Palabra de honor
La bondad, la nobleza, la honestidad y el compromiso son algunos de los pilares sobre los que sustenta el Homo sapiens, aunque en estos tiempos no están pasando por su mejor momento
Etimológicamente la palabra “escote” procede del verbo escotar que significa cortar la ropa para ajustarla a la medida. Todos sabemos que existen diferentes tipos de escote y que uno de los más populares es el conocido como “palabra de honor”, ese que cubre el vestido de la mujer sin llevar tirantes para sujetarlo.
La historia nos cuenta que, en cierta ocasión, una modista, mientras confeccionaba un vestido de novia, optó por no utilizar tirantes para sujetarlo. La novia objetó su miedo a que el vestido se abatiera durante la celebración, a lo cual la modista respondió: “Palabra de honor que no se caerá”. De ahí su nombre…
Pero en esta ocasión no vamos a hablar de escotes, sino de dos metahistorias que esconden la historia con mayúscula y que engrandecen nuestra alma y nos hacen creer en la honestidad del ser humano.
Palabra de caballero británico
Una de ellas es la que protagonizó Robert Campbell (1897-1966), un capitán del ejército británico durante la Primera Guerra Mundial. El joven oficial fue herido y capturado por las tropas teutonas siendo trasladado inicialmente a un hospital militar en Colonia (Alemania) y, tras su recuperación, al campo de prisioneros de Magdeburg (Alemania).
Después de dos largos años de cautiverio Campbell recibió una misiva de su familia en la que se le informaba que a su madre —Louise— le habían diagnosticado de un cáncer y que le quedaba poco tiempo de vida.
El capitán británico, en un intento desesperado por despedirse de su madre, escribió al káiser Guillermo II (1859-1941) rogándole que, por motivos humanitarios, le permitiese regresar a su país.
En contra de todo pronóstico, Campbell recibió una carta firmada por el káiser en el que le permitía viajar hasta Gravesend (Kent) junto a su madre pero, y aquí invocaba a su palabra de caballero, debería volver al campo de prisioneros una vez pasado el plazo máximo de dos semanas.
A comienzos de noviembre de 1916 el joven capitán se trasladó hasta las islas británicas, estuvo junto a su madre durante dos semanas, al cabo de las cuales… regresó al campo de prisioneros de Magdeburg, cumpliendo lo pactado. Louise acabó falleciendo en febrero del año siguiente, cuando su hijo todavía seguía preso.
Robert Campbell fue liberado al final de la contienda en 1918 y todavía le quedaron fuerzas para reincorporarse al ejército de su país en 1939 tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, donde desempeñó las labores de observador en Jefe del Royal Observer Corps de la isla de Wight.
La lotería que impulsó el cine español
Nuestra segunda historia tuvo lugar en suelo patrio. La conocida administración madrileña de lotería Doña Manolita vendió el premio Gordo del sorteo del 22 de diciembre de 1932. El número en cuestión fue el 29.757.
Fue un premio muy repartido que viajó hasta tierras aragonesas y entre los agraciados se encontraban el actor y anarquista aragonés Ramón Acín, el alcalde de Huesca y el hermano de Ramón J Sénder.
Ramón era amigo del director de cine Luis Buñuel que, por aquel entonces, no se encontraba en sus mejores horas. Su película Un perro andaluz había provocado un enorme escándalo en nuestro país y nadie estaba dispuesto a sufragar la producción de su próxima aventura cinematográfica, el documental Las Hurdes. Bueno nadie no, apenas dos meses antes Ramón Acín le había dicho que le costearía la producción si le tocaba la lotería…
Ramón jugaba una participación de 25 pesetas del 29.757, lo que le reportó 150.000 pesetas de la época. Es fácil imaginar la tesitura en la que se encontraba tras el sorteo, si cumplir o no la palabra que había dado. Sin embargo, no dudó por un instante en llamar a Buñuel y destinar la tercera parte de su premio en el rodaje de la película, que se acabaría convirtiendo en una de las más icónicas de la filmografía española.
Es cierto que Ramón aspiraba a recuperar el dinero con la proyección en las salas de cine, sin embargo, estalló la Guerra Civil y fue fusilado apenas iniciada la contienda, la misma suerte que corrió su mujer quince días después. Desgraciadamente, el matrimonio no pudo disfrutar de lo que supuso su compromiso.
Seguramente que todavía queda más de un nostálgico, conocedor de esta anécdota, que juega cuando llega la Navidad al 29.757. El número del compromiso y la honestidad…