PP para, supuestamente, enterrar el hacha de guerra.
La presión ha sido tal que la dirección del PP acordó en febrero hacer las maletas y dar la patada al histórico cuartel general de los populares. Cuando el pasado llama con fuerza, deshazte de él. Pero lo cierto es que Casado está marcado por el padrinazgo no solo de Aznar, también de Aguirre. Al jefe de los populares le está tocando heredar el cuento de nunca acabar de la corrupción cuanto trata de llevar el partido a su manera.
De Cospedal sigue siendo militante del PP, pero los estatutos del partido la enseñan la puerta de salida en caso de que se abra juicio oral contra ella, como le ocurrió a Rodrigo Rato.
El ex todopoderoso ministro de Economía del Gobierno de Aznar, ya condenado por las tarjetas black y en libertad condicional, está de nuevo enfangado en una causa que indaga sobre el presunto origen ilícito de su patrimonio que, supuestamente, habría eludido al fisco español gracias a una maraña de sociedades, algo que él siempre ha negado. Todo un golpe a la herencia de la que Casado siempre ha sacado pecho.
Lo bueno para Casado es que tiene el partido bajo control. Ningún incendio interno le impide hacer y deshacer a su antojo. La desactivación de las mociones de censura en Murcia y Castilla y León y la victoria de Ayuso el 4-M reforzaron su liderazgo y le han dado legitimidad para acercarse de nuevo al estilo de Vox, como hizo la presidenta madrileña en funciones.
Los barones del partido, centrados en la gestión de la salida de la pandemia y la reactivación económica con la ayuda de los fondos europeos, no están para lanzar pulsos al líder del PP. Es más, los más moderados, abanderados por el gallego Alberto Núñez Feijóo, están alineados con la dirección del líder del PP.
Eso sí, a casi nadie se le escapa que una derrota de Casado en las próximas elecciones generales sería su tumba política. Y aún deben materializarse las consecuencias del carrusel judicial de esta semana en las encuestas. El PP repetirá la foto en Colón junto a la extrema derecha en la manifestación contra los indultos a los líderes del procès.
Génova achacó el batacazo de las elecciones catalanas del 14 de febrero al regreso estelar de Bárcenas al banquillo unos días antes. Los populares esgrimieron que poco pudieron hacer durante aquella campaña con el extesorero en las televisiones y en los periódicos día sí y día también. Por eso, es previsible que los nuevos líos de Cospedal, su marido y Rato tengan su efecto en las encuestas. Nada como un baño de pasado para amargar al PP.