Lo que supone políticamente el bombazo de Pablo Iglesias
La marcha del Gobierno revoluciona la izquierda en Madrid, alivia a muchos socialistas en la coalición y deja a Yolanda Díaz como principal referente en UP.
Hace diez años Pablo Iglesias gritaba en la Puerta del Sol. Era el incipiente 15-M. Y una década después quiere volver al mismo lugar, pero esta vez como presidente de la Comunidad de Madrid en las elecciones convocadas por Isabel Díaz Ayuso. Entonces no se imaginaba que intentaría ese regreso renunciando a unos de sus sueños: estar en el Gobierno de la nación. ¡Y sacude toda la política española!
No se lo esperaba nadie, un auténtico terremoto político. Este lunes saltaba la NOTICIA: Pablo Iglesias se lo ha pensado y deja el Gobierno de coalición que tanto le costó, un salto para luchar por la Comunidad de Madrid y que supone remover todos los cimientos de la política española.
En total secreto se lo había comunicado poco antes a Pedro Sánchez. La marcha de Iglesias supone la primera gran crisis de la coalición. El plan que le ha propuesto el líder de UP al socialista: que Yolanda Díaz pase a ser la vicepresidenta segunda del Gobierno (manteniendo la cartera de Trabajo) y que su ‘número dos’, Ione Belarra, pase a ser la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030
La marcha de Iglesias… es la marcha de Iglesias en el Gobierno. Es el alma de Unidas Podemos, el líder indiscutido, el único que puede hablar de ‘tú a tú’ a Pedro Sánchez. El “cabezón”, como le llama María Jesús Montero. El que pelea cada ley, el que mueve todos los hilos, el que da la última palabra por parte de UP en el Ejecutivo central (y en todo lo que sea del partido). Cualquier negociación que hay dentro de la coalición, como explican fuentes socialistas, pasaba por él. Sus enviados salían de la sala y lo llamaban para consultarlo.
Iglesias no tiene término medio: o lo aman o lo odian. Y dentro del Gobierno no tenía precisamente muchos adoradores, siendo su principal muralla la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Pero la relación también era mala con la vicepresidenta primera, Carmen Calvo. Su salida hará respirar a más de un socialista… e incluso al presidente del Gobierno. Los dos no es que sean amigos íntimos, aunque mantienen una relación “cordial”, según explicaba el propio Iglesias. Cuando había un problema, al final lo solucionaban en privado los dos, en reuniones sin cámaras en La Moncloa.
A muchos en el PSOE les molestaba el estilo Iglesias, sus filtraciones sobre riñas internas, la imagen que trasladaba de la coalición, pero se lo tenían que tragar. No dan los números para otras cosas. En las últimas semanas la tensión había crecido mucho por los fondos a las empresas, la ley de vivienda o la ley trans. Y muchos socialistas se revolvían por polémicas como sus palabras sobre la democracia española.
Su plan de recambio pasa por Yolanda Díaz como vicepresidenta segunda. Ella es otra cosa, para el PSOE. Una mujer de fuertes convicciones, pero con más talante y con muchísima mejor imagen. Está entre los ministros mejor valorados por los españoles (junto a Nadia Calviño y Margarita Robles). Y ella en la intimidad dice siempre que ella tiene más mérito siendo comunista. Díaz ha demostrado su capacidad de pacto y ha llegado a varios junto a sindicatos y agentes sociales (una imagen que nunca ha conseguido Iglesias). Si Sánchez le hace caso al líder de UP y pone a la gallega, puede traer una imagen más sosegada del lado ‘morado’ y un mejor engrase entre los distintos ministerios.
El paso de Iglesias supone su salto a la política autonómica, y dejar la institucional a nivel nacional. Esto abre también otra incógnita: ¿puede suponer su marcha como líder de UP también en breve? En su vídeo no da ninguna pista, pero la posibilidad cobra fuerza. Con esta se ha hecho mucha literatura política en los últimos años y ya él mismo avisó de que el próximo secretario general de Unidas Podemos sería una mujer. Dos nombres sobre la mesa siempre: Yolanda Díaz e Irene Montero. (Díaz va ganando) Esto, además, indica que ya abandonó desde hace tiempo su sueño de ser presidente del Gobierno.
Así lo explica uno de sus dirigentes más afines: “Es una batalla crucial de la democracia en Madrid, la derecha ha decidido resucitar esa unión entre la derecha y la extrema derecha y hacer de Madrid un laboratorio. Iglesias ha decidido remangarse y bajar a tierra, bajar al barro. Deja encarrilado el Gobierno, con los presupuestos aprobados, con el salario mínimo acordado, con los fondos aprobados. Y deja a dos mujeres que hacen cierta la idea de que hay recambio. Había una cierta resignación en Madrid y se rompe cuando alguien hace algo de esta generosidad, para frenar los pies de algo que tiene cada día más contornos de fascismo”.
Varias fuentes de Podemos al hilo del movimiento repiten esta expresión: “Es una jugada maestra”. Este paso de Iglesias supone otro movimiento brutal en la izquierda: quiere que vayan juntos Podemos y Más Madrid. “Una candidatura única”, ha proclamado. Los dos viejos amigos y luego enemigos se ven otra vez en la tesitura de siempre, las dos almas de Podemos y la división de la izquierda que lleva a perder miles de votos. Después de aquella guerra total durante años, ¿cederá Errejón y sacrificará a Mónica García para apoyar a Iglesias? Por ahora guardan silencio en el otro lado.
La izquierda se enfrenta a una situación muy complicada, les ha pillado con el pie cambiado y sin candidatos. Y el peligro que existe, ha resaltado Iglesias, es que la ultraderecha llegue a la Puerta del Sol. El plan de Ayuso de comerse a Cs podría llevar a un Gobierno de coalición entre el Partido Popular y Vox el próximo cuatro de mayo. Con la llegada de Iglesias se polarizará al máximo el debate: él mismo ha dicho que se presenta por su condición de “antisfascita” y ella ha lanzado minutos después el lema “comunismo o libertad”.
Podemos está en una mala situación en la Asamblea de Madrid, por detrás del PSOE y de Más Madrid. Consiguió entrar por la mínima en las pasadas elecciones autonómicas y sobrevolaba ahora el fantasma de Izquierda Unida en 2015 (quedarse fuera si no se logra el 5% de los votos). Como decían en Podemos en las anteriores generales. “No es lo mismo Isa Serra que Pablo Iglesias”. Pues él quiere ser un revulsivo y se ve con fuerzas para quedar por delante de un PSOE a medio gas con la candidatura de Ángel Gabilondo. Y coloca al PSOE más en el centro, lo que creen en UP que puede servir para sumar contra Ayuso.
Todos se conjuraban en decir que no durante la semana pasada, pero la marcha de Iglesias también abre dudas sobre la duración de la legislatura. En el Madrid político se habla de la posibilidad de que Sánchez convocara anticipadas el año que viene, algo que siempre niega La Moncloa. ¿Puede tener más información Iglesias sobre esta cuestión?
Su salto a la política autonómica evidencia también que la guerra electoral de Madrid se está convirtiendo en casi unas generales, en una contienda que marcará la política para los próximos años, que pone a prueba a todos los partidos (a pesar de que tiene que haber elecciones otra vez en 2023) y que marcará la política española durante los próximos años.
Ya no se trata de asaltar los cielos, sino de asaltar la Puerta del Sol. Al calor de una década del 15-M.