El currículum político que deja Pablo Iglesias
En seis años ha ocupado cargos que otros tardan toda una vida en sumar a su trayectoria.
En tan sólo seis años en política, Pablo Iglesias ha forjado una trayectoria que le ha llevado a ocupar una serie cargos que muchos homólogos tardan toda una vida en poder incorporar a su currículum. Echando la vista atrás, ha pasado de ser aquel joven candidato que se aupó desde los platós televisivos, con la promesa de renovar la política española tomando el cielo por asalto, a exvicepresidente del Gobierno en poco más de un lustro.
Este es el repaso de una carrera que termina -o de momento eso parece- después de perder un pulso que ha permitido mantener a la formación morada con representación en la Asamblea de Madrid ante los malos pronósticos iniciales. Con todo, no ha sido suficiente la mejora moderada de los resultados de Unidas Podemos en Madrid, con el 7,2% (261.000 votos) y 10 diputados. Pero en un quinto puesto, por debajo de la ultraderecha de Vox, muy alejado de sus antiguos compañeros de fundación de Podemos, un Más Madrid con 609.540 sufragios (el 17%) y 24 escaños que hasta ha sorpassado al PSOE.
Fue precisamente en Madrid cuando Iglesias, profesor que ejercía de profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense, dio el paso en enero de 2014 y anunció en Lavapiés la creación de Podemos. Previamente ya se había labrado un nombre como presentador y tertuliano en diferentes programas televisivos de debate. Primero en la cadena local de Vallecas, moderando ‘La Tuerka’, y luego entrando de lleno en el barro de los debates.
La llegada de Podemos revolucionó el mapa político con su propuesta de regeneración política, un partido heredero de las proclamas del movimiento 15M que capitalizó el hartazgo contra los partidos tradicionales y que en las elecciones europeas de 2014 conseguía los primeros cinco escaños de la formación. Un arranque que supuso entrar en el Parlamento comunitario con 1.245.948 de sufragios, el 7,97% del voto emitido. Por aquel entonces Podemos acababa de nacer y en las papeletas no se veía el icónico logotipo del círculo, sino su rostro.
Un año después la formación morada superaba los 5 millones de votos con un histórico 20,66% de los votos y entraba en el Congreso de los Diputados con 69 parlamentarios, a una distancia de 300.000 votos del PSOE ya liderado por Pedro Sánchez. Mientras, Izquierda Unida caía a los dos escaños bajo la marca de Unidad Popular con 923.133 votos.
En este momento se forjó la mítica frase de “asaltar los cielos” y se colocó como tercera fuerza política amenazando con un sorpasso al PSOE que nunca se produjo. A nivel regional la formación recaló en casi todos los parlamentos autonómicos y en las municipales propició las candidaturas de unidad popular con otras formaciones y plataformas.
Logró las denominadas ‘ayuntamientos del cambio’ en Madrid (Manuela Carmena), Barcelona (Ada Colau), Zaragoza, Cádiz, así como con las candidaturas gallegas vinculadas a las Mareas (A Coruña, Santiago o el Ferrol de Yolanda Díaz).
Fue la época del órdago de Iglesias cuando ofreció al PSOE formar un gobierno de coalición de fuerzas progresistas, presidido por Pedro Sánchez, con él como vicepresidente y un reparto proporcional de ministerios.
Sin embargo, la propuesta no cuajó dado que el líder socialista optó por buscar acuerdo de legislatura con Ciudadanos y sumar también a Podemos, y se tradujo en el ahora aliado socialista en un voto en contra a la investidura de Sánchez, con la famosa intervención en la que acusó a los socialista de “tener manchadas las manos de cal viva”.
De cara a la repetición electoral de junio de 2015 se produjo el denominado ‘pacto del botellín’ con la confluencia de Podemos e IU bajo la marca ya consolidada de Unidas Podemos, pese a las retincencias del entonces sector errejonista. Sin embargo, la suma no se tradujo en el anhelado sorpasso al PSOE y de forma conjunta lograron 71 diputados, pero con una pérdida de un millón de votos. No obstante, la coalición con la formación de Alberto Garzón se ha consolidado en esta confluencia electoral.
Sin embargo, ya hace seis años comenzaron a surgir disputas internas, sobre todo con el sector partidario de Íñigo Errejón y también con Anticapitalistas, que se fueron haciendo frecuentes para terminar, con el paso del tiempo, en la salida de ambos.
Esa crisis interna se cobró a varios cofundadores de Podemos, como el caso de Carolina Bescansa -quien también acabaría perdiendo el pulso de intentar tomar las riendas gallegas del partido- o Luis Alegre. Otro de los estandartes de Podemos, el politólogo Juan Carlos Monedero, pese a dejar los cargos orgánicos dentro del partido, se mantuvo fiel y todavía podía vérsele durante la noche del martes en la despedida de Iglesias.
También en el plano autonómico hubo varios conflictos con la dirección estatal y las regionales, como pasó en Aragón, País Vasco, Cataluña, Cantabria o La Rioja, y dimisiones sonadas como la del exsecretario general de Podemos en la Comunidad de Madrid, Ramón Espinar.
El declive de la formación de Iglesias se notó sobre todo en las elecciones europeas, municipales y autonómicas de 2019. En el caso de las confluencias con otras formaciones de ámbito regional, pieza importante de su rápido éxito, perdieron pujanza. En algunos casos no se reeditaron como en el caso de Compromís en Valencia (ahora hermanada con Más País en el Congreso) o llegaron divididas o fracionadas.
De esta forma, desapareció de Cantabria y Castilla-La Mancha y descensos generalizados en el resto de parlamentos autonómicos, lo que evidenció la falta de solidez territorial de la formación morada. Luego, en 2020, quedó fuera del parlamento gallego tras haber logrado ser segunda fuerza política y redujo a la mitad sus diputados en el país vasco.
En el Ayuntamiento de Madrid directamente no concurrieron tras la separación con la exalcaldesa Manuela Carmena y perdió los consistorios de A Coruña, Ferrol, Santiago y Zaragoza. La confluencia con IU en los comicios europeos se saldó con cinco escaños menos (6) de los once que lograron ambos por separado en 2015. Sin embargo, Iglesias sufrió un claro retroceso de apoyo electoral en las generales de 2019, al lograr más de 3,7 millones de votos y 42 diputados, lo que supuso 1,5 millones menos de voto y 29 parlamentarios menos.
Tras volver a ofrecer al PSOE una coalición e incluso renunció a estar en el Gobierno para hacerlo posible, pero los socialistas rechazaron esa opción de nuevo y se volvió a una repetición electoral con otro nuevo descenso hasta los 35 diputados y 3,5 millones de votos en las elecciones del 10N.
Sin embargo, esa pérdida de presencia parlamentaria no cejó en su empeño de hacer de Podemos una formación determinante y tras esos comicios, fraguó con Sánchez el denominado ‘pacto del abrazo’ logrando entrar por primera vez en el gobierno, tras seis años intentándolo. Su entrada en el Ejecutivo se materializó con su Vicepresidencia de Derechos Sociales y los ministerios de Igualdad, Trabajo, Universidades y Consumo en manos de la formación morada.