El adelanto electoral de Ayuso conduce al PP a un juego arriesgado
La guerra con Ciudadanos dirimirá si la presidenta madrileña absorbe a los naranjas para gobernar en solitario o solo con Vox.
Casi todo el mundo sabe que Isabel Díaz Ayuso va por libre. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha decidido disolver la Asamblea y convocar elecciones para el próximo 4 de mayo. El problema es que ese movimiento conduce al PP a un juego arriesgado de consecuencias imprevisibles.
Ayuso ha visto la moción de censura de Ciudadanos (Cs) y PSOE en Murcia contra el popular Fernando López Miras como una oportunidad. Y, al contrario que la mayoría de populares que gobiernan en coalición con los de Inés Arrimadas, ha decidido apostar todo a rematar a los naranjas e intentar absorberles.
Los populares se han cabreado mucho con Arrimadas por la ruptura del pacto en Murcia: “Es una gran irresponsabilidad. Y trae una enorme inestabilidad en plena pandemia sin ningún motivo”. Desde Génova 13 han cargado con dureza contra la líder de Cs: “Arrimadas rompe su palabra. Dijo que el acuerdo duraría cuatro años”.
Lo cierto es que no está claro que haya elecciones. La Mesa de la Asamblea regional ha aceptado las dos mociones de censura contra Ayuso presentadas este miércoles por PSOE y Más Madrid. Ambas buscan neutralizar las urnas y, en caso de que una de ellas saliera adelante con apoyo naranja y la presidenta fuera degollada políticamente, un nuevo Ejecutivo llegaría a la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional. Este, además, tendría dos años por delante para hacer y deshacer a su antojo.
La cuestión es que la presidenta madrileña quiere un nuevo reparto de cartas para ganar su particular partida en la Comunidad. Pero la jugada puede salirle mal a ella y a su jefe, Pablo Casado. El líder del PP está cuestionado tras el batacazo de su partido en las elecciones catalanas, en las que inauguró un nuevo suelo de 3 escaños. Cualquier resultado que no sea un Gobierno en solitario del PP con mayoría absoluta o asistido por Vox sería un fracaso que podría llevarse por delante a Ayuso y al propio Casado.
El presidente de los populares se ha limitado a publicar en Twitter una foto con López Miras y otra con Ayuso para destacar que la unidad del centro derecha en torno al PP es el único camino para reconquistar Moncloa. Las fuentes consultadas en el PP insisten en que el movimiento de Ayuso, una bomba de destrucción masiva, cuenta con el beneplácito de Casado.
El líder del PP mantuvo una conversación con Ayuso antes de anunciar la convocatoria de elecciones. En ella, Casado se mostró partidario de que, ante la pérdida de confianza de los populares madrileños en su socio Ciudadanos, lo mejor era llamar a los ciudadanos de Madrid a las urnas y adelantarse a una posible moción de censura de Aguado.
“No creo que Isabel [Díaz Ayuso] tome decisiones sin antes hacérselo saber a Casado. Me consta que se reúnen periódicamente. Las decisiones de calado son informadas previamente al jefe. No creo que le coja de sorpresa que Isabel haga esto o lo otro”, explica una fuente popular con asiento el comité ejecutivo del partido.
El ejemplo de que Ayuso es un verso libre está en la radiografía del terremoto político de este miércoles. Sus colegas que gobiernan con los naranjas en varias autonomías, e incluso el propio alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, no quieren ni oír hablar de romper sus gobiernos en plena pandemia.
Los populares en Castilla y León y en Andalucía desmintieron pronto que tengan intenciones de seguir el camino emprendido por Ayuso, y lo hicieron incluso con comparecencias conjuntas entre ambos partidos para evidenciar que los pactos siguen pese a la guerra abierta entre las direcciones nacionales de populares y naranjas.
Pese a que el líder de Cs en Madrid, Ignacio Aguado, —destituido como vicepresidente del Gobierno autonómico este mismo miércoles— insiste en que no tenía intención alguna de seguir la ‘vía murciana’, la presidenta del PP madrileño ha decidido adelantar las elecciones para terminar de devorar a los naranjas y gobernar, si puede, en solitario o con Vox. Ayuso ha justificado la jugada en que no quiere que la moción de Murcia ocurra en Madrid. Y Aguado dice que la presidenta es una “temeraria” y que la llamada a las urnas es un “capricho personal” de la gran baronesa popular.
Las hostilidades entre naranjas y populares zanjan una relación plagada de altibajos. La hemeroteca incluye desde el abrazo entre Casado y Arrimadas cuando presentaron PP+Cs en las elecciones vascas del verano pasado, a la traición de Lorena Roldán, la exportavoz naranja en el Parlamento catalán que se pasó a las filas del PP poco antes de los comicios en Cataluña.
La opa de Casado sobre los naranjas el pasado 14F, sin embargo, no funcionó. Aunque el secretario general popular, Teodoro García Egea, sigue intentando robar votantes a Arrimadas y ha animado a los votantes naranjas a elegir la papeleta del PP. La jefa de Cs se sigue resistiendo por activa y por pasiva a integrar sus cuadros con los del PP. Esa negativa explica, en parte, la lucha despiadada entre ambos partidos.
Los próximos comicios en Madrid, de celebrarse, también serán un todo o nada para el partido de Arrimadas. Si logra superar el 5% de los votos, algo plausible según los últimos sondeos, podría convertirse de nuevo en el eje de la balanza que decida quién se sienta en Sol como presidente. De esta manera, Cs podría aspirar a cualquier cosa con pocos escaños que serían decisivos.
Fuentes socialistas en la Asamblea de Madrid no rechazan ninguna fórmula que permita alumbrar una alternativa a Ayuso en Madrid. Y cuentan que están dispuestos a aceptar los votos de Cs, Más Madrid e incluso Podemos si la suma de PP y Vox se queda lejos de la mayoría absoluta.
Ese es el objetivo de la izquierda: forzar a Cs a votar en contra de Ayuso pase lo que pase. También en caso de que no haya elecciones y lo que decida la presidencia de la región sea una votación en pleno uno de los dos debates de moción de censura.
Ese escenario sería una auténtica pesadilla en Génova, 13, asediada por los últimos desplantes del expresidente José María Aznar y la lengua de Luis Bárcenas, que sigue implicando a Mariano Rajoy y a Esperanza Aguirre en el lodazal popular. Perder Madrid, la joya de la corona del poder territorial en España sería un golpe difícil para actual dirección nacional del partido.
Ayuso se la juega con una maniobra arriesgada de ruptura que le deja pocas opciones. Además, la presidenta madrileña, apuesta personalísima de Casado, deberá, como mínimo, llevar a su partido de segunda fuerza a primera, pues las últimas elecciones autonómicas, las de mayo de 2019, las ganó el PSOE.
La presidenta madrileña, además, ha reventado la línea emprendida a nivel nacional por Casado de ruptura y alejamiento de Vox. Y eso es un problema añadido para el líder del PP.
La ultraderecha, que ya se prepara para una hipotética entrada en el Gobierno de Madrid —uno de los motores económicos del Sur de Europa—, se convertirá en un socio más que necesario para Ayuso si esta no logra una abultada mayoría. Es más, según las encuestas, los ultras mejorarán su posición en la Asamblea regional.
No por casualidad, Ayuso y Vox se han disputado el voto de los hosteleros. Ambos han apoyado la apertura de bares y restaurantes cuando las condiciones de la pandemia sugerían hacer lo contrario. Y los dos se han proclamado abanderados de la “libertad” para evitar la “ruina” de la región. La batalla ideológica está en marcha.
La propia presidenta madrileña, al igual que el partido ultra, tiene formas y discursos similares a los del expresidente de Estados Unidos Donald Trump. Y sabe que Cs tiene difícil vender que su pacto con el PSOE en Murcia no afecta a sus políticas en Madrid. Por eso, ha movido ficha. Un todo o nada arriesgado que ya genera bromas entre los propios populares.